miércoles, 28 de mayo de 2008

La censura estética.

Probablemente esté equivocado, y todo sea fruto de una deformación profesional, pero últimamente veo a la Estética por todas partes. Incluso me atrevería decir que estamos, como en el ciberespacio de Gibson, ante una “alucinación consensuada”.

Me apresuro a aclarar que no me refiero al fenómeno del esteticismo, cuya denuncia tantos jornales nos ha dado a ganar, y los que restan todavía. Tampoco al espectacular ataque de moralina que les ha entrado a los eternamente junior posmodernos (hablo de los mayores de 50 años), al sentir de cerca el aliento de las siguientes generaciones. Resulta conmovedor leer ahora los alicaídos suplementos culturales. Finalmente, no aludo a las agresiones contra la sacrosanta libertad de los artistas.

No, lo que me sorprende es algo más sencillo y cotidiano, concerniente a la actualidad política, donde la referencia a la estética se ha convertido en arma arrojadiza. Cada vez que una conducta no es punible jurídicamente, ni reprobable éticamente, se acude, a falta de otros argumentos, a la censura estética como instrumento político. Será legal –dicen-, refiriéndose a un determinado comportamiento, pero no es estético.

¿Qué quieren decir con ello?

Antes, guardar las apariencias era señal de hipocresía. Ahora, cuidar las apariencias se ha convertido en un imperativo estético.

¿Qué son las apariencias?

martes, 27 de mayo de 2008

Artefactos temporales

(François Perrier. El tiempo devorando las obras de arte)

Carmen González García, artista, acaba de defender brillantemente su tesis doctoral con el título: Artefactos temporales. El uso del tiempo como material en las prácticas artísticas contemporáneas.
Destaco una reflexión final.
"Y ya que hemos incluido la palabra “tiempo” en nuestro vocabulario artístico, me gustaría terminar esta presentación usando esa palabra. Ya en la página 196 de la tesis planteé la siguiente pregunta: “¿No es posible incorporar de igual modo el tiempo en la lista de materiales que observamos en las cartelas explicativas con el título de las obras?” Y contesté lo siguiente: “Sostengo que esto no sólo es perfectamente legítimo, sino que además es muy deseable. Pues, aunque inicialmente pudiera parecer desconcertante, si el tiempo asociado a otros materiales es un elemento que se usa con plena conciencia de los significados que genera y de las particularidades que implica, ese reconocimiento sería algo clarificador para el espectador. La posibilidad que el arte nos brinda de otorgarle al tiempo la cualidad de ser material artístico conlleva, por tanto, que se le reconozca como un recurso más”.

viernes, 23 de mayo de 2008

El anuncio de la hora incierta


Si los personajes de las novelas, dice Kundera, nacen de un gesto, ¿qué personaje saldría de un niño que mira un anuncio de Nitrato de Chile? El cartel es sencillo y expresivo: un jinete en sombra se recorta sobre un fondo de sol. Hay una sugerencia “abonad con” y en grandes letras “Nitrato de Chile”. La rotundidad de la imagen está acompañada por el texto. Forman una unidad. Las dos, imagen y letras, en su simplicidad recrean un mensaje de gran impacto visual.

En una época de posguerra en la que son raros los anuncios en el campo, éste hace de intermedio entre el campo y la ciudad. No está en vallas (todavía no han invadido el campo), pero sí en placas de azulejo pegadas a las casas, a las tiendas, en las solitarias casetas de los peones de caminero. Es, más que un anuncio publicitario de un producto, una seña de identidad. No es el anuncio del cowboy en las manadas de vacas, que tantas identidades concitó en los cines de barrio. No es una estampa viril y dominante. Es una figura a caballo que pasea relajada, con una mano en la cadera, entre los trigales, apenas entrevistos. El sombrero le protege de un sol amarillo, no oro, en los azulejos cada vez más descoloridos.

Lo que el cartel ayuda a construir es una identidad visual. Es una estampa de lo sublime cotidiano: un jinete en los campos. Pero la silueta en negro hace que brote algo extraordinario de lo ordinario, algo enigmático, la promesa de un cambio, de un viaje. No tanto, o sólo, hacia dónde se puede ir, sino de lo que viene: Chile. La figura es el viaje de ida, el texto el viaje de vuelta. En un medio donde no hay grandes cambios aparece algo del otro lado del océano. En el campo, el anuncio de Nitrato de Chile no equivale a lo que en el ambiente urbano es el anuncio de los mares del sur. Ésta es la imagen de la huida, aquélla de sitios distintos, pero que serán familiares.

Ese cartel es contemplado por varios, en distintos lugares, en diferentes tiempos. Pero también por la misma persona. Y así nacen las novelas. Es un anuncio de identidades híbridas. El niño ha visto el cartel en el campo y en los sacos de abono. En éstos, el diseño se estiliza todavía más, todo es en negro, como un tampón sobre el sargo duro y áspero. No hay mucho tiempo, el trabajo apremia. En el campo no hay poesía. Más tarde lo ve luminoso en los anuncios de la ciudad. El niño no es del campo, tampoco es de la ciudad. Está en esa edad en la que el anuncio es éso, como él, una promesa, una invitación y un interrogante. Pero en el campo no hay promesas, sino repetición. No sabe si la promesa va dirigida a él y duda. Se estremece ante esa sombra contra un fondo de luz: puede significar una aurora o un ocaso. Es el anuncio de la hora incierta.

sábado, 17 de mayo de 2008

Breves profanos

· Nuestros ateos son gente piadosa.

· A falta de argumentos producción de símbolos.

· Los centros de arte contemporáneo: supermercados de trascendencia prêt-à-porter.

· La industria de la cultura sobrevive criticando un poco a la industria cultural.

· Es más barato practicar la caridad que financiar la justicia.

· No hay mejor madre para el artista que la Administración.

· Ser auténtico resulta hoy carísimo.

jueves, 15 de mayo de 2008

sábado, 10 de mayo de 2008

viernes, 9 de mayo de 2008

Debbie

Comentario icónico al post de Agustín Fernández Mallo






“Así pues el rostro de Debbie fue atravesado por las agujas, y fue
después cuando descubrí lo que simbolizaban: la que atravesaba los ojos, el fuego;
la de la nariz, el aire; la de la boca, el agua; y la del cuello, la tierra; la quinta que se ve en el vídeo representa el espíritu. Había trabajado surrealísticamente sindarme cuenta. Sólo después uno entiende el significado y puede explicarlo” (Giger).
(Tomado del excelente trabajo de Carlos Arenas Orient)






Satanismo harkonnen de bajo consumo