miércoles, 27 de marzo de 2019

NNTT vintage 1


 Si uno lee estas frases de textura clerical-policial en un periódico (antes de referencia y ahora de decadencia) inevitablemente el cerebro acciona el meme de sustitución de móviles por drogas. No hay escapatoria, eres, somos adictos por usar un móvil: el uso conlleva el abuso. En la tradición judeo-platónico-cristiana de la culpabilidad por existir este tipo de anuncios que la hace extensible a lo que tienes y haces son muy populares. ¿Para qué pararse a pensar en que aplicaciones del móvil están salvando la distancia entre las familias sin cuantiosas facturas telefónicas por medio, que los torpes dedos de un anciano son capaces todavía de rebajar la soledad cuando teclean el número del nieto en posturas difíciles, que….? Minucias

Imágenes de adolescentes con riesgo de ser atropellados al cruzar la calle, ensimismados con su móvil, riendo, gesticulando y hablando a la nada, niños pateando el suelo y soltando espumarajos por la boca, con síndrome de abstinencia, al ser privados durante un rato por sus inconscientes padres del adictivo aparato…todo esto y mucho más viene a la mente reforzando la distopía. En los años noventa aterrorizaban a la gente con relatos de madres que se habían olvidado de dar de mamar a sus hijos por estar con el ordenador. 

Si el que lo lee tiene una cierta edad siente que vuelve el coñazo del periodismo (que no la literatura, Burroughs) ochentero de las tecnologías (especialmente las imágenes) como drogas; si tiene otra, probablemente no sepa de qué está hablando y se pregunte qué toma ese señor tan atacado de los nervios que ve fantasmas por todas partes. En todo caso, adicto será usted.

Desde este blog, y a lo largo de los años, vengo llamando la atención sobre lo nocivos que son muchos artículos publicados en El País para la educación en y con las NNTT: propagandistas de entonces y arrepentidos de ahora advierten de los daños irreparables que Google produce en el cerebro, de robots que quitan empleos (antes quitaban identidades), de gente que pasa su vida en la pantalla por adicción, más que de gente que pasa su vida con la pantalla, por trabajo. A ellos se suman los intelectuales de viejo cuño que no se sienten a gusto con unas NNTT que no controlan y, aunque reconocen (y vive Dios que les cuesta) que no todo es malo en ellas, desgranan con placer sus múltiples riesgos (no mayores que en otros ámbitos) en lugar de contribuir a un uso responsable de las mismas en la educación.

Estos artículos son tan vintage que ni siquiera ha cambiado el escenario: Silicon Valley, la costa Oeste de California; la ideología neocon que Sontag caracterizó como la imaginación de lo peor; tampoco la terminología (made in Negroponte), “gurús digitales”, propia de las metáforas digitales que digitalizaban la existencia entonces aumentando la confusión por fusión, tales como “ciudadanía digital”, “democracia digital” y hasta “humanidades digitales”, sandeces esencialistas que ponen mucho todavía al personal y alivian la responsabilidad para con las NNTT. Esas sí que son adicciones, literalmente.

domingo, 17 de marzo de 2019

el ingeniero que quería ser arquitecto 4








El arte es luz negra. Es la ficción que entrega la única verdad, la luz que autentifica las monedas de cambio vitales mostrando su secretas nervaduras, infalsificables, no es ironía sino estilo directo, no es la luz que ilumina las tinieblas del dogma, ni la luz que sale de la oscuridad, como en Boehme o Schelling, es la luz que crea los modernos iconos de líderes de la destrucción, construye para la ruina en Speer, es, siguiendo a Blake, el tigre que mata al inocente cordero para que sobreviva como obra de arte, es el roble de Goethe, símbolo del humanismo, testigo de los mayores crímenes contra la humanidad en Buchenwald, es...todo esto y más en imágenes didácticas y diálogos prolijos, cortesía Lars von Trier. 





Pero, ¿no quería Jack construir una casa? Para el romántico el arte es el intento de hacer el mundo habitable o, si no es posible, de escapar de él; para Jack el arte es la exposición de por qué el mundo es inhabitable, toda vez que el ser humano solo parece saber vivir matando, real o metafóricamente. Y si se opone, acaba ejecutando, como en el mito, "la ironía del destino". Así, la suprema obra de arte ya no es la vida, una vida mejor, sino la supervivencia, en el peor de los mundos posibles, el indiferente. El arte se nutre de la tragedia, la felicidad no tiene grandeza, se decía en Un mundo feliz. Por eso estaba prohibido.

El método cartesiano de averiguar la reglas para alcanzar el saber y una vida mejor debe dejar paso a la evidencia de que tales reglas no existen porque la razón no es la cosa más repartida en el mundo: "el camino del exceso lleva al palacio de la sabiduría", se dice en los proverbios del infierno de su admirado Blake. Entonces, ¿cómo construir la casa de la vida?



Es Virgilio, Verge, quien le guía para encontrar la solución al problema de esa casa que diseña el arquitecto y tumba el ingeniero: la obra de arte como vida se hace con carne humana, literalmente. Son los materiales, no los ideales, lo que importa.


Y ya puede emprender el viaje de la autopista hacia el infierno que, al fin y al cabo, también es el cuadro de Patinir. Cielo e infierno son iguales pero el infierno es más interesante.