viernes, 28 de octubre de 2011
siniestro
Uno de los productos más exitosos de la industria cultural son las imágenes de lo siniestro de baja intensidad y alto coste. Sobre esto, y otros temas, hablaré en el CGAC de Santiago la próxima semana. Son un ejemplo de la baja cultura estética del "horror delicioso" (Burke) con los medios tecnológicos de la alta cultura del manierismo neobarroco. Se perciben huellas de ello en la obra de Crewdson y Wall, tras la estela de Lynch. Por el contrario, algunas series de culto ofrecen lo siniestro de alta intensidad, a las que corresponden estas fotografías, nada que ver con el bochornoso final de TWD 2/1.
domingo, 23 de octubre de 2011
viernes, 21 de octubre de 2011
sábado, 15 de octubre de 2011
miércoles, 12 de octubre de 2011
twitter para filósofos
Vuelvo sobre twitter. Sabido es que los filósofos somos rumiantes por tradición y que nuestra existencia funciona con un motor de dos tiempos cuyas ventajas e inconvenientes documenta la Wikipedia. No sacamos mucho con ese tipo de digestión, pero al menos calma momentáneamente el apetito de las cosas. Decía Petrarca (pensando quizá en Ferrán Adriá) que el verdadero sabio es aquel que tiene el gusto por las cosas, los demás por los libros. Así nos va, de indigestión en Aero-red.
Esta semana, en la clase de Estética II, hemos dado vueltas al tema de las identidades proteicas. Desde Platón a las identidades digitales, pasando por Pico della la Mirandola, comparten afinidades estéticas innegables. Una de ellas es el morphing lynchiano del ser al estar: la existencia como posibilidad indefinida. Pero solo (no me acostumbro a escribirlo sin acento)ahora estamos en condiciones de expresarlo de manera casi satisfactoria. Ahora tenemos twitter.
La clase se cruza con la lectura del magnífico libro de Mark Johnson The meaning of the body. Aesthetics of human understanding. Dice ahí que no tenemos un lenguaje de las emociones, del sentido del mundo, del ser en situación en cada momento, brevemente, del saber estar. Es cierto.
Y, sin embargo, quizá twitter pueda ayudar algo. Demonizado como "autismo interactivo", su expresión entrecortada puede ser también el nuevo lenguaje de la emoción, del sentido, de nuestro estar en el mundo en cada momento, aunque sea una mierda.
Esta semana, en la clase de Estética II, hemos dado vueltas al tema de las identidades proteicas. Desde Platón a las identidades digitales, pasando por Pico della la Mirandola, comparten afinidades estéticas innegables. Una de ellas es el morphing lynchiano del ser al estar: la existencia como posibilidad indefinida. Pero solo (no me acostumbro a escribirlo sin acento)ahora estamos en condiciones de expresarlo de manera casi satisfactoria. Ahora tenemos twitter.
La clase se cruza con la lectura del magnífico libro de Mark Johnson The meaning of the body. Aesthetics of human understanding. Dice ahí que no tenemos un lenguaje de las emociones, del sentido del mundo, del ser en situación en cada momento, brevemente, del saber estar. Es cierto.
Y, sin embargo, quizá twitter pueda ayudar algo. Demonizado como "autismo interactivo", su expresión entrecortada puede ser también el nuevo lenguaje de la emoción, del sentido, de nuestro estar en el mundo en cada momento, aunque sea una mierda.
martes, 11 de octubre de 2011
sábado, 8 de octubre de 2011
el Nexus enamorado
Los desacuerdos entre Ridley Scott y Harrison Ford sobre Blade Runner como thriller parecen haber llegado aquí a un cierto entendimiento: tiempos muertos y poética de la imagen en la fatalidad del destino.
¿Cómo podría escapar a su destino James Dean si le protege el cenizo de Heisenberg?
Los actores de teleseries migran con sus personajes hacia otros lugares llevando a cuestas toda su carga simbólica.
En realidad, todo empezó aquí:
¿Cómo podría escapar a su destino James Dean si le protege el cenizo de Heisenberg?
Los actores de teleseries migran con sus personajes hacia otros lugares llevando a cuestas toda su carga simbólica.
En realidad, todo empezó aquí:
jueves, 6 de octubre de 2011
viernes, 30 de septiembre de 2011
clásicos, herederos y sanguijuelas
“No hay más que una manera de salvar al clásico: usando de él sin miramientos
para nuestra salvación –es decir, prescindiendo de su clasicismo, trayéndolo hacia
nosotros, contemporaneizándolo, inyectándole pulso nuevo con la sangre de
nuestras venas, cuyos ingredientes son nuestras pasiones… y nuestros problemas.
En vez de hacernos centenarios en el centenario, intentar la resurrección del
clásico resumergiéndolo en la existencia.”
(José Ortega y Gasset, Goethe-Dilthey)
He tenido la fortuna de conocer a los herederos de José Ortega y Gasset. Me sorprendió la grandeza de miras que hizo posible la conservación del legado de su padre y ediciones dignas del mismo. A ello se unió la generosidad para no entender la herencia como una clonación de funcionarios de la obra sino de recreadores de la misma. No siempre ocurre así: son de sobra conocidos los casos de avaricia en que esa tarea se hace casi imposible. A la generosidad de las transfusiones que revitalizan al clásico no debería corresponder la exigencia de las sanguijuelas que exprimen la recreación.
No soy un fan de AFM, por lo que no me acogeré ingenuamente a la supuesta excepcional novedad metodológica de la obra que justifique posibles desafueros de la misma. Pero sí un lector agradecido, que recuerda la venerable tradición del remake en literatura y medios audiovisuales, y sabe apreciar la exquisita sensibilidad con que AFM ha llevado a caso su trabajo. Es su mejor libro y una excelente obra literaria. Y da una cierta pena mirar retrospectivamente y constatar que, con semejantes cortapisas, obras de Godard no hubieran sido posibles.
A estas alturas y, dada la provisionalidad de las noticias, todavía no tengo claro si el litigio es por los derechos extra de recreador que deben pagarle a AFM o las humillaciones de peaje que debe sufrir él, todavía.
para nuestra salvación –es decir, prescindiendo de su clasicismo, trayéndolo hacia
nosotros, contemporaneizándolo, inyectándole pulso nuevo con la sangre de
nuestras venas, cuyos ingredientes son nuestras pasiones… y nuestros problemas.
En vez de hacernos centenarios en el centenario, intentar la resurrección del
clásico resumergiéndolo en la existencia.”
(José Ortega y Gasset, Goethe-Dilthey)
He tenido la fortuna de conocer a los herederos de José Ortega y Gasset. Me sorprendió la grandeza de miras que hizo posible la conservación del legado de su padre y ediciones dignas del mismo. A ello se unió la generosidad para no entender la herencia como una clonación de funcionarios de la obra sino de recreadores de la misma. No siempre ocurre así: son de sobra conocidos los casos de avaricia en que esa tarea se hace casi imposible. A la generosidad de las transfusiones que revitalizan al clásico no debería corresponder la exigencia de las sanguijuelas que exprimen la recreación.
No soy un fan de AFM, por lo que no me acogeré ingenuamente a la supuesta excepcional novedad metodológica de la obra que justifique posibles desafueros de la misma. Pero sí un lector agradecido, que recuerda la venerable tradición del remake en literatura y medios audiovisuales, y sabe apreciar la exquisita sensibilidad con que AFM ha llevado a caso su trabajo. Es su mejor libro y una excelente obra literaria. Y da una cierta pena mirar retrospectivamente y constatar que, con semejantes cortapisas, obras de Godard no hubieran sido posibles.
A estas alturas y, dada la provisionalidad de las noticias, todavía no tengo claro si el litigio es por los derechos extra de recreador que deben pagarle a AFM o las humillaciones de peaje que debe sufrir él, todavía.
lunes, 26 de septiembre de 2011
nómadas
El cosmopolitismo del nómada y sus experiencias son posibles por su emergencia como nueva clase socioeconómica. Su movilidad es distinta de otras movilidades impuestas, como por ejemplo la inmigración. Es la otra cara de la vida móvil. Así Canclini anota: “El pensamiento posmoderno redefine a los sujetos como nómadas. Basado en la experiencia de migrantes, artistas y exiliados, y tomando poco en cuenta las estructuras económicas y socioculturales, los flujos de mensajes y bienes que hacen posible la experiencia nomádica, estos autores exaltan la desterritorialización y ven el debilitamiento de lazos de pertenencia nacionales o locales como una liberación (Deleuze, Guattari, Lyotard). En vez de las estructuras durables de sentimientos, la relocalización táctica de experiencias y conductas”.
Y concluye: “En pocos autores posmodernos se registran como parte de las transformaciones los dramas de los sujetos individuales, familiares, étnicos, para los cuales migrar genera más desarraigo que liberación, vulnerabilidad que riesgo, más soledad que enriquecimiento por multiplicación de pertenencias” [1].
[1]García Canclini, Néstor. Diferentes, desiguales, desconectados. Mapas de la interculturalidad. Gedisa,Barcelona, 2004, p.162 y 164.
Y concluye: “En pocos autores posmodernos se registran como parte de las transformaciones los dramas de los sujetos individuales, familiares, étnicos, para los cuales migrar genera más desarraigo que liberación, vulnerabilidad que riesgo, más soledad que enriquecimiento por multiplicación de pertenencias” [1].
[1]García Canclini, Néstor. Diferentes, desiguales, desconectados. Mapas de la interculturalidad. Gedisa,Barcelona, 2004, p.162 y 164.
domingo, 18 de septiembre de 2011
domingo, 11 de septiembre de 2011
vivir de descuentos
Una de la múltiples enseñanzas de Blade Runner es que el Dasein heideggeriano era un Nexus. No sabemos si 1,2,3,4,5 6,7,8 o 9, porque con los cut del director ya vamos perdiendo la cuenta. Efectivamente, él encarna la verdadera, en el sentido de auténtica, (eigentliche, para la jerga)experiencia del ser-para-la-muerte. Mientras a nivel óntico el ser humano la difiere siempre como un "todavía no" presente,remitiéndola al futuro,sumando años, la androide Bruna vive de descuentos, le quedan "cuatro años, tres meses, veintisiete días...",los segundos van cayendo como fina arena en la clepsidra de Rosa Montero; sintiendo cada día, sabiendo, que es la posibilidad última, porque es la última de las posibilidades.
La originalidad de Blade Runner radica en que la experiencia de la finitud se vive como angustia del espacio más que del tiempo.No así en la novela de Dick ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?. Tampoco en la de Rosa Montero. Esto no es casual. La atmósfera Blade Runner es muy difícil de trasladar a una obra literaria con los soportes actuales. La película es una experiencia audiovisual de lo sublime tecnológico, es decir, de lo infinito. Por el contrario, en las novelas mencionadas lo es de la belleza. Y tampoco es casual que en ambas los personajes de las androides femeninas estén mucho más elaborados que los masculinos. Son tecnohumanas, pero "humanas, demasiado humanas". Por ello, Deckard siente en la novela de Dick dudas y vergüenza por su trabajo, atracción por las androides y acaba siendo redimido por Rosa Montero en la figura del policía Lizard. Ahora bien, como la estética es siempre política, no es lo mismo la opción por lo bello que por lo sublime. La verdadera imagen de portada de su novela no es la de osa, soledad, sino la de Bruna llorando con el joven policía que acaba de desarmar, solidaridad. En todo caso, se trataría de una imagen jánica.
Las líneas que nos han llegado de Blade Runner en la literatura española más reciente son las de ciencia, tecnología y soledad y ciencia, tecnología y sociedad. Comparten elementos comunes como son el tecnorromanticismo de la soledad y la nostalgia del amor en la distopía. En grados diferentes. Pues no es lo mismo, un ejemplo, el autoerotismo light de los mutantes nocilleros, tan autoficcionales ellos, que los furores uterinos que arrebatan con frecuencia a la supuestamente cold (no cool,es una viejuna)rep Bruna, sin que haya alienígena o humano que se le resista.Bromas aparte,las evidentes diferencias literarias se prestan a una reflexión más detenida. Esta novela, como la de Gopegui mencionada en este blog, significa la incursión en la temática de las nuevas tecnologías de una generación que, en principio, estaba al margen de ellas,y era reclamada, más bien, como seña de identidad por otra posterior. ¿Hay tanta diferencia? ¿Son incompatibles?
El que unos hayan mamado las nuevas tecnologías y otras recibido clases intensivas de ellas (con más provecho, todo hay que decirlo, que Zapatero con las de economía)deja su huella estilística. En la de Rosa Montero las simulaciones de informes del "Archivo Central de los Estados Unidos de la Tierra" son de una ingenuidad y desvalimiento en la materia que sonrojan, sin despertar ternura. Poco es creíble. Como tampoco el traslado de escenarios de Los Ángeles 2019 a un Madrid que, aunque postapocalíptico, no ha perdido del todo el casticismo chulapón. El contraste es todavía mayor después de haber leído a Javier Fernández, Vicente Luis Mora,Óscar Gual o Jorge Carrión, por poner algunos ejemplos. ¿Importa esto mucho?
Decía Sartre que el conservadurismo social va unido al progresismo en arte y literatura y, al revés, que el progresismo social es estilísticamente conservador. Aplicado a este caso, me parece que la generación que se reclama de las nuevas tecnologías en literatura y arte es conservadora socialmente y es discutible que sea innovadora estilísticamente. En todo caso, lo sería en la práctica, pero no en la teoría a la que se acoge. Por el contrario, la generación española de la transición y herederos, sigue manteniendo una preocupación ética y social en sus obras (no todos, hay quien lleva escribiendo la misma novela de autoficción durante treinta años),a veces con una peligrosa deriva a la moralina, y estilísticamente ha evolucionado poco. De hecho, a la novela morosa de Rosa Montero le sobran la mitad de las páginas. En medio está una potentísima generación de cultivadores de las tecnologías ciudadanas en los más variados dispositivos electrónicos, que no se siente identificada con ninguna de las dos generaciones mencionadas,distanciada por igual de los marcianos sociales o tecnológicos. Será estupendo cuando tenga tiempo para la creatividad, si deja de darle un rato al twitter.
Un académico se equivoca con frecuencia, un comercial casi nunca, por la cuenta que le tiene. Hoy día, ambas generaciones comparten sellos editoriales importantes, cobran adelantos y realizan sus promo como está mandado. Unos tienen que mantener todavía el rollo promocional de que somos muy (demasiado) innovadores, la crítica no nos entiende y valora adecuadamente (la de los suplementos culturales todavía no rendidos, pero codiciados)etc.,que ya solo finge apoyar en serio alguna revista de la familia participada por ellos. Los otros siguen teniendo su público de los buenos sentimientos, el desarrollo lineal de la acción y finales consensuados en la esperanza. Caben todos y es un placer leerlos. Hay motivos.De unos ha quedado constancia en este blog. De las otras novelas cabe saludar el esfuerzo y la capacidad, muy acorde con nuestro tiempo, de convertir las tecnologías en algo cotidiano. La rep Bruna se pasa el rato cavilando sobre dietas alimenticias, atuendo personal... que no sabíamos quitaran el sueño a los androides.
La novela de Rosa Montero es una apuesta decidida por la igualdad, la convivencia y el derecho a la diferencia. La omnipresente ausencia de Merlín-Pablo acentúa la sensación de vivir de descuentos, del dolor y el sufrimiento innecesarios en las memorias de la gente, de que la vida mata. Uno de los pasajes más logrados es cuando la rep hace un borrado manual de sus falsas memorias. Pero el vivir de descuentos también tiene rebajas sorprendentes en el precio de la vida, y la novela acierta a mostrar cómo hay que disfrutar también esos momentos en que la vida parece costar menos. ¿Ficción? Cierto, pero ni más ni menos que la otra.
viernes, 2 de septiembre de 2011
no tengo twitter (¿todavía?)
El título tienen menos de 140 caracteres. La explicación requiere algunos más. La provocación algunos menos. Me inclino en este caso por la última: empiezo a estar harto de la insistencia en dos temas, el compartir y el procomún. No es un exabrupto, aunque lo parezca, sino la manifestación de ese comprender emocional analizado por los neurocientíficos.
A diferencia de hace pocos años hay ahora,o al menos me lo parece,una verdadera indigencia de estudios teóricos de altura sobre las TIC.No ocurre así en biotecnologías. No lo compensan los gurús que se repiten como loros,siempre las mismas vaciedades, incapaces de atender a tantos compromisos.Lo que importa es comunicar, el qué, parece lo de menos.Son temibles, estos Peter Pan metidos a tertulianos digitales.
Mis hechos demuestran que soy un decidido partidario de compartir y el procomún, pero la despensa se está agotando. ¿No hay que producir y crear, primero, para compartir después? La famosa creación colectiva parece haber rendido menos que las granjas colectivas de la antigua Rusia.
Recolección sí, pero también agricultura. Y eso lleva tiempo,paciencia, menos ocurrencias, y dejar descansar un poco el dedito. Se imponen recortes digitales por la crisis de creatividad.
A diferencia de hace pocos años hay ahora,o al menos me lo parece,una verdadera indigencia de estudios teóricos de altura sobre las TIC.No ocurre así en biotecnologías. No lo compensan los gurús que se repiten como loros,siempre las mismas vaciedades, incapaces de atender a tantos compromisos.Lo que importa es comunicar, el qué, parece lo de menos.Son temibles, estos Peter Pan metidos a tertulianos digitales.
Mis hechos demuestran que soy un decidido partidario de compartir y el procomún, pero la despensa se está agotando. ¿No hay que producir y crear, primero, para compartir después? La famosa creación colectiva parece haber rendido menos que las granjas colectivas de la antigua Rusia.
Recolección sí, pero también agricultura. Y eso lleva tiempo,paciencia, menos ocurrencias, y dejar descansar un poco el dedito. Se imponen recortes digitales por la crisis de creatividad.
sábado, 20 de agosto de 2011
el remake como obra maestra desconocida
Desde el Paraíso lo nuevo no es nunca adánico: al fin y al cabo Adán fue la primera copia, creado a imagen y semejanza de Dios. Es posible que todos los ingredientes existan ya, pero seguro que no han sido inventados aún todos los cócteles. Bien lo saben los filósofos, que siempre tienen tras de la oreja la mosca de un presocrático de la SGAE exigiendo derechos de autor. En las películas hay una ley de bronce no escrita, como es que no se puede repetir nunca un efecto especial (las tecnologías deben ser siempre jóvenes), pero que no tienen éxito si no se es capaz de enhebrar de distinta forma los afectos especiales de siempre. Estamos en plena época del remake: Abrams homenajea al pastelero Spielberg en Super8 y, aunque se esté más perdido que ET en este planeta, no es difícil encontrar la nave nodriza de todas las citas siguiendo la pista a la chica más guapa del Instituto, Elle Fanning. La espera se hará muy larga hasta poder examinar, con el ojo escrutador de Saurón, los resultados de la (pre)(se)cuela que Ridley Scott anuncia de Blade Runner. ¿Volverán sus malas vibraciones con Harrison Ford, el Nexus 7? ¿Se descubrirá a sí mismo en el enésimo cut del director como un Nexus 8? Estaremos atentos a la pantalla.
Ayer, revisitando en plan Retorno a Brideshead la película de Assayas Irma Vep, tuve la no tan extraña sensación de algo enormemente actual, pero de hace 15 años, lo que provoca también emociones encontradas. El planteamiento de Assayas es aparentemente sencillo: ¿se puede hacer una película actual (1996) con los presupuestos estéticos de los años 60, en su caso de Bresson y Debord? En términos culturales todavía más amplios: ¿se puede hacer una obra que consista en lo nuevo de lo nuevo?.La respuesta hoy es el remake.Es una herencia de los años 60. El cine de culto de los 90 está lleno de esas dudas existenciales que se concretan en una pregunta: ¿qué hacer? El fantasma de las nuevas tecnologías con la sobredosis de imágenes está al acecho. Hay un síndrome de pérdida de la imagen por la pérdida de la mirada. Me excuso de dar nombres por no entrar en la autocita (vieja forma de autoficción descargable) y por existir Google.
René Vidal, un Jean-Pierre Léaud más neurótico que nunca, pasadizo (Vicente Luis Mora) con la nouvelle vague, es un director de culto venido a menos que quiere hacer un remake de una obra del cine mudo, Les Vampires (1915) de Feuillade, una deliciosa serie con episodios más llenos de incongruencias que Lost. Las imágenes con el cambio de letras suponen un guiño irónico que, en su simpleza, ya avanza la posmodernidad. Pero no se queda ahí. Vidal quiere dar un toque moderno a la castiza heroína francesa y elige a Maggie Cheung, heroína china en las acrobáticas películas hongkonesas de ballets ultraviolentos, para encarnar su papel. Los diálogos más trascendentales tienen lugar en los esfuerzos que hace Vidal por explicar a una Maggie con jet lag el “conceto” (que diría Pepiño) de la película, que no entiende ni él mismo, y mucho menos los demás, ante el regocijo de sus enterradores, que esperan sea la última.
El traje de tela que marcaba las redondeces de la oronda protagonista de antaño es sustituido ahora por el látex de sex shop que perfila la estilizada figura de catwoman de Maggie Cheung. La sustitución no es fácil: estamos en el tiempo entre costuras que define lo nuevo de lo nuevo. Es indispensable la figura de la pizpireta Zoé que remienda/remedia los desajustes, provocando otros nuevos. Porque se trata, nuevamente, del cine dentro del cine, recreado en un rodaje caótico de bajo presupuesto, lleno de esprit, en el que la perplejidad educada de Maggie se debate entre el sentirse, con motivo, continuamente tirada, y ser la única que comprende a Vidal. No basta. Vidal/Frenhofer acaba desapareciendo, pero no sin antes mostrar lo que queda de su frustrada obra maestra desconocida: un sinsentido de imágenes. O quizá no.
¿Por qué ha fracasado Vidal? Assayas despliega la conocida oposición entre el cine de la mirada, intelectual, y el popular, de acción. Pero enfatizando que hay público para los dos. Bien lo sabe él, tras su éxito con Irma Vep y hacer de Maggie Cheung una Li-zhen, que no será señora Chow, pero sí señora Assayas, aunque no por mucho tiempo. El remake actual deja obsoleta la antítesis mencionada, integra alta y baja cultura, más allá de quimeras, y consigue, junto a notables bodrios, obras de verdadero mérito, con tal de que no caigan en el esencialismo blockbuster, tan del agrado de algunos blogueros. ¿Dónde está el secreto? No en ser simple, como dice Vidal/Frenhofer, sino en saber ser complejo, en la sabiduría de la complejidad.
Grave error, mancebo. Tras la exhaustiva monografía de Baecque sobre Godard sabemos que la "improvisación" y "sencillez" francesas, así como su espíritu de fragmento y rizoma, son la obra de arte total del marketing. Como bien saben los que esnifan a Deleuze: no entienden mucho, pero se ponen como una moto.
Ayer, revisitando en plan Retorno a Brideshead la película de Assayas Irma Vep, tuve la no tan extraña sensación de algo enormemente actual, pero de hace 15 años, lo que provoca también emociones encontradas. El planteamiento de Assayas es aparentemente sencillo: ¿se puede hacer una película actual (1996) con los presupuestos estéticos de los años 60, en su caso de Bresson y Debord? En términos culturales todavía más amplios: ¿se puede hacer una obra que consista en lo nuevo de lo nuevo?.La respuesta hoy es el remake.Es una herencia de los años 60. El cine de culto de los 90 está lleno de esas dudas existenciales que se concretan en una pregunta: ¿qué hacer? El fantasma de las nuevas tecnologías con la sobredosis de imágenes está al acecho. Hay un síndrome de pérdida de la imagen por la pérdida de la mirada. Me excuso de dar nombres por no entrar en la autocita (vieja forma de autoficción descargable) y por existir Google.
René Vidal, un Jean-Pierre Léaud más neurótico que nunca, pasadizo (Vicente Luis Mora) con la nouvelle vague, es un director de culto venido a menos que quiere hacer un remake de una obra del cine mudo, Les Vampires (1915) de Feuillade, una deliciosa serie con episodios más llenos de incongruencias que Lost. Las imágenes con el cambio de letras suponen un guiño irónico que, en su simpleza, ya avanza la posmodernidad. Pero no se queda ahí. Vidal quiere dar un toque moderno a la castiza heroína francesa y elige a Maggie Cheung, heroína china en las acrobáticas películas hongkonesas de ballets ultraviolentos, para encarnar su papel. Los diálogos más trascendentales tienen lugar en los esfuerzos que hace Vidal por explicar a una Maggie con jet lag el “conceto” (que diría Pepiño) de la película, que no entiende ni él mismo, y mucho menos los demás, ante el regocijo de sus enterradores, que esperan sea la última.
El traje de tela que marcaba las redondeces de la oronda protagonista de antaño es sustituido ahora por el látex de sex shop que perfila la estilizada figura de catwoman de Maggie Cheung. La sustitución no es fácil: estamos en el tiempo entre costuras que define lo nuevo de lo nuevo. Es indispensable la figura de la pizpireta Zoé que remienda/remedia los desajustes, provocando otros nuevos. Porque se trata, nuevamente, del cine dentro del cine, recreado en un rodaje caótico de bajo presupuesto, lleno de esprit, en el que la perplejidad educada de Maggie se debate entre el sentirse, con motivo, continuamente tirada, y ser la única que comprende a Vidal. No basta. Vidal/Frenhofer acaba desapareciendo, pero no sin antes mostrar lo que queda de su frustrada obra maestra desconocida: un sinsentido de imágenes. O quizá no.
¿Por qué ha fracasado Vidal? Assayas despliega la conocida oposición entre el cine de la mirada, intelectual, y el popular, de acción. Pero enfatizando que hay público para los dos. Bien lo sabe él, tras su éxito con Irma Vep y hacer de Maggie Cheung una Li-zhen, que no será señora Chow, pero sí señora Assayas, aunque no por mucho tiempo. El remake actual deja obsoleta la antítesis mencionada, integra alta y baja cultura, más allá de quimeras, y consigue, junto a notables bodrios, obras de verdadero mérito, con tal de que no caigan en el esencialismo blockbuster, tan del agrado de algunos blogueros. ¿Dónde está el secreto? No en ser simple, como dice Vidal/Frenhofer, sino en saber ser complejo, en la sabiduría de la complejidad.
Grave error, mancebo. Tras la exhaustiva monografía de Baecque sobre Godard sabemos que la "improvisación" y "sencillez" francesas, así como su espíritu de fragmento y rizoma, son la obra de arte total del marketing. Como bien saben los que esnifan a Deleuze: no entienden mucho, pero se ponen como una moto.
jueves, 18 de agosto de 2011
jueves, 11 de agosto de 2011
interior metafísico sin y con bizcochos
La vida líquida se estanca, fuertes ruidos que se creían extinguidos vuelven a resonar en los diversos continentes, la superficie de las creencias comienza a cuartearse, y la mirada se dirige inquieta hacia abajo. Es la hora de la metafísica: ¿mal radical y/o bizcochos?
Ya no parecen necesitarse genios en macropreguntas sino obreros de microrespuestas.
Desde los tiempos de la caverna platónica el auténtico filósofo renunciaba a su vida para iluminar a los otros, que no se lo habían pedido. Hoy día se le demanda un último servicio en pro de la comunidad: que renuncie a su obra, y se vaya.
viernes, 5 de agosto de 2011
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