miércoles, 23 de octubre de 2024

El juicio de Eichmann 5

 

La respuesta directa a esta pregunta en el documental abre toda una serie de interrogantes que suscitan una gran perplejidad. ¿Quiénes estaban interesados en ello? El detonante es la paradójica insistencia de Eichmann en que se aportaran las cintas, supuestamente incriminatorias para él, desarmando la estrategia del fiscal, basada en unas transcripciones, cuya autenticidad niega y reta a cotejar con los originales. ¿Por qué estaba tan seguro de que no aparecerían en el juicio? A menos de que hubiera en ellas mucho más, incómodo para los que estaban dentro y fuera de la sala, jueces, público y gobierno de Israel. Estaba seguro de que no se iban a presentar. Pero sí lo hacen en este documental con lo que su trabajada imagen de burócrata insignificante se desmorona. El problema es que, al mismo tiempo, se dan una serie de informaciones y suministran unas imágenes que ponen en cuestión el contexto del proceso judicial mismo.

Entre ellas están las referencias e imágenes de época de los líderes de la comunidad judía húngara a los que engañó. En los otros documentales se mencionan esa connivencia entre líderes judíos y nazis en la elaboración de listas de deportados a los campos de exterminio. Pero es aquí donde se desgrana lo que podía ser el cargo principal contra Eichmann de contribución activa a la aniquilación en masa. Dando lugar a reacciones imprevistas por el tribunal. En un momento determinado el cruce de acusaciones y defensa se ve interrumpido por unos gritos provenientes del público. Se interrumpe la sesión y el causante es sacado en volandas por la policía. ¿Qué gritaba? Que los líderes judíos húngaros habían traicionado, abandonado a su pueblo para salvarse. Y no eran los únicos. También se hace referencia a otro viviendo en ese momento en Israel.

El presente se mezcla con el pasado y el principio de recordar con la necesidad pragmática de pasar página. Estos dos elementos, en colisión, dotan a este documental de una intensidad dramática y veracidad inusuales. Las presiones de Ben Gurion sobre el fiscal parecen ser solo semánticas, que cuando hable de Alemania puntualice que se trata de la Alemania nazi no la del presente, como él mismo había dejado claro en otras declaraciones. Al fondo estaban los pactos que estaba manteniendo Ben Gurion con Adenauer relativos al establecimiento de relaciones diplomáticas, ayuda económica y, sobre todo, apoyo al programa nuclear israelí. A cambio Adenauer pide que no aparezcan en el juicio nombres de antiguos nazis como alguno que estaba trabajando ahora estrechamente con él.

Las razones que da Ben Gurion es que con la bomba atómica en su poder los judíos podían impedir un nuevo Holocausto. Las cintas no llegan a juicio y el fiscal toma otro camino: el del testimonio de las víctimas. Y aquí llegamos al punto que enlaza con los tres documentales y que he cuestionado desde el principio. No el testimonio de las víctimas sino el uso mediático del mismo en ellos que se vuelve como un bumerán contra sus intenciones. Lo veremos.



 


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