jueves, 15 de octubre de 2009

Contra el fragmento

Manuel Vázquez Montalbán causó no poco escándalo a propios y extraños al someter a un quijotesco expurgo periódico a su biblioteca por obra de su personaje el detective Pepe Carvalho. A lo grande, nada de restos de ediciones. Un día encendía la chimenea con La filosofía y su sombra de Eugenio Trías (Los mares del sur) y otro se le iba la mano con la Teoría estética de Adorno (Los pájaros de Bangkok). Es ley de vida que aquello de lo que uno se alimenta debe finalmente eliminar.

Sin embargo, en literatura, filosofía, y no digamos arte, es corriente padecer de esas obstrucciones llamadas tópicos. Son monedas gastadas, que de tanto pasar de mano en mano se les empieza a ver la ruin aleación, lugares comunes no habitados por la memoria singular. No pasa nada cuando son el nombre viejo para lo caduco, pero se convierten en verdadera polución cultural cuando pretenden designar algo nuevo. Y, además, lo peor, son ahora estéticamente ridículos.

En otras ocasiones me he referido a engendros como “nómadas digitales” (jugar a pastorcillos a lo María Antonieta), más recientemente a los no-lugares. Ahora propongo tirar a la papelera virtual la palabra “fragmento”. Desde hace unos años se ha convertido en una peste mayor que el mejillón cebra. A poco que te descuides el piernas de turno pretende apabullarte asegurando que su obra es “fragmentaria”. Es el mismo que no hace mucho afirmaba campanudo que su obra era “abierta” (¡No va a ser “cerrada” de mollera!), con amenaza de recital de Umberto Eco. Son residuos tardorrománticos (fragmento… ¿de qué todo?) adheridos a una burguesía cultural de secano pendiente de las subvenciones.

Pero cuando aparece lo realmente nuevo una de las tareas más apasionantes del crítico es encontrar el nombre para ello… a ser posible que no empiece con “post”. Les animo a ello.

7 comentarios:

  1. Puede que lo que haya que revisar sea el concepto de 'nuevo' - ah! nouveauté, nouveauté! -. Todo es relativo en este mundo.

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  2. Yo entono el mea culpa, reconozco que me gusta la palabra, pero creo que más por su sonoridad que por su significado, ciertamente, resulta muy cómoda teóricamente, aunque no aporte nada o muy poco.

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  3. Animado quedo, José Luis, porque precisamente estoy trabajando en esto de las estéticas de la discontinuidad. Pero, sin que te molestes, ¿para cuándo tus propias propuestas sobre estos temas, en vez de criticar sistemáticamente las ajenas? Últimamente te noto muy agresivo con todos los conceptos utilizados en crítica literaria contemporánea, pero reviso tus posts y no encuentro las alternativas. Pienso, como tú, y lo sabes, que hay que renovar el lenguaje crítico, pero también sabes que la conceptualización inteligente es uno de los trabajos intelectuales más largos, penosos, difíciles e ingratos que existen. Eloy y un servidor llevamos años en ello, con dudoso éxito, aunque no nos detendremos. De modo que animado quedo por ti, insisto, pero a mi vez te invito a que tú también te animes, porque la discontinuidad es también una categoría estética. Un fuerte abrazo.

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  4. No es en los post donde lo he hecho, Vicente, sino en los libros. No todo es pensar "en directo". Si he criticado la posmodernidad he planteado también la alternativa en "La experiencia estética moderna" y en otros escritos. Si he criticado las utopías digitales he propuesto las utopías limitadas como ciudadanía estética en "la vida en tiempo real". Si he analizado el romanticismo negro es para entender el tecnorromanticismo presente que no encaja con el estereotipo académico de sólo el romanticismo luminoso del primer romanticismo alemán. Si he criticado el humanismo idealista ha sido para desarrollar un humanismo tencológico en "Humanismo y nuevas tecnologías", y si no acepto la asimilación entre estética y arte es para no disolver este último en la primera, como he escrito en "Arte y Estética". Podríamos seguir, lo que no añadiría méritos, pero quizá sí aclararía dudas.
    Crítica, pues, y con alternativas. Sabes de mi aprecio por la nueva literatura española y también de mis reticencias, que otros comparten, en el sentido de que en algunos casos la creación es más valiosa que el pensamiento, con frecuencia postizo, que la sustenta. Y ahí radica el fondo de la crítica que en mi caso, y como se puede acreditar, es bienintencionada y constructiva.
    Pero sobre esto podemos seguir hablando
    Un abrazo

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  5. Descarguemos tensión, José Luis, a lo mejor me he expresado mal. He leído tus libros, como bien sabes, y conozco tu vasta apuesta por pensar el presente. Intentaba referirme a aspectos concretos (como ese del fragmento) que no recuerdo ahora que trataras en tus libros para "proponer una crítica literaria alternativa", que es lo que yo estoy diciendo. Me explico: por supuesto, has abordado el tema del fragmento (cf. "Magnífica miseria", pp. 90-91), pero no en los términos que demandas a los demás, de un modo -esto es lo que intento decir- demasiado generalista y abierto. ¿Quiénes son los críticos que hablan de fragmentariedad a los que te refieres? ¿Los de los suplementos literarios? ¿Los de Revista de libros? ¿Los de la Hispanic Review? ¿Los que tenemos blog? ¿Todos? ¿Es lo mismo cuando habla un filólogo de fragmento que cuando lo hace la poeta Marta Agudo, que ha hecho la tesis doctoral sobre la condición filosófica y poética del fragmento? Creo que no. Creo que no todos hablan o hablamos con igual ligereza. En mi caso, llevo hablando de la paradójica relación contemporánea del fragmento con el todo desde el epílogo de la primera vesión de Circular: ¡2003!. Y estoy trabajando en un largo topológico sobre posibilidades narrativas y poéticas del fragmento, que aparecerá cuando pueda (terminarlo). Con esto no quiero decir que no está mal que (nos) recuerdes el trabajo por hacer, pero (me) da la impresión de que por el tono tus admoniciones suenan (en el último mes, dos veces, una con los no-lugares y otra con el fragmento, por no hablar de tu fobia hacia el prefijo "post", ¡menos mal que yo no lo utilizo nunca!), como el agrio recordatorio del profe al alumno de que no ha hecho las tareas... Las estamos haciendo, José Luis, por lo menos algunos. E intentamos que no todo el pensamiento de la literatura joven sea postizo, sino que haya ideas precisas, rigurosas e incluso originales. Pero lleva un tiempo desarrollarlas, espero que el examen no sea en diciembre ;))) Con todo el cariño y el respeto que te tengo, y desde la admiración constatable (por el número de veces que he citado tus diversos libros) que profeso por tu obra, te pido no que tengas piedad, pero sí que tengas paciencia. Un fuerte abrazo.

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  6. Descarguemos, pues, Vicente. Lo único que no me parecía justo era la observación de que me dedico a criticar sistemáticamente a los demás sin proponer alternativas. De ahí la referencia, que suelo ahorrarme, a mi propia obra.
    Con el post no estaba tampoco acusando a nadie en concreto, y mucho menos pasando examen de nada. De ahí mi extrañeza de que, precisamente tú, que sabes lo que opino sobre tu obra, se diera por aludido.
    ¿De quién estoy hablando entonces? Obviamente, y en primer lugar, de José Luis Molinuevo. Con el ejemplo de la quema y de la papelera virtual me refería a un proceso tan necesario como saludable (al menos en mi) como es el de la periódica muda conceptual. Efectivamente, estoy de muda conceptual y la piel se vuelve más sensible. Me pregunto si otros no están en la misma situación. ¿Que yo he utilizado esos conceptos antes en mis libros? Por supuesto que sí, mientras me parecían operativos (no digo verdaderos) para entender el presente.
    Por desgracia yo sólo he alcanzado a ser moderno, y como me ha enseñado Kant toda crítica de la razón debe comenzar por una autocrítica. De ahí que viva de contra-decirme, que no es lo mismo que contra-vivir. Algo parecido decía Adorno cuando afirmaba que todo pensamiento sólo es verdadero si va contra sí mismo.
    Pero no tengo la vena masoca y el entender va unido para mi inexcusablemente a propuestas sociales y políticas, como es en el caso de mis trabajos sobre las nuevas tecnologías. Te confieso que a veces acabo un poco harto de gracietas, que llaman humor, y de ironía invertida cuando hacen risas sobre estos temas.
    Avance de novedades: en las próximas remesas a la papelera virtual van palabras, ya "viejunas", como cyborg, hipertexto...que yo he utilizado antes.
    Como ves, lo que quemo en la chimenea son páginas de mis propios libros, lo que antes se decía como quemar naves. Si otros se animan...
    Un abrazo

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  7. Agradezco este último comentario, José Luis, por muchos motivos. Creo como tú que el camino intelectual es un palimsesto cuyo único destino es la rescritura permanente. En ello estamos, si bien a una escala que parece menos drástica de la tuya. ¿Qué vamos a hacer sin cyborgs y sin hipertextos? ¿Qué será ahora del pobre Landow, de Donna Haraway ;))? En fin, seguiremos tus mudas con tanta atención e interés como las larvas anteriores. Abrazos.

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