lunes, 30 de junio de 2008

La ciudadanía digital



El día 8 de julio daré una conferencia en el curso del Escorial organizado por Rafa Casado. Su título es Cibercultura: los límites de las utopías digitales.

En ella voy a plantear una pregunta y aventurar una respuesta. La pregunta: ¿Es la ciudadanía digital una nueva utopía digital? La respuesta es afirmativa.

Esa respuesta obedece a la siguiente hipótesis de trabajo: En la actual distancia histórica podemos apreciar cómo las utopías digitales de los años 80 y 90, relativas a la existencia digital, obedecieron a las exigencias de un neoliberalismo económico, social y político. Sin todavía la suficiente perspectiva, se puede no obstante observar ya cómo la utopía de la ciudadanía digital responde a los intereses de la administración electrónica.

¿Queremos ir en la dirección de una sociedad administrada?

sábado, 28 de junio de 2008

Lecturas de textos

Cada vez más se anuncian como conferencias reales lo que son lecturas de textos virtuales. Incluso cuando se trata de las llamadas mesas redondas.

Más allá de cuestiones de inseguridad personal al hablar en público, del prurito de ser extremadamente precisos en la exposición de los pensamientos, de querer decir (casi) todo de lo mucho que se sabe en un corto espacio de tiempo, se observan otras causas y está ligadas al fenómeno de las nuevas tecnologías.

Una de ellas se refiere a la dificultad de una memoria sostenida, acostumbrados a la huella efímera de lo inmediato. La otra a la intención de escribir textos, no para ser leídos ante públicos reales, sino para ser colgados inmediatamente en un post virtual.

Ciertamente, no es lo mismo, y el público real desaparece al segundo folio, incapaz de seguir el ritmo de la lectura, mientras el autor va ensimismado a lo suyo.

¿Por qué no se distribuyen, al menos, los textos con el fin de que haya un intercambio de tiempos vitales durante la lectura?. Somos distintos y convivimos en el mismo espacio en una asimultanedad de tiempos.

No lo hacen para que su texto pueda ser leído en "tiempo real", el tiempo de todos y de nadie.

miércoles, 25 de junio de 2008

Villa Diodati



Cuando estudiaba filosofía en Alemania era un dicho corriente: si un latino se vuelve alemán, es doblemente germánico. Ignoro lo que pasa ahora. Lo que se ganaba (y no era poco) rellenando lagunas de idealismo, se pagaba al precio de convertir esas charcas en mediterráneos. En otros términos: llevando a cabo una lectura (neo)idealista de la Historia de la Filosofía.

Me pregunto qué hubiera pasado si, además de vivir entre 1795 y 1800 en Jena, por una extraña casualidad, se me concediera hacer una escapada a Villa Diodati en el verano de 1816, a ser posible la noche del 16 de junio. En ello estoy todavía. Por si acaso, ya miento menos cuando hablo de romanticismo.

sábado, 21 de junio de 2008

El poema envenenado



Un libro que el autor define como de cruce de caminos entre la estética y la poesía, también, cabe añadir, de tiempos vitales dilatados para su joven trayectoria, en los que se ha ido inoculando venenos, buscando contagios, alimentándose de lo que al final (es ley de vida) debe eliminar. Quizá de esa manera, y más allá de lo circunstancial de su origen, puedan leerse los diferentes parágrafos, de títulos sucintos y a veces prieta erudición, en los que disuelto en la tibia leche de un texto (Hoffmansthal) nos ofrece un poema envenenado. Una forma se beneficia de la otra ya que, recordando al clásico, la buena poesía y la buena prosa son lo mismo. Este es el caso del libro de Alberto Santamaría.

Me atrevería a sugerir a los inexcusables lectores un cruce de lecturas que tienen como origen el hueco de una escalera. Cita el autor la leyenda de San Alejo, un príncipe peregrino a quien, de vuelta de Tierra Santa, se le ordenó no darse a conocer cuando entrara en su casa, presentándose como un mendigo, alojado con los perros en el bajo de la escalera, oyendo hablar de él a los suyos, pero sin poder hablarles él, conociéndolos a todos, pero sin estarle permitido darse a conocer él. Esta leyenda es el símbolo del desarraigo del poeta, de la tensión entre el lenguaje y la realidad que se aloja como eco envenenado en el poema. Un estar sin ser.

El precio por la lucidez es el despojamiento de sí mismo. Sólo así se conquista lo sublime pálido, inferior, cotidiano, que se aloja en el hueco de la escalera hacia el infinito romántico. Es la experiencia de la in-hospitalidad. El autor ha ido guiándonos por los caminos de lo inquietante en Baudelaire, de Chirico, Kubin, Freud, deteniéndose especialmente en los comentarios de Heidegger al dicho terrible del coro de la Antígona de Sófocles: “Muchas cosas son inquietantes, pero nada más inquietante que el hombre”. La nueva versión es que el hombre sometido a la violencia de la physis responde con la violencia de la téchne. Las consecuencias políticas nos las ahorra Alberto Santamaría, pero la violencia está ahí, como un zumbido de baja intensidad que anida en el lenguaje, volviéndose insoportable según remontamos al origen.

El camino del libro no acaba en este punto, pero toma los derroteros más amables de los otros nuevos romanticismos. El autor los conoce muy bien, y ha escrito antes unos ensayos magníficos sobre el paso del romanticismo europeo al norteamericano, de lo sublime de la naturaleza a lo sublime tecnológico. Pero con un matiz importante ahora: el nuevo romanticismo lo es de lo cotidiano y de lo irónico. Si logramos visualizarlo percibiremos cómo San Alejo agita ahora el tarro de Wallace Stevens. Se siente más a gusto, oficia de mendigo pero con vista de príncipe.

Y es en este punto donde me parece notar una inflexión en el libro. Hasta ahora teníamos el texto teórico de un poeta que hablaba de tesis sobre la poesía, de los poemas de otros, y no explícitamente de los suyos. Y no lo va a seguir haciendo, pero sí de las nuevas poéticas. Es el recurso elegante al de nobis ipsis silemus para introducirnos en la poética de esa no-generación a la búsqueda de un nombre, que todos conocemos. Me gusta el que está poniendo Alberto, pero no se lo voy a decir. Es mi final envenenado. No se pierdan el libro y hablamos.

viernes, 20 de junio de 2008

La batalla de la imagen



"La batalla de la imagen es clave, y el PP entra al fin en ella. Si el PSOE coloca de ministra de Defensa a una catalana embarazada, Carme Chacón, el PP tiene de secretaria general a una madre soltera por fecundación in vitro" (El País, 20 de junio de 2008).

lunes, 16 de junio de 2008

Angelitos negros


Es el título de una famosa canción de Antonio Machín en la época de la dictadura. En ella el buen hombre pedía al pintor de iglesias que también pintara angelitos negros pues, al fin y al cabo, (argumentaba suplicando) los negros buenos también van al cielo. Semejante petición de tolerancia racial icónica en esta vida, basada en un supuesto destino celestial compartido en la otra, no podía dejar de conmover a las almas sensibles y piadosas. E incluso aflojar los bolsillos si se la servían en bandeja sus retoños, agitando animosos cabezas de hucha del Domund, un tanto descascarilladas por los trajines petitorios y furtivos vaciados a que eran sometidos los negritos, chinitos, moros y algún que otro indio.



Todos ellos han quedado en la peculiar educación sentimental de la infancia como confusos referentes de una posible caridad (si se portan bien), que mitigue lo irreparable: el haber nacido, ser y estar así. Pero sus imágenes no permiten reconocerles como iguales, sujetos de derechos humanos que exigen el ejercicio ineludible de la justicia antes que el graciable de la caridad. Las imágenes sentimentales dejaron su poso más allá de las ideas ilustradas: hermanos como hijos de Dios, pero no iguales como seres humanos. Lo que implicaba una tácita invitación a la hipocresía y el cainitismo.



Ya entonces parecían haberse extendido algunos aspectos negativos de la globalización: la imposición de los cánones occidentales de belleza y bondad a otras culturas. La canción prosigue con la queja del cantor de que es precisamente el pintor de "su" tierra (negro) el que con "pincel extranjero" pinta los angelitos blancos. Y le ruega que "aunque la Virgen sea blanca" (!hasta ahí podíamos llegar!) y pinte angelitos bellos, pinte también un ángel negro. La base de la argumentación no está, pues, en la belleza sino en la bondad y apunta a una solución excepcional.



Las consecuencias no dejan de ser interesantes: si belleza y bondad está unidas en lo divino, en lo humano están disociadas. Los de piel oscura pueden ser buenos en la consideración divina, pero nunca serán bellos en la humana. Más aún, en la tradición platónica y cristiana belleza y bondad van unidas. Por eso, sospechamos, la petición del cantor no será atendida más allá de algún caso aislado y en fecha señalada. Y la sospecha se basa en la certeza de que si la transición en las ideas es relativamente fácil y la política es más bien dudosa, en el caso de las imágenes el cambio es, más bien, una metamorfosis. La confirmación parece venir en la educación sentimental en las imágenes que se imparte hoy día a través de los medios audiovisuales.




Un ejemplo más avanzado se puede encontrar en ese extraordinario documento educativo que es El señor de los anillos. Más allá de toda ambigüedad, y sin concesiones, establece con toda nitidez en imágenes la relación entre belleza y bondad que permite, sin lugar a dudas, diferenciar a los buenos del “eje del mal”: blancos y negros. Los elfos, hombres y medianos, todos blancos, frente a la chusma impresentable y maloliente del “Señor Oscuro”. Para que no queden dudas en los símbolos, la túnica y capa de Gandalf el gris quedan después de la oportuna purificación más blancas, blanquísimas, que las de Saruman, como recién lavadas con Ariel.

Sin embargo, tanta luz arroja algunas sombras inquietantes. Alguien hizo una Crítica de la razón pura, quizá debería hacerse ahora otra Crítica de la imagen pura. La fuerza simbólica de las imágenes digitales es muy potente: es toda una ética, política y religión ofertada estéticamente. Son, en este caso, las del “hombre medio” bajo la figura del “mediano”. El final de la segunda entrega insiste, con una buena dosis de moralina, en los valores del hombre medio, y en apariencia insignificante, que es capaz de comportarse como un héroe si las circunstancias (y los poderes, que se asombran de lo aprovechable que es) lo requieren. Es un canto a lo políticamente correcto, que revela la endeblez ética a través de la catadura estética. Los diversos “salvadores” de la humanidad, tanto en esta película como en las aventuras galácticas, exhiben una ingenuidad saludable de pescado hervido, un poco tontorrones en su comportamiento, expresándose con aforismos de frases hechas, que dejan claro el alcance de sus pocas luces.



Contrasta ese perfil plano con la profundidad del personaje que lleva solo todo el dolor del mundo, que grita como la momia del cuadro de Munch, que busca patéticamente mantener un equilibro en lo inhumano que sale y alterna con lo humano, el pobre Gollum. Él, bufón trágico, expresa como ninguno ese pensamiento de Schopenhauer de que la vida humana mirada en su conjunto es una tragedia, y en concreto una comedia.


miércoles, 11 de junio de 2008

Para mutantes 4. bio-hackers

Zygotic acceleration, Biogenetic de-sublimated libidinal model (enlarged *1000)Jake y Dinos Chapman, 1995.

El bio-artista se convierte en bio-hacker manipulando genéticamente el ADN al margen de las convenciones académicas establecidas.No hay límites.



La identidad es un puzzle.
(The Young Family, Patricia Piccinini, 2002)


Final irónico. Decía Kundera que toda escritura es la búsqueda de la oreja ajena. Parece que Stelarc ha encontrado la suya.

lunes, 9 de junio de 2008

Para mutantes 3. Bio-arte

"Ya no hay diferencia entre el genio genético, la medicina reparadora y el Body-Art: la ciencia diseña el cuerpo y los artistas son los médicos de nuestro cuerpo"( Barnard Andrieu)


Los bioartistas toman el cuerpo como materia viva del arte. Y así: "la tecnología aparece como el factor de civilización y el cuerpo como el último material transformable". Se trata de convertir la carne en "el interfaz donde tienen lugar todas la mutaciones" (p. 10 y 11)



(Série Collection Printemps/Eté 2001, Sans titre 06.Nicole Tran Ba Vang, 2001)





En vez de traer los consabidos conejos verdes fluorescentes de Kac o los cuernecitos de la Orlan sirvan como ejemplo estas Cultures de peaux d´artistes. El grupo Art Orienté Objet, compuesto por Marion Laval-Jeantet y Benoît Mangin, toma su cuerpo como material de experimentos. Quitando unos milímetros de sus propias pieles las hibridan en cultivos con las de otros animales, y sobre el híbrido resultante se hacen tatuar figuras de animales en potencial peligro de extinción. Marion Laval tiene previsto inyectarse sangre de (oso no coche) Panda compatible bajo el lema de " !que el panda viva en mí!".






(hymNext Designer Hymen Series (2004-2005, Julia Reodica. Diseño de himenes a partir de sus propias células vaginales, para poner en cuestión el valor de la virginidad en determinadas culturas mostrando la facilidad de su cultivo y regeneración)

jueves, 5 de junio de 2008

Para mutantes 2



La pregunta formulada en el post anterior se refería a si el arte posthumanista significa el agotamiento de un viejo paradigma cultural o más bien la emergencia de uno nuevo. Creo que ni una cosa ni la otra. Es la continuación del viejo paradigma cultural con los nuevos medios tecnológicos. No quiero que se vea en ello el ninguneo que practican los filósofos, quienes acostumbran a minimizar las opiniones ajenas remitiéndolas a lo que ya dijo un presocrático tan ignoto como inédito.


Como ya he expuesto en otras ocasiones, me parece que estas propuestas se inscriben en los "relatos de segunda creación" inspirados en el Génesis. Por ello, se puede considerar a Dios como el primer artista posthumanista. Concretamente, en la creación de Adán y Eva tenemos los primeros ejemplos de arte transorgánico y transexual.








(Prottein Lattice -Red Portrait. Patricia Piccinini, 1997)


Pero, atentos a la obra de Blake, que es otro relato de creación distinto y apunta antes y ahora a la responsabilidad por la creación:


"¿Te pedí,/Por ventura, Creador, que transformaras/ En hombre este barro del que vengo?/¿Te imploré alguna vez que me sacaras/De la oscuridad?" (Milton. El paraíso perdido). Citado al comienzo de Frankenstein o el moderno Prometeo.




(Transpermia. Marcel.li Antúnez Roca, 2003.)

martes, 3 de junio de 2008

Para mutantes 1



Es el mejor libro que he visto y leído sobre arte y posthumanismo. Breve, y con un pensamiento en imágenes magnífico. Ha sido una sorpresa ya que, después de mis dos últimos libros, mi humanismo tecnológico no se avenía muy bien ni con la utopía del transhumanismo ni con la distopía del posthumanismo. Y lo que es peor, me parecían conceptos obsoletos. Aquí encontramos toda una serie de temas que nos hacen pensar y de imágenes que nos piensan. Voy a dedicarles algunos post.


Primero, como decía Roy Batty, questions.




"¿Hay que ver en esta fábrica del posthumano, cuyo símbolo es el híbrido, el agotamiento de una antigua cultura enraizada en un imaginario ligado al cuerpo de los dioses, imaginario que expresa la manera en que el hombre al hilo de la historia ha concebido y sentido su propio cuerpo natural y "apolíneo", o bien se puede percibir en ello la emergencia de una nueva era, en sinergia con la evolución tecnológica del mundo donde el cuerpo será el laboratorio de los posibles?" (p.83).


(Senseless. Simon Costin, 1996)

sábado, 31 de mayo de 2008

Estética y Cine


La lectura de este libro me ha dejado desconcertado. ¿Merece la pena hacer un comentario para decir esto? Quizá sí, porque la crítica literaria no debería limitarse sólo a los libros que nos gustan o disgustan, que nos sentimos capaces de juzgar, sino también a los que no sabemos qué hacer con ellos. Esperábamos mucho por el título y luego…Tampoco es exactamente una decepción, si acaso de uno mismo.


Su tesis no puede ser más atractiva –al menos para mí- : Ha pasado el período “semiológico”, luego el “narratológico”, del cine, y estamos entrando en el período “estético”. Basta con repasar el índice del libro para ver que los elementos de la estética clásica y su taxonomía categorial están ahí: las referencias a Baumgarten y Kant, al gusto, lo bello y la modernidad, al arte, y sobre todo, a las diferentes teorías sobre el cine, especialmente francesas. Me ha conmovido especialmente un título: “¿Es la estética del cine una disciplina?". E intrigado: “El caso Godard: ¿autor o artista?”. El balanceo acaba mareando.


El desconcierto al que aludía no es fruto de una discrepancia con el autor. No le critico como autor sino que me descalifico como su lector. Sencillamente, debo reconocer que no entiendo lo que dice. Solamente algunas citas, cosas sueltas aquí y allá. Puedo describir mi experiencia de la lectura desde una perspectiva estética: me han dado a probar algo, reconozco los ingredientes, pero no sé a qué sabe, no sé lo que es. Intento ser más preciso: no veo lo que dice. Y aquí pasamos de un libro sobre estética al tema de la experiencia estética, subjetiva siempre, (¡qué le vamos a hacer si somos sujetos!) pero con vocación intersubjetiva, como mandan los clásicos.




Y es precisamente en una cita de los clásicos donde Chateau me da una cierta luz. Dice que Kant empleó la lógica para explicar una estética que precisamente se sustrae a la lógica. Éste es mi problema con el libro de Chateau, que emplea de hecho una estética entendida como teoría de un arte, mientras que lo que le apetecería hacer es lo que según él recomienda Antonioni: “la mejor manera de mirar un film es hacerlo de modo que se convierta en una experiencia personal”. Cierto, pero entonces, como me recomendaba Vicente Luis Mora, no nos liemos con los conceptos y empecemos con los ejemplos.

miércoles, 28 de mayo de 2008

La censura estética.

Probablemente esté equivocado, y todo sea fruto de una deformación profesional, pero últimamente veo a la Estética por todas partes. Incluso me atrevería decir que estamos, como en el ciberespacio de Gibson, ante una “alucinación consensuada”.

Me apresuro a aclarar que no me refiero al fenómeno del esteticismo, cuya denuncia tantos jornales nos ha dado a ganar, y los que restan todavía. Tampoco al espectacular ataque de moralina que les ha entrado a los eternamente junior posmodernos (hablo de los mayores de 50 años), al sentir de cerca el aliento de las siguientes generaciones. Resulta conmovedor leer ahora los alicaídos suplementos culturales. Finalmente, no aludo a las agresiones contra la sacrosanta libertad de los artistas.

No, lo que me sorprende es algo más sencillo y cotidiano, concerniente a la actualidad política, donde la referencia a la estética se ha convertido en arma arrojadiza. Cada vez que una conducta no es punible jurídicamente, ni reprobable éticamente, se acude, a falta de otros argumentos, a la censura estética como instrumento político. Será legal –dicen-, refiriéndose a un determinado comportamiento, pero no es estético.

¿Qué quieren decir con ello?

Antes, guardar las apariencias era señal de hipocresía. Ahora, cuidar las apariencias se ha convertido en un imperativo estético.

¿Qué son las apariencias?

martes, 27 de mayo de 2008

Artefactos temporales

(François Perrier. El tiempo devorando las obras de arte)

Carmen González García, artista, acaba de defender brillantemente su tesis doctoral con el título: Artefactos temporales. El uso del tiempo como material en las prácticas artísticas contemporáneas.
Destaco una reflexión final.
"Y ya que hemos incluido la palabra “tiempo” en nuestro vocabulario artístico, me gustaría terminar esta presentación usando esa palabra. Ya en la página 196 de la tesis planteé la siguiente pregunta: “¿No es posible incorporar de igual modo el tiempo en la lista de materiales que observamos en las cartelas explicativas con el título de las obras?” Y contesté lo siguiente: “Sostengo que esto no sólo es perfectamente legítimo, sino que además es muy deseable. Pues, aunque inicialmente pudiera parecer desconcertante, si el tiempo asociado a otros materiales es un elemento que se usa con plena conciencia de los significados que genera y de las particularidades que implica, ese reconocimiento sería algo clarificador para el espectador. La posibilidad que el arte nos brinda de otorgarle al tiempo la cualidad de ser material artístico conlleva, por tanto, que se le reconozca como un recurso más”.

viernes, 23 de mayo de 2008

El anuncio de la hora incierta


Si los personajes de las novelas, dice Kundera, nacen de un gesto, ¿qué personaje saldría de un niño que mira un anuncio de Nitrato de Chile? El cartel es sencillo y expresivo: un jinete en sombra se recorta sobre un fondo de sol. Hay una sugerencia “abonad con” y en grandes letras “Nitrato de Chile”. La rotundidad de la imagen está acompañada por el texto. Forman una unidad. Las dos, imagen y letras, en su simplicidad recrean un mensaje de gran impacto visual.

En una época de posguerra en la que son raros los anuncios en el campo, éste hace de intermedio entre el campo y la ciudad. No está en vallas (todavía no han invadido el campo), pero sí en placas de azulejo pegadas a las casas, a las tiendas, en las solitarias casetas de los peones de caminero. Es, más que un anuncio publicitario de un producto, una seña de identidad. No es el anuncio del cowboy en las manadas de vacas, que tantas identidades concitó en los cines de barrio. No es una estampa viril y dominante. Es una figura a caballo que pasea relajada, con una mano en la cadera, entre los trigales, apenas entrevistos. El sombrero le protege de un sol amarillo, no oro, en los azulejos cada vez más descoloridos.

Lo que el cartel ayuda a construir es una identidad visual. Es una estampa de lo sublime cotidiano: un jinete en los campos. Pero la silueta en negro hace que brote algo extraordinario de lo ordinario, algo enigmático, la promesa de un cambio, de un viaje. No tanto, o sólo, hacia dónde se puede ir, sino de lo que viene: Chile. La figura es el viaje de ida, el texto el viaje de vuelta. En un medio donde no hay grandes cambios aparece algo del otro lado del océano. En el campo, el anuncio de Nitrato de Chile no equivale a lo que en el ambiente urbano es el anuncio de los mares del sur. Ésta es la imagen de la huida, aquélla de sitios distintos, pero que serán familiares.

Ese cartel es contemplado por varios, en distintos lugares, en diferentes tiempos. Pero también por la misma persona. Y así nacen las novelas. Es un anuncio de identidades híbridas. El niño ha visto el cartel en el campo y en los sacos de abono. En éstos, el diseño se estiliza todavía más, todo es en negro, como un tampón sobre el sargo duro y áspero. No hay mucho tiempo, el trabajo apremia. En el campo no hay poesía. Más tarde lo ve luminoso en los anuncios de la ciudad. El niño no es del campo, tampoco es de la ciudad. Está en esa edad en la que el anuncio es éso, como él, una promesa, una invitación y un interrogante. Pero en el campo no hay promesas, sino repetición. No sabe si la promesa va dirigida a él y duda. Se estremece ante esa sombra contra un fondo de luz: puede significar una aurora o un ocaso. Es el anuncio de la hora incierta.

sábado, 17 de mayo de 2008

Breves profanos

· Nuestros ateos son gente piadosa.

· A falta de argumentos producción de símbolos.

· Los centros de arte contemporáneo: supermercados de trascendencia prêt-à-porter.

· La industria de la cultura sobrevive criticando un poco a la industria cultural.

· Es más barato practicar la caridad que financiar la justicia.

· No hay mejor madre para el artista que la Administración.

· Ser auténtico resulta hoy carísimo.