La lectura de este libro me ha dejado desconcertado. ¿Merece la pena hacer un comentario para decir esto? Quizá sí, porque la crítica literaria no debería limitarse sólo a los libros que nos gustan o disgustan, que nos sentimos capaces de juzgar, sino también a los que no sabemos qué hacer con ellos. Esperábamos mucho por el título y luego…Tampoco es exactamente una decepción, si acaso de uno mismo.
Su tesis no puede ser más atractiva –al menos para mí- : Ha pasado el período “semiológico”, luego el “narratológico”, del cine, y estamos entrando en el período “estético”. Basta con repasar el índice del libro para ver que los elementos de la estética clásica y su taxonomía categorial están ahí: las referencias a Baumgarten y Kant, al gusto, lo bello y la modernidad, al arte, y sobre todo, a las diferentes teorías sobre el cine, especialmente francesas. Me ha conmovido especialmente un título: “¿Es la estética del cine una disciplina?". E intrigado: “El caso Godard: ¿autor o artista?”. El balanceo acaba mareando.
El desconcierto al que aludía no es fruto de una discrepancia con el autor. No le critico como autor sino que me descalifico como su lector. Sencillamente, debo reconocer que no entiendo lo que dice. Solamente algunas citas, cosas sueltas aquí y allá. Puedo describir mi experiencia de la lectura desde una perspectiva estética: me han dado a probar algo, reconozco los ingredientes, pero no sé a qué sabe, no sé lo que es. Intento ser más preciso: no veo lo que dice. Y aquí pasamos de un libro sobre estética al tema de la experiencia estética, subjetiva siempre, (¡qué le vamos a hacer si somos sujetos!) pero con vocación intersubjetiva, como mandan los clásicos.
Y es precisamente en una cita de los clásicos donde Chateau me da una cierta luz. Dice que Kant empleó la lógica para explicar una estética que precisamente se sustrae a la lógica. Éste es mi problema con el libro de Chateau, que emplea de hecho una estética entendida como teoría de un arte, mientras que lo que le apetecería hacer es lo que según él recomienda Antonioni: “la mejor manera de mirar un film es hacerlo de modo que se convierta en una experiencia personal”. Cierto, pero entonces, como me recomendaba Vicente Luis Mora, no nos liemos con los conceptos y empecemos con los ejemplos.