sábado, 14 de marzo de 2009

La huida como una de las bellas artes

Ha acabado el Master. Para el cruce entre las novelas y guiones de Handke y las road movies de Wenders nos hubiera venido bien esta cita que recupero ahora de Pero yo sólo vivo de los intersticios de Handke:
“¿Por qué no hay héroes de la huida? Todos dicen: tú te evades de la realidad. ¿No es la huida un arte?”.

miércoles, 4 de marzo de 2009

Bolonia y la Filosofía

Me han pedido mis colegas filósofos algunas reflexiones sobre Bolonia y la Filosofía.Vaya por delante que, más allá del aprecio por algunas mejoras técnicas imprescindibles, tengo graves reservas sobre la filosofía del proceso, y coincido con los brillantes artículos que compañeros nuestros han publicado en la prensa. No me parece justa la descalificación de los mismos por la presunta resistencia a una renovación docente, a todas luces necesaria, máxime cuando ya muchos la estaban practicando, por su cuenta, y no siempre con los apoyos deseados. Tampoco estimo que la alternativa sea la creación de una “universidad virtual”: usar nuevas tecnologías no nos convierte en seres virtuales, terminología, dicho sea de paso, desfasada, más propia de los años noventa del siglo pasado. Quizá estos entusiastas comiencen a ver las cosas de otro modo cuando la universidad real deje de pagarles los sueldos, y remita sus airadas quejas a la universidad virtual. Posibilidad no tan remota al paso que vamos.

Dicho esto, la crítica filosófica debería contener también una autocrítica. Tengo mucha mejor opinión de la filosofía en la enseñanza secundaria que en la universidad. He sido testigo durante años de la labor abnegada de sus profesorado, y de las iniciativas con las que intentan motivar a sus alumnos. Con escasas excepciones, no ocurre lo mismo en la universidad. Se ha perdido la oportunidad de hacer planes de estudio verdaderamente nuevos, y de los máster recién implantados no llegan buenas vibraciones. En este sentido, creo que deberíamos ser un poco más honestos con la sociedad: reclamamos un trato de excelencia que no siempre nos merecemos. Entre otras cosas porque, a diferencia de lo que recomendaba Kant, quizá enseñemos filosofía, pero es incierto que enseñemos a filosofar.

martes, 3 de marzo de 2009

La tarde del lector


A veces una cita no es un lastre, sino el helio que permite volar al libro. Es lo que sucede con la cita de Goethe que aparece al final del libro: “…todo está ahí y yo no soy nada”. El libro, en este sentido, nace de un intento de “desyoizar”, de “encontrarse por fin fuera con las cosas….”. Lo curioso es que cuando uno sale fuera es cuando se queda solo, solo con las cosas, mientras que, al revés del tópico romántico, cuando está dentro, lleva todo el mundo consigo, lo saca como una tela de araña. El escritor no es escritor cuando está dentro escribiendo sobre lo que ocurre fuera, sino cuando está fuera escribiendo sobre lo que ocurre dentro.

miércoles, 25 de febrero de 2009

Hopper revisitado



















Imágenes tomadas de este blog.

jueves, 19 de febrero de 2009

Una imagen en espera



"De quien más me gustaría hablar es de Edward Hopper, naturalmente de sus cuadros urbanos. Edward Hopper siempre parte de un lugar particular, incluso allí donde sus imágenes parecen abstractas y universales. Está el famoso lienzo de una calle de Nueva York con una barbería en el centro. Para mí es un cuadro que guarda una conmovedora relación tanto con el cine como con la fotografía. Lo he visto muchas veces; está expuesto en el Whitney Museum de Nueva York. He estado allí en repetidas ocasiones y siempre he pensado que, en mi siguiente visita, el cuadro cambiaría: quizá ahora hay alguien andando frente a la barbería. Es un cuadro donde siempre parece que se vaya a producir una transformación: que cambie la luz, por ejemplo. Es una imagen en espera. Guarda una gran afinidad con la fotografía, aunque, en realidad, es menos rígida que una fotografía" (Wim Wenders)


sábado, 14 de febrero de 2009

Capitalismo trascendental

Referido a la actividad inmunológica de los departamentos comerciales que, siguiendo directrices kantianas, promueven la reflexión sobre las condiciones de posibilidad de la industria cultural y la crítica radical de las mismas, todo ello en orden a probar la buena salud y favorecer la venta creciente del producto.

miércoles, 11 de febrero de 2009

"Arte en la edad del pavo"

Recomiendo el artículo de Elena Vozmediano “Arte en la edad del pavo” publicado en Revista de Occidente (febrero, 2009, nº 333).

Entresaco dos párrafos:
“ Galerías y museos de renombre dan pábulo a artistas que se expresan con una pobreza de medios y de contenidos pasmosa, con una falsa ingenuidad, una torpeza y un falso amateurismo –la mayoría de los artistas jóvenes han pasado por las facultades de Bellas Artes y se les supone una formación. La banalidad de estas posturas es similar a las de los artistas "de club", que han introducido la discoteca, la moda y el petardeo en los museos. No es raro que, como Murakami, estos artistas ronden los cuarenta y tengan edad, por tanto, de tener hijos adolescentes”

[…] Lo subrayaba Daniele Capra, en su ponencia "Against the Aesthetics of Funny", publicada en las actas del Third CEI Venice Forum for Contemporary Art Curators (Trieste Contemporanea, 2007): la estética de lo divertido afecta tanto a las obras de arte como a la experiencia de la visita al museo. El visitante, dice, debe poder disfrutar relajadamente de lo que se le ofrece, sin que se le exija gran esfuerzo intelectual. Y, añade muy acertadamente, el kidult preferirá una exposición de arte contemporáneo a otra de arte histórico, ya que espera de aquél un componente de diversión. Incluso si lo que ve le choca o incluso le escandaliza. Es lo que comprobamos –aunque cada año menos- en ARCO”

lunes, 9 de febrero de 2009

lunes, 2 de febrero de 2009

Magnífica miseria

Adelanto un pequeño texto del libro que publico la semana que viene en el CENDEAC de Murcia con el título Magnífica miseria. Dialéctica del romanticismo.




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Así, por ejemplo, percibimos pictóricamente el contraste que se encierra en la expresión «magnífica miseria». Basta contemplar el cuadro Los apestados de Jaffa( A. J. Gros,1804) en el que Napoleón toca los bubones de uno de los apestados. Es un cuadro de los llamados«históricos», no sólo por la temática, sino porque su intención es hacer y construir historia. La historia se hace con gestos y con gestas. Es aquí la historia de un gran hombre, de un héroe, que con valentía y compasión se presenta en el lugar en que sufren sus soldados y toca sin miedo y repugnancia los bubones de los apestados. El gesto transfigura todo y los ojos apenas perciben el contraste entre los magníficos uniformes y los harapos de los moribundos, resuelta momentáneamente la contradicción en la mirada de esperanza del agraciado.

El gesto de Napoleón resalta todavía más si se compara con el de la figura que le sigue, también en gran uniforme, pero que se tapa la nariz, protegiéndose del contagio y en un gesto instintivo de asco ante el mal olor. Si la primera figura es sublime, la segunda es vulgar. Pero, además, el acto de Napoleón así narrado por el pintor tiene un carácter contextual y de legitimación, y es el de inscribir retrospectivamente el gesto del entonces general en la tradición de la monarquía legítima en la que se decía que el rey tenía poderes curativos. Hay, pues, un nítido contraste entre la impotencia de los afectados por la peste que mata y el poder del héroe que cura por delegación divina. Y qué mejor que un marco oriental para los contrastes y maravillas que sobrepasan al racionalista visitante europeo. Todo queda romantizado: peste negra envuelta en luz a raudales, amarilla, oriental. Las figuras del dolor son escultóricas, incluidas las de los más desgraciados. Un conjunto espectral.
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Cierto es que en el cuadro de Gros el objetivo no es tanto documentar como construir una identidad heroica. Géricault entrevistó a supervivientes del naufragio, casi pintó con cadáveres. En éste, Gros quizá inventa un hecho, en el pleno sentido de la palabra: encuentra lo que pone. Efectivamente, Alfredo de Paz señala (La revolución romántica) que la escena es mentira, pues Napoleón había mandado envenenar a los enfermos para que no fueran un estorbo. Lo que sí es cierto es que el tema se inscribe en uno de los hechos más brutales y repudiables de la campaña de Egipto, con fusilamientos masivos de prisioneros, escenas de violaciones y pillajes. Esta es la realidad contextual que se resiste a ser convertida en elemento de publicidad y propaganda, por lo que la opción del arte va tomando el camino en Géricault de que no puede, no debe embellecerla y sustituirla, mentir. Lo que plantea un tema fascinante y es la relación del
romanticismo con la historia, la importancia de considerar los «hechos» al hilo de la construcción de la imaginación histórica.
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