jueves, 4 de agosto de 2016

Marianne Ihlen...28 de julio 2016



“Bien, Marianne, hemos llegado a este tiempo en que somos tan viejos que nuestros cuerpos se caen a pedazos; pienso que te seguiré muy pronto. Que sepas que estoy tan cerca de ti que, si extiendes tu mano, creo que podrás tocar la mía. Ya sabes que siempre te he amado por tu belleza y tu sabiduría pero no necesito extenderme sobre eso ya que tú lo sabes todo. Solo quiero desearte un buen viaje. Adiós, vieja amiga. Todo el amor, te veré por el camino.”







What I’m Doing Here
I do not know if the world has lied
I have lied
I do not know if the world has conspired against love
I have conspired against love
The atmosphere of torture is no comfort
I have tortured
Even without the mushroom cloud
still I would have hated
Listen
I would have done the same things
even if there were no death
I will not be held like a drunkard
under the cold tap of facts
I refuse the universal alibi

Like an empty telephone booth passed at night
and remembered
like mirrors in a movie palace lobby consulted
only on the way out
like a nymphomaniac who binds a thousand
into strange brotherhood
I wait
for each one of you to confess


Waiting for Marianne
I have lost a telephone
with your smell in it



Interviewer: Are you suggesting the disintegration of personality when you quote from Primo Levi at the beginning of Flowers for Hitler?
quoteup2
That quotation [by Primo Levi, used at the beginning of Cohen’s Flowers for Hitler] is, ‘Take care not to let it happen in your own homes.’ He’s saying, what point is there to a political solution if in the homes these tortures and mutilations continue? That’s what Flowers For Hitler is all about. It’s taking the mythology of the concentration camps and bringing it into the living room and saying, ‘This is what we do to each other.’ We outlaw genocide and concentration camps and gas and that, but if a man leaves his wife or they are cruel to each other, then that cruelty is going to find a manifestation if he has a political capacity; and he has. There’s no point in refusing to acknowledge the wrathful deities. That’s like putting pants on the legs of pianos like the Victorians did. The fact is that we all succumb to lustful thoughts, to evil thoughts, to thoughts of torture.quotedown2
Leonard Cohen

domingo, 3 de julio de 2016

viernes, 10 de junio de 2016

jueves, 9 de junio de 2016

miércoles, 8 de junio de 2016

jueves, 26 de mayo de 2016

lecciones de historia










En Lecciones de Historia (1972) es preciso atender no tanto o solo a las lecciones de historia que se imparten textualmente sino sobre todo y en especial a cómo se imparten fílmicamente. Al fin y al cabo este es el objeto de la película. En ese cómo destacan el ritmo y las imágenes intermedias no solo visuales sino sonoras. Las películas de los Straub-Huillet no tienen destinatarios, ni siquiera ellos mismos, y todavía menos encarnan el patetismo metafórico de la botella arrojada al mar tan caro a los académicos alojados en el Hotel Abismo. Cada plano niega al anterior, las entrevistas son atrabiliarias, rechazan al agudo exégeta : Que no, que no, que no proyecté en Bach mis problemas de financiación, que tampoco metí con calzador el tema del (mi) exilio en la película sobre Schönberg, que no me psicoanalizo a costa de los espectadores en mis películas como hace Godard. En fin...

Frente a lo que podía esperarse como una lección de historia de hechos relevantes, una historia teleológica, asistimos a una historia caótica de piezas irrelevantes e intrascendentes, difíciles de casar, de encajar en la historia oficial. Se trata de la historia concebida como crítica de la economía política, ciertamente, pero sin moralina. Es un cine de conocimiento pero no de denuncia, redención o salvación, esto último pertenece a otro Negociado, el ético. Es la otra historia, sí, desde el punto de vista de un esclavo, pero no según el esquema edificante de historia de los vencidos que adoptan el mismo punto de vista narrativo de los vencedores, solo que ahora les toca a ellos. No, este esclavo ama a su señor, le ayuda en su desvalimiento e inutilidad, le admira por su capacidad de supervivencia de clase noble, que siempre caerá de pie, al borde del abismo pero salvándose en el último momento con una pirueta mezcla de inconsciencia y destreza heredada de generaciones. Las Memorias del esclavo son un testimonio (“mártir”) de una oportunidad para él irrepetible de contar lo que realmente sucedió y, para Brecht, sigue sucediendo: que toda la retahíla de consideraciones ejemplares sobre el kalos kai agathos de entonces, y la publicidad atosigante en torno a la beautiful people de ahora lo que revela, en el fondo, es que se trata de una colección de desaprensivos, simpáticos y sin escrúpulos, que la cultura ha convertido y convertirá en objeto de culto y de nostalgia.Solo es cuestión de tiempo, y el tiempo tiene mucho tiempo, nosotros no.










El modo fílmico de hacer historia es discontinuo frente a la continuidad narrativa textual. Por ello, los tiempos muertos, de movimiento incesante, pero no narrativo, cobran una importancia singular, así como los relatos en los que más que dibujar una personalidad se desdibuja en persona, en máscara. El “ahora” se parece mucho al “ayer”, aunque solo sea porque es hijo suyo. Pero no hay un “tiempo ahora”, ese tiempo fuerte expresionista (rebajado a “líquido” por la incontinencia literaria de Bauman) que encandiló por igual al marxismo heterodoxo de “San” Benjamin y al nazismo sui generis de “Herr” Heidegger.








Así los 9 minutos iniciales de tráfico caótico en el laberinto urbano, observados por esa fuente romana, una Gorgona terrible por lo apacible de su indiferencia al paso del tiempo humano. Esta secuencia se va a repetir incomprensible pero decisivamente, con pocas variantes, a lo largo de la película. No sucede nada en esa conducción lenta, llena de obstáculos, ruidos de claxon, de motor, voces de transeúntes, guiada por el ojo incierto del parabrisas a duras penas por las callejuelas de la Roma vieja, sin un destino aparente, aunque luego le vemos, de repente, sentado  junto a una figura romana togada que recita una historia de manera mecánica, monótona, artificial, deshumanizada, de las andanzas de Julio César. Es una memoria del presente, indagando, (re)construyendo la otra historia desde sus orígenes de la democracia, el lado sangriento de los ideales. Así conocerá de segunda mano la leyenda del “señor” Julio César vinculado a ella pero que en el texto de Brecht no tiene nada de glorioso, épico o heroico. Todo lo contrario, emerge en la memoria de las Memorias como un político del trapicheo, amoral, depresivo, obsesionado con satisfacer las ambiguas direcciones del bajo vientre; un vulgar especulador entrampado por las deudas que comercia con todo, especialmente con los esclavos, para salir de unas y entrar en otras. Es miembro de un Senado depredador y venal, un recinto de mercadeo en el que se planifican las guerras como avatares de comercio. Un César de pequeñas miserias pero a lo grande.



Tanto el recorrido de Roma como el discurso de las Memorias son cortados abruptamente en cadencias de 45 segundos por las imágenes de un torrente ruidoso y embravecido. No se encarecerá lo suficiente la importancia de lo sonoro en los Straub-Huillet para comprender su cine barroco deshumanizado…











(To be continued)

domingo, 22 de mayo de 2016