domingo, 16 de julio de 2017

calla pueblo, calla

Al finalizar el acto conmemorativo de los 40 años de las primeras elecciones democráticas los reyes se dirigieron a inaugurar la exposición Habla, pueblo, habla. Por cierto, ¿ha afanado alguien el seiscientos que había a la entrada? En la cartela se recuerda muy castizamente que es “un título cargado de reminiscencias entrañables” (Vino Tinto mayando y el futuro Chanquete enseñando a votar) y se concluye que el verdadero protagonista de esa historia llena de “éxitos” había sido el pueblo español. Optimismo antropológico aunque ese día no acudiera Zapatero.  El momento culminante de la visita fue la foto con el cuadro emblemático de la Transición española.























Como se temía su autor, Genovés, se ha convertido en un cuadro estetizado, fondo indispensable para todo tipo de fotografías institucionales y, recelaba, en un futuro para bodas y banquetes, sin descartar pases de moda. La estructura anular de la exposición conduce a él como protagonista y botón de engarce (es el único cuadro) de los modestos paneles y curiosas vitrinas que lo jalonan (en los Institutos de Secundaria hacen mejores exposiciones): con las elecciones del 15 de junio de 1977 habría acabado la transición de la dictadura a la democracia, democracia, el abrazo de la reconciliación. Da igual quiénes y a quién abrazan, minucias, lo importante es el símbolo, el abrazo. Es, se supone, el abrazo de gente  del pueblo habla, alborozada por hablar, transformado en demanda de pacto de y por los partidos. Abrazo y pacto acaban fundiéndose, confundiéndose, en el símbolo pero fueron y son dos cosas distintas. 

El cuadro, visto de cerca, es diferente de las reproducciones, especialmente en internet: las figuras más oscuras, el blanco menos blanco, granulado y recorrido por la textura del bastidor. No hay transiciones sino contraste de colores, de fotografías recortadas y pegadas sobre el fondo monocromo. Los famosos ocres, de haberlos, se pierden en la inadecuada iluminación. Las figuras van entrando por la izquierda y quedan paralizadas en la mujer de la derecha que abraza al vacío, con ella el cuadro sale fuera del cuadro, de la sala, hacia el futuro. 

Pero su presente no es la conmemoración de unas elecciones, de un habla pueblo, habla, sino de las cárceles y la demanda de amnistía, del tiempo del calla, pueblo, calla. De eso no se habla. Es la Transición intransitiva. En esta exposición el pueblo es una figura de espaldas,  un símbolo que se saca cuando conviene, como el cuadro, que ha pasado la mayor parte de su historia en los sótanos de los museos y que ahora está en préstamo temporal en el Salón de los Pasos Perdidos [sic] del Congreso de los Diputados. Una transición para el pueblo pero sin el pueblo cuyo futuro papel ya está definido, votad, es decir, ejerced de palmeros de los que realmente actúan. Habla: sí nos representan.

El protagonismo del pueblo es enfatizado al final de la cartela que abre la exposición firmada por la Presidenta del Congreso, Ana Pastor, y el Presidente del Senado, Pío García Escudero. El texto anterior es un buen ejemplo de esa metamorfosis del franquismo en la democracia. Así “vigorosa llamada” (“gritos de rigor”), el “liderazgo generoso y audaz” (Plaza de Oriente), “admiración de la opinión pública internacional” (“queda inaugurado este pantano”): “el pueblo español, que habló en 1977 para decir “democracia” es el verdadero protagonista de esa historia de éxitos, cuyos primeros pasos se cuentan en esta exposición”. En el vídeo final de la exposición aparece el momento de la votación de la Ley para la Reforma Política, que expresa esa metamorfosis “de la ley a ley”, de la dictadura en democracia. Es el 18 de noviembre de 1976 siendo aprobada por abrumadora mayoría lo que no obsta para el gesto de alivio de Adolfo Suárez. Un gesto poco reproducido. En unos meses se trocará en consternación por el inexplicable desencanto hacia la democracia recién nacida en las elecciones objeto de conmemoración. Luego vinieron otras elecciones...El llamado cine de "Caspa y Ensayo" da cuenta de ellas..











Es irresistible la tentación de parafrasear el conocido texto de Horkheimer y Adorno en Dialéctica de la Ilustración: la dictadura  es ya Transición y la Transición recae en  la dictadura; el mito es ya Transición y la Transición recae en mitología. Resultado: estamos en pleno posfascismo posmoderno.

miércoles, 12 de julio de 2017

jueves, 29 de junio de 2017

pifias reales




  
"Tres decisiones del pueblo español adoptadas con una extraordinaria participación popular y un sentido inequívoco del voto. Tres decisiones en las que el pueblo español decidió, sin reservas, caminar unido en una misma dirección:
En primer lugar, en la del gran proyecto de reconciliación nacional, el gran propósito nacional de unir a las dos Españas que helaban el corazón de Antonio Machado"
 Los versos de Machado que proponen lo contrario, no caer en dicotomías, escaparse de ellas, no intentar reconciliarse con la miseria

"Ya hay un español que quiere
vivir y a vivir empieza,
entre una España que muere
y otra España que bosteza.

Españolito que vienes
al mundo te guarde Dios.
una de las dos Españas
ha de helarte el corazón"


"Tres decisiones tomadas por el pueblo español que devolvieron a España la confianza en sí misma, la autoestima y el orgullo de ser, en primer lugar, un ejemplo para nosotros mismos y en segundo lugar, una referencia para las democracias en todo el mundo"

No es mal programa: reconciliar una España que muere de corrupción con otra que bosteza ante el bochornoso espectáculo mediático no apto para niños y adultos del Congreso. Conmigo que no cuenten, que se busquen otro "ejemplar". 
eee

miércoles, 28 de junio de 2017

el cabreo del real emérito


“…porque no nos podemos pasar otros cuarenta años hablando de los cuarenta años” (José Luis Garci. Solos en la madrugada, 1978).

Sí se puede. Al comienzo del programa nocturno José Sacristán enfatizaba (con esa radicalidad cómplice acreedora de un premio concedido por un jurado de los viejos tiempos): “esto es solo para los marginados de toda la vida”. La frase es interesante por ambigua, exponente de la publicidad clásica: los destinatarios del programa son una minoría, pero inmensa, niveladora de condiciones sociales y situaciones, pues se trata de los marginados de toda la vida por la vida toda. También puede referirse ucrónicamente a los marginados como el lumpen social que sobrevive en la marginalidad o a los marginados de “toda la vida”, es decir, a la minoría selecta que vive como dios de la marginalidad, eso sí, lamentándose de ello. Con su final new age Garci elige un camino intermedio, de consenso. Pesan los reproches de las tres mujeres de su vida: “no te enteras”, porque no escuchas, o dicho en otros términos más (in)actuales, “You know nothing, Jon Snow”.

Estaba pacíficamente escribiendo estas líneas para un libro inacabable cuando leo en El País, el periódico de la Transición, que el rey Don Juan Carlos no ha sido invitado a los actos conmemorativos de lo que él fue protagonista destacado. Ha trascendido el cabreo ("irritado", para ser exactos) del real emérito (no emérito real, un oxímoron, pues todo emérito es un zombi) que no se acaba de creer las razones de protocolo y se malicia otras, máxime cuando mira, dice, "hasta han invitado a las nietas de la Pasionaria". Al menos se ha ahorrado la humillación de que ha sido víctima Alfonso Guerra al que intentaron en un primer momento confinar al gallinero. Triste destino para los padres de la Constitución.

El 23 de febrero de 2014 se estrenó en la Sexta de TV el mockumentary de Jordi Évole Operación Palace El rey Juan Carlos sería el mayor beneficiario de un montaje cuyo principal objetivo era “reforzar a la monarquía”, elaborar el imaginario de un rey que trajo la democracia y la salvó. Sin embargo, las sospechas sobre la actuación del rey se ven refrendadas estéticamente no solo por los testimonios sino por las sombras que se ciernen en la pantalla cuando tiene lugar ese mismo discurso en que mandó parar. El fondo se va convirtiendo en algo espectral mientras que la figura se recorta en la presencia siniestra de una ausencia inquietante: la verdad. 


domingo, 18 de junio de 2017

viernes, 2 de junio de 2017

miércoles, 31 de mayo de 2017

sábado, 27 de mayo de 2017

lunes, 8 de mayo de 2017

jueves, 27 de abril de 2017

una nueva plaga


Que la Momia está recuperando sus poderes se hace patente en la aparición masiva de una nueva plaga: las encuestas de satisfacción. Una de las cosas más insatisfactorias de la vida. Una nueva forma de vampirismo. Nosferatu ya no se corta un pelo: "solo te quitaremos unos minutos" (de vida).


lunes, 10 de abril de 2017

lunes, 27 de febrero de 2017

Pobre Filosofía, la que tiene que servir....



No por cada vez más angustiosas son menos rancias algunas de las defensas que se hacen de la Filosofía. Ante un presente inquieto por la amenaza de un futuro precario, entiéndase "institucional", se recuerdan los méritos de filósofos pasados (también de alguna filósofa, como María Zambrano)  como garantía de que la capacidad de reflexión y de crítica es algo (contra Sócrates) que heredan estos hijos funcionarios de aquellos padres que mayoritariamente no alcanzaron tan bienaventurada condición.

Sin embargo a una sociedad, como la española, que tradicionalmente le ha importado poco la educación y a unos políticos pendientes solo del GRAN PACTO que ellos mismos hacen imposible, semejantes argumentos de autoridad acaban dejándoles fríos, cuando no irritados, aunque nunca indiferentes, siempre que vayan acompañados de una capacidad de hacer ruido que es, a la postre, lo único que no entendiendo al menos atienden.

En décadas pasadas (las agresiones no son de ahora) el método ha funcionado y una tercera de los periódicos en que se amenazaba con el Apocalipsis por parte de filósofos mediáticos de los de entonces lograba  frenar momentáneamente la entusiasta poda de la Filosofía en los planes de estudios en la Secundaria. Eran otros tiempos y los años no pasan en balde.

Ahora, la evidencia personal de las firmas ha dejado paso al viejo argumentario ontológico de para qué sirve la Filosofía: reflexión y crítica. El problema estriba en la exclusividad de la oferta, toda vez que el papel del filósofo ocasionalmente tertuliano es desempeñado por el tertuliano devenido filósofo a tiempo completo: reflexiona (es un decir) y, sobre todo, critica todo lo que le echen según los colores de quien le pague. Nada humano le es ajeno. Su función, asumida, no es la de ayudar a formar criterio sino a entretener, pequeños gladiadores que buscan inmovilizar al contrario interrumpiéndole constantemente. No necesitan justificarse cada día, simplemente hacen su trabajo. Tienen el valor añadido de la credibilidad ya que ofrecen respuestas, se les pregunte o no, mientras que los filósofos insisten en que ellos no ofrecen soluciones sino que solo plantean preguntas (las preguntas de la vida) reclamando cobrar por ello. No se entiende muy bien su pretensión de que, a pesar de todo, tiene que haber gente para todo.

¿Por qué la Filosofía se cree en la obligación de tener que presentar periódicamente pruebas de sangre de esta naturaleza para legitimar su trabajo en las instituciones? Su papel zarzuelero no es envidiable ya que ni siquiera le queda el consuelo de la picaresca: "pobre chica, la que tiene que servir..."

No se trata de frivolizar pero sí de recapitular. Resulta una obviedad, pero no hay Filosofía sino filosofías y estas últimas han experimentado un desarrollo tal en direcciones de la Lógica, la Ética y la Estética aplicadas (por citar solo algunas) que difícilmente se pueden encuadrar ni administrativa ni temáticamente en los marcos de la Metafísica y la Historia de la Filosofía, más aún, les cuesta seguir bajo el paraguas de la filosofía en singular. No es que haya que abrir la Filosofía sino que ya está abierta en carne viva hace mucho tiempo aunque no lo aparente por sus cerradas argumentaciones cuando intenta definir cuál es su servicio y la índole  de su presencia institucional. Se oye su voz pero no se percibe su latido. Las filosofías tienen mucho que ofrecer pero la Filosofía ofrece muy poco en su nombre.

A ello se añade otro elemento de desencanto. La gente parece cansada de la autoficción, la clónica diferencia repetitiva de los hijos de Deleuze, el incesante guiño cultural sin consecuencias, la sustitución del moderno de nobis ipsis silemus (sobre nosotros mismos callamos) con el posmoderno de nobis ipsis loquemur (sobre nosotros mismos hablamos). La gente disculpa que en la refriega dialéctica se atribuya la Ética de la razón pura a Kant, quizá sabedores (¡Ah, la sabiduría popular!) que es la obra que el célibe Kant presentó (sugerente anacronismo) bajo seudónimo al premio de La sonrisa vertical.

Por si acaso, no se ha mencionado en todos estas reivindicaciones de la filosofía el escrito de Schopenhauer Sobre la filosofía en la Universidad. No salimos bien parados. Ahí contrapone la filosofía como profesión a la filosofía como búsqueda de la verdad. No es solo que no busque la verdad es que tampoco se la deja buscar a otros, cegando el paso a las fuentes de la filosofía en los charcos de la (su) bibliografía.

La mediática antinomia schopenhaueriana entre la filosofía como profesión y vocación no siempre resulta tan clara. Más bien todo lo contrario. El prestigio de la filosofía en España se ha mantenido durante años gracias a excelentes profesores de Secundaria que se dejaban la piel en los Institutos, entusiasmaban a los alumnos y ahora, además, lo siguen haciendo en la web. Si tiene que haber una renovación de la filosofía en España debe partir de, en sentido orteguiano, una nueva sensibilidad social para ella y esa la tienen los profesores de Secundaria en su trato diario con los alumnos. La enseñanza de la filosofía en la Universidad se ha convertido en una sucursal de  UNED donde no se goza de sus privilegios y se padecen sus inconvenientes.