domingo, 15 de enero de 2012

burdel neogótico



He estado pensando en la Estética de lo feo de Rosenkranz al ver esta magnífica serie The crimson petal and the white.No hay paso, sino caída. Es más fuerte la visión estética que una lectura social esquemática,el contraste de las pústulas en la cara del mendigo y el magnífico vestido que pasa al lado. Cuadro prerrafaelita de Sugar y William en el campo de lavanda, una paleta de colores. Nada que ver con las ya tópicas series inglesas al estilo de Arriba y abajo.Me ha quitado el mal gusto dejado por la cala en la tontorrona Downton Abbey.

jueves, 12 de enero de 2012

sábado, 7 de enero de 2012

El Havre, romanticismo de barriada



Todo iba más o menos bien hasta que apareció el cerezo. !Sielos, un final Spielberg a traición! No me lo podía creer en un director que desde 2003 había anunciado su boicot a Hollywood por la guerra de Irak. Es posible que fuera debido a un trastorno transitorio de personalidad asociado a guiño irónico posmoderno. Esa gente es muy imprevisible. Pero tampoco hay que ponerse en lo peor. Basta con recordar su plegaria:

"Oh señor, haz que mi hígado y mis pulmones aguanten lo suficiente para que pueda seguir bebiendo y fumando hasta el fin de mis días. Haré lo que sea, hasta renunciar a la sexualidad. No es mío. Es de Luis Buñuel."

Se trata, pues, de una decisión de cierre tomada con la segunda botella de blanco en la mañana, y en el ejercicio de su libérrima voluntad.

Me gusta mucho el cine de Aki Kaurismaki. Lo he vuelto a revisar hace poco con motivo de escribir sobre la estética del desvalimiento, que no de la víctima. Se atiene a su principio de que, contra más pesimista es en la vida, más optimista resulta en sus películas. Esa contradicción hierve bajo el rostro inexpresivo de su actriz fetiche Kati Outinen en La chica de la fábrica de cerillas. Y permite recuperar a la máscara de la nouvelle vague, JPL,reconvertido de víctima en Yo contraté a un asesino a sueldo, en vecino acusica en esta.

Sus personajes no renuncian a nada, pero se contentan con unas migajas, lo que la vida les va dando. Todo su cine es el romanticismo de los anónimos, de las paredes desconchadas de los edificios en los barrios, y el contraste de los colores fuertes,esos rojos intensos, tan mimados por Aki, de los vestidos de ellas, de las baldosas de suelo ajedrezado, de los claveles, de los ajados sofás. La humildad de los personajes se desvive en la ternura del director para con los objetos. Decir cine de Kaurismaki es eso, decir ternura.

Este romanticismo de barriada es impensable sin las canciones que lo hacen posible. Ellas son la urdimbre sobre la que se tejen las imágenes visuales. Sin ellas no son nada. Propician la solidaridad social con la inmigración en un cuento de invierno y disculpan un final mentiroso.

sábado, 31 de diciembre de 2011

Actualización ya disponible. Estética de teleseries



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Gracias, de nuevo, a Carlos Rodríguez.

Felices instantes para todos en el próximo año.