sábado, 28 de septiembre de 2019

Metrópolis 4


En esa atmósfera no resultan extraños los criminales, pero sí esos seres intermedios que no soportan lo totalitario y tienen que recoger a las víctimas de una democracia endeble, imperfecta, amenazada, corrupta, a los veteranos de guerra mendigos y las mujeres prostituidas, asesinadas. La sociedad no quiere verlos y aplaude la limpieza de los criminales por ellos mismos. A esa invisibilidad se enfrentan figuras como las del detective Bernie, otro ser intermedio, calificado como antihéroe por la “critica” y en la portada de la novela. Bernie es un perro inteligente, aunque no listo, que solo sabe hacer bien su trabajo, que quiere hacer bien su trabajo, aunque para ello no atienda de vez en cuando las órdenes del dueño, por una cuestión de ethos, no de ética. Porque, si hay que levantar alguna vez el brazo, se levanta. Es lo que le permite, ya que no prosperar, sobrevivir al cambio de dueños. Siempre le necesitan. Tampoco los puede evitar. El final será incierto. Recuerda vagamente al “anarca” de Jünger: demasiado poco comprometido para el poder, demasiado comprometido para los enemigos del poder. Acaba llamando a Thea von Harbou ofreciendo ideas para una nueva película sobre un asesino de niños…y por si cae una cena en Horcher.  




jueves, 26 de septiembre de 2019

Metrópolis 3


Ella dice que se llama Brigitte Mölbling y que ha trabajado en Metrópolis de Lang. Bernie tiene en el punto de mira a Lang por los antecedentes de violencia familiar y su gusto por el crimen. Demasiado cerca del abismo. Se enamora, o algo parecido, de aquella cuya descripción se ajusta a Brigitte Helm. Para Bernie no será la falsa María, le ayudará mucho, hasta que no puede más, porque ve en sus ojos de policía lo que ven a diario, aunque él crea que es capaz de poner entre paréntesis cuando parpadea: el vértigo del abismo que sube. Su carta de despedida es un recuerdo de todos los tópicos nietzscheanos.





miércoles, 25 de septiembre de 2019

Metrópolis 2



Metrópolis, esta novela, no es Babylon, nombre con el que se conocía a Berlín. La excelente serie Babylon Berlin basada en las novelas de Volker Kutscher tiene también como protagonista a un detective con los nervios destrozados por la gran guerra: Gereon Rath. La serie gusta porque tiene una estética propicia a moralizar: aprended del pasado o si no estaréis condenados a repetirlo. Está hecha desde la perspectiva del presente benjaminiano recreando el escalofrío del pasado con grandes medios. Es una estética Gran Hotel Abgrund para decirlo en términos de Lukácks. Y de abismo se habla también en la novela de Kerr, pero como no se sabe todavía el final de la historia, como se vive al día (el otro tiempo ahora) la posible e inevitable cita de Nietzsche queda todavía en el aire. Esperemos un poco más.

Metropolis como Babylon es la visión de Grosz sobre Berlín que expone en su conversación con Bernie. Lo llama “Metrópolis del infierno”, un horror fascinante plasmado en su cuadro. La descripción minuciosa de la decadencia, el crimen, las miserias de los veteranos de guerra despreciados, mendigando, la prostitución masculina y femenina que atrae a un turismo internacional…con todo, a pesar de todo, quizá por eso, Grosz dice que ahí está “la verdadera esencia de la humanidad”. De una forma u otra los habitantes de esa ciudad están heridos: los inválidos, los rotos por fuera y los rotos por dentro, que ahogan los sueños en el sueño con el alcohol (como el mismo Bernie) resultando una pesadilla. Es una ciudad degenerada heredera de un legado de indiferencia hacia la muerte y el sufrimiento que solo puede ser reflejado mediante un arte feo de lo feo. Donde los demás son capaces de apreciar la plenitud de un bello paisaje Grosz, dice, solo ve el ojo siniestro del agujero dejado por el obús. La metrópolis explota. 








Bernie señala, por el contrario, que en ese año de 1928 ha sido reconstruida en el museo Pergamon la puerta de Isthar en Babilonia. Pero que Berlín, a pesar de lo que dicen, no es Babilonia y no acabará como ella en un apocalipsis. Más que una metrópolis infierno, que la polifonía tecnológica sin entrañas de Ruttmann, que el Moloch glotón del vientre de Metrópolis, lo que dice percibir Bernie es el caos entrañable de un cuadro del viejo Brueghel. En estos cuadros, sin perder detalle del sindiós que hay abajo, suele aparecer una figura asomada a una ventanita. Kerr hace de Bernie un ser entre la acción y la contemplación. Cuando se ve en el espejo disfrazado como deshecho de antiguo veterano tirado en la calle para atrapar a un criminal deja de beber. No quiere acabar así, habitar el abismo sin hotel. Él, dice, a diferencia de Grosz, no ha renunciado a la belleza, a la esperanza, al optimismo, a que haya “un poco de ley y orden”, “un poco de moralidad”. Grosz le tacha de “joven e ingenuo”, pero le regala un esbozo de retrato hecho durante la conversación y Bernie, emocionado, lo coloca en su habitación junto al de Hegel.

domingo, 22 de septiembre de 2019

Metrópolis 1






Se puede teorizar sobre los cruces entre arte, cine, literatura (como si no pretendieran todas ellas ser artes), pero es preferible experimentar en acción las sinestesias de géneros y entonces la vida se vuelve gris y la teoría compleja, viva. La ocasión la brinda una novela - ¿negra? ¿policiaca? – póstuma de Philip Kerr, Metrópolis. Ya el título evoca un cuadro, una película, una novela. No en vano, pues con sus autores conversará el detective Bernie Gunther en ese retorno a sus orígenes después de los tumbos que le hace dar Kerr en las últimas novelas. El resultado es la creación de una atmósfera difícil de respirar que acredita a Berlín como capital del siglo XX después de la Viena fin de siglo.






La lectura es para el cerebro un festín de sinestesias. El olor dulzón de los cadáveres alineados en la morgue para que puedan ser visitados por los berlineses curiosos, amantes, sobre todo, pese a todo, de la violencia. Es una secuela, otra más, neurológica de la Gran Guerra. Así Grosz, después de un servicio militar breve y accidentado, se pasea entre las filas de cadáveres buscando con interés los cuerpos mutilados de las mujeres asesinadas, reventadas, para dibujarlos una y otra vez. Barrios enteros mueren de inanición, pero no hay nada como una comida en Horcher, naturalmente si eres invitado, ya que no te lo puedes permitir, y no importa solo la degustación sino el recuerdo pormenorizado del menú. La bebida es el combustible de la vida dañada: la cerveza que corre por la garganta aliviando el schnapps que la quema y requiere; la petaca de buen ron austriaco que ayuda a pasar de un crimen a otro; los garitos en que se mezclan el olor a serrín, los orines y el matarratas de garrafa; los cafés en que se conciertan citas y se deshacen. Los cabarés son el paréntesis de la vida cotidiana, el espectáculo de evasión, del tacto furtivo, de la risa cruel por la miseria artística de aquellas a quienes han prometido lo sublime los empresarios y solo son una colección de juguetes rotos. Pero también de la vida al instante, del ser para la muerte, pero todavía no, de ser para la vida, de estar ahora, de la decisión por el amor hacia la inmortalidad del momento, de un barroquismo negro invertido, de la danza histérica de la vida. Bernie piensa, al final, que recibirá muchas cartas de amor en despedida, diciéndole que solo ha podido ser (nada menos) un instante porque vive, huele, palpa, ausculta, cose, demasiado las entrañas de Berlín: la sinfonía de la gran ciudad

domingo, 15 de septiembre de 2019

Sedlacek-Friedrich




Secesión, Nueva Objetividad, Realismo mágico..., sorprende en el Albertina el diálogo de estilos en el paso de la naturaleza a materia sin perder por ello su carácter sublime y siempre con espectador. 

domingo, 8 de septiembre de 2019

sábado, 31 de agosto de 2019

sábado, 17 de agosto de 2019

domingo, 4 de agosto de 2019

No habrá otra guerra civil



Ha muerto Roberto Bodegas el inventor, según José Sacristán, de la llamada “tercera vía” del cine español. Esa que Wikipedia describe como la que “hace un cine socialmente comprometido pero que fuera comercial” y que tiene como uno de sus temas recurrentes la indagación sobre la naturaleza y el porvenir de los llamados “nuevos españoles”. Estos responden al diagnóstico que hace el psiquiatra en Vida conyugal sana: “una neurosis con cambio alternante de la personalidad”. Este tipo de cine, entre el de “caspa y ensayo” y el político, aporta una información que no ha sido tenida suficientemente en cuenta a la hora de estudiar el fenómeno denominado la Transición.
La épica de la Transición es una épica de anuncio de reconciliación, encuentro, acuerdo, en la que se ahorra la violencia del día a día pero que es el fondo mate inexcusable sobre el que resalta el colorido de lo otro. La clase media, en torno a la treintena, de lo que se denominó “los nuevos españoles” es una generación que ha trabajado mucho antes y que, por primera vez, se aburre, el cambio no llega, no llegará, no era eso, entra en crisis, necesita emociones para sobrevivir. Será la generación en los ochenta de las segundas aventuras, segundo coche, segunda residencia, segunda mujer, segundo trabajo, segunda opción política…y siempre sintiendo, al menos de cara a fuera, lástima de sí mismos. Son, ante todo, víctimas, un tanto aprovechadas, todo hay que decirlo. Lo importante es si cuela o no el relato. Con un certero título Fernando Colomo describió en 1982 esta situación permanente: Estoy en crisis.
Lo que define a una clase social en la época del desarrollismo franquista y los populismos post 15M es la secuencia de la preocupación por el dinero: si le preocupa día a día es de clase baja, si no le preocupa a fin de mes es de clase media, y si no sabe de qué estamos hablando es de clase alta. Las clases medias son “los nuevos españoles” de la Transición y quienes la revisan (re) estableciendo los imaginarios estéticos de la transición, del “relato”, es la izquierda sentimental. Ahora, como entonces, hay momentos de crispación máxima en que amenaza romperse todo. Pero no contaban con la sabia previsión de Su Excelencia:

“Él me dijo:
 ― “Lo que realmente interesa a su presidente es lo que acontecerá en España después de mi muerte, ¿no?”. Le contesté:
― “Mi general. Sí”
― “Siéntese, se lo voy a decir: yo he creado ciertas instituciones, nadie piensa que funcionarán. Están equivocados: el Príncipe será Rey, porque no hay alternativa. España irá lejos en el camino que desean ustedes, los ingleses, y los franceses: democracia, pornografía, droga y qué sé yo. Habrá grandes locuras, pero ninguna de ellas será fatal para España” Yo le dije:
― “Pero mi general, ¿cómo puede usted estar seguro?”
― “Porque yo voy a dejar algo que no encontré al asumir el gobierno de este país hace cuarenta años” Yo pensé que iba a decir “las Fuerzas Armadas”, pero él dijo:
― “La clase media española. Diga a su presidente que confíe en el buen sentido del pueblo español. No habrá otra guerra civil.”
   Dicho esto, se levantó, me dio la mano y ya había terminado la entrevista”.  
(Vernon Walters. “Nixon me envió a hablar con Franco sobre su muerte”. ABC, Martes, 15-08-2000)



sábado, 3 de agosto de 2019

miércoles, 31 de julio de 2019

el ocaso de los abajo firmantes


Los abajo firmantes son un meme que se replica desde la resistencia al franquismo, los avatares de la Transición, la azarosa democracia hasta el sindiós actual. Los abajo firmantes conminan al presidente del gobierno a que ni se le ocurra pactar con Podemos mientras que otros abajo firmantes le apremian para que se deje de mandangas y lo haga, pero ya. Unos y otros argumentan con ideas y principios sin desdeñar la oportunidad del momento histórico. Lo cierto es que la cosa es mucho más seria: se trata lisa y llanamente de poder, antes llamado servicio público y ahora sillones. El posfascismo posmoderno en el que estamos instalados muestra sus dientes y se deja de remilgos cuando se llega al límite de conquistarlo o defenderlo tal como lo hacía el fascismo clásico. Las llamadas gentes de la cultura y el espectáculo (¿No son lo mismo?) habituales abajo firmantes se sienten todavía obligados a ejercer ese papel de mediadores ilustrados que les atribuía Kant en supuesta representación de un pueblo sin voz. Claro que antes no había redes sociales gritonas ni se podía montar una consulta a las bases en unas horas para que avalaran lo decidido por el líder único. Son los beneficios telemáticos de la democracia directa. Con ella no hacen falta los intermediarios y certifica el ocaso de los abajo firmantes que solo se representan a sí mismos y, a veces, ni eso.
Las NNTT han acabado con el intelectual clásico y dado paso al influencer; la tribuna de papel a la tertulia audiovisual; la idea a la ocurrencia; los hechos al relato. Lo importante es ganar el relato, es decir, presentarse como víctima de la maldad del otro, de su ansia de poder y de sillones. A Pablo Iglesias se le ha debido quedar cara de Urdangarin cuando este recriminado por su augusto suegro (él por Sánchez) debido a su falta de ejemplaridad contestaba que es lo que hacen todos. Eso es ejemplaridad, seguir y dar ejemplo. Un español bien nacido es un español ontológicamente indignado al que la vida, la administración, los vecinos y el Estado en cualquiera de sus manifestaciones hará una o muchas faenas a lo largo de su vida, especialmente a través de la agencia tributaria y que, en cuanto puede, se lo cobra. Sin remordimientos, porque se le debe todo, sin matices. La herencia del fascismo en el posfascismo posmoderno de la democracia española es la ausencia del sentido de lo público, no la confusión de lo privado y lo público, como se dice. Desde esta ausencia del sentido de lo público se explica mejor el caos político en el que todos los partidos se apresuran a construir el relato de que ellos no han sido, pero todos quieren su parte. Todos son las víctimas de un combate de egos. Pobres…de nosotros.



jueves, 25 de julio de 2019

Hauer


Se le recuerda por la originalidad del monólogo imitado sin pausa y se olvida el humilde carraspeo antes del like que marca la cesura entre la intensidad del corto tiempo vivido y lo breve de la muerte prevista. El carraspeo es el ritmo de la imagen que se escapa a la cita.

martes, 23 de julio de 2019

sábado, 20 de julio de 2019