miércoles, 5 de octubre de 2022

Cronenberg y la "nueva raza"



 Cronenberg ha vuelto a su “vieja carne” con una serie de imágenes desasosegantes, diálogos aforísticos, blockbuster y un guion que no va a ninguna parte, ya que es lo de menos. El título accidental, Crímenes del futuro (1970) despista por la inevitable sospecha de remake y hubiera sido más apropiado poner el de Vinieron de dentro de…(1975). Efectivamente, el protagonista es siempre el mismo, el cuerpo. Un cuerpo cuyo interior, torturado, malformado, invadido, mutado por trastornos genéticos de una sociedad enloquecida tecnológicamente, emerge incontenible reclamando visibilidad e incluso belleza. Vuelta a la estética de la “nueva carne” anunciada en Videodrome (1983), a la exposición de esa “belleza interior” de las malformaciones en Inseparables(1988), abandonando la tediosa verborrea de Cosmópolis (2012).




Todo esto es cierto, pero, en cierto modo, ha quedado obsoleto. El punto de mira no es ahora ni la vieja ni la nueva carne, sino la “nueva raza”, esa que se alimenta, como corresponde, de lo que encuentra en abundancia, los deshechos inorgánicos, el caos de plásticos que amueblan la casa. Los intelectuales pueden regodearse con elogios a la basura en general(que, obviamente, no se comen) pero la “nueva raza” es cazada por alimentarse de la basura industrial de la que proviene. ¿De dónde ha salido esta “nueva raza”? Creo que la respuesta sería la que dio Ballard respecto a su novela Crash llevada al cine por Cronenberg en 1996 : del sexo con las máquinas, no en las máquinas. Ahora se examina la posibilidad de la fusión humano máquina y su descendencia de comedores de plásticos.



El body art cambia de enfoque, no más choques y prótesis del sexo sino cirugía: “surgery is the new sex”. Así lo descubre la mejor actriz que llena la película con una intensidad contenida: Kristen Stewart. Vuelta al cuerpo como biopuerto. El homenaje a eXistenZ (1999) es icónico, nada de aquellos textos de Sartre y Heidegger que Cronenberg daba a los actores para que se fueran entonando. Quedan los huesos articulados, pero, sobre todo, la consola que hace de médium para las performances de extirpación de tumores. Este es un punto importante en medio de tanta casquería. Es un alivio que ahora esté bien y no se ponga malita, con aquellos chillidos que partían el alma, en una película donde, encima, nunca sabían los protagonistas si eran reales o virtuales y, lo peor, no paraban de preguntarlo.