sábado, 24 de marzo de 2018

viernes, 23 de marzo de 2018

Bye Bye Germany (2017) Sam Garbarski (2)



-“Dime la verdad, nada más que la verdad
- Si no maquilláramos un poco la vida sería insoportable”

Estos verdes son el color de la ambigüedad espacio temporal: un presente que no (se) ve nítido entre el pasado y el futuro: es el color del ensimismamiento pero también de la distancia, recorta las figuras pero difumina los paisajes, pierden en él fuerza los detalles de una vida indefinida entre la aurora y el ocaso, pero se acentúa la gradación de tonos, cada uno de ellos una posibilidad. En la película se ofrecen varios finales posibles. Como este





La cámara se queda quieta, respetuosa, enfoca a distancia, mientras David se aleja en la noche, cojeando a ratos, en un baile de claqué entrecortado, acomodando su paso al otro superviviente, protagonista, el perro cojo.

 Esta es la “verdadera historia” pero como advierte el texto sobreimpreso de la película no necesariamente la historia verdadera. “Esta es una verdadera historia y lo que no es totalmente verdadero sin embargo es cierto”. Prefiero traducir el “es stimmt” por viene a cuento, encaja. Un planteamiento equidistante entre la historia y la memoria histórica mediando el humor.

 “Alles ist so gewesen. Nichts war genau so” ponía en sobreimpresión Volker Schlöndorf en Die Stille nach dem Schuss (2000) para contar la vida, el sobrevivir, malvivir, de los ex terroristas de los años 70: todo ha sido así, pero nada fue exactamente así. Historias de supervivientes. Aquí cuenta la vida, el sobrevivir, de supervivientes de los campos de exterminio nazi. Si en el primero ya se concedía que todo fue así pero nada fue exactamente así, la conclusión del segundo es que la verdad tiene que ser “maquillada” si se quiere sobrevivir, así Moritz Bleibtreu, David. Se enfrenta la memoria de los hechos y los hechos de la memoria, la necesidad de contar cómo fueron las cosas para que no fueran exactamente así y viceversa. Es una necesidad del presente, el gran tiempo de la supervivencia, no el pasado ni el futuro, que solo sobreviven, a su manera, en él. Así fueron las cosas y así se las hemos contado para que no fueran exactamente así. Todo acaba dependiendo del lugar en que se coloque el “así”.

 Lógicamente, David no es creído, pero para eso también tiene una respuesta:
“Ni nosotros creemos lo que hemos vivido”.


viernes, 16 de marzo de 2018

Bye Bye Germany (2017) Sam Garbarski (1)



Es war einmal in Deutschland (Auf Wiedersehen Deutschland)

El título inglés solo traduce / traiciona la mitad del alemán. Y este detalle tiene su importancia ya que el interés de la película reside precisamente ahí: no tanto en lo que se cuenta sino el modo de contar. Y adopta la forma de los cuentos: hubo una vez en Alemania, hasta luego Alemania, pasado y futuro de un entre que es la película. Se habla de ambos tiempos, pero no se ven, no hay los molestos flashback o flashforward que denotan falta de imaginación en recurso torpe a la técnica, pero lo que se hizo y se hace está determinado por ello. Es una película contada desde el punto de vista de unas víctimas, no de “el espectador”. No se busca la complicidad del estereotipo y algunos se enfadan: es ambigua, no condena, suficientemente, el Holocausto, dicen. Con Auschwitz no se juega, opinan ellos, las auténticas víctimas, culturales, por supuesto, riñendo a las otras, las que sí pasaron por los Campos, Lager,  pobres. Es el deporte favorito de las “almas bellas”: moralizar a costa ajena parasitando las imágenes. Su mayor defecto parece consistir en que no se trata de esas películas o series que al principio prometen mucho y luego se convierten en un tostón que no sirve ni para la reflexión ni para el arte sino para reiniciar el software ideológico le pongan lo que le pongan.

!No se juega con la palabra sagrada, “culpa”! Toda la posguerra alemana y aún décadas después está marcada por ella. La cuestión de la culpa abordada por Jaspers en su obra de 1946, Die Schuldfrage. La culpa que inútilmente querían hacer confesar los americanos a los alemanes cuando les obligaban a ver los documentales sobre los campos de exterminio que ellos habían filmado (en condiciones bajo sospecha de las que ya me he ocupado en el libro sobre Farocki): es horrible, sí, pero no fuimos nosotros, decían a la salida. Y ahora, en esta película se juega con la culpa, y de qué manera. Sacándola partido, sin partido.

La forma en que se enfrentaron entonces los alemanes a su reciente pasado es muy diferente a la icónica en que hoy pretenden conocer en todos sus ángulos ese ya remoto pasado. En la retina todavía está la espléndida película de Petzold, Phoenix, 2014. Hay muchas más. Lo que llama la atención en esta película son las imágenes, el color de las imágenes. Es un discurso icónico que tiñe de ambigüedad el manido ideológico, haciéndolo complejo, más lleno de posibilidades. Es un estilo icónico perceptible en varios directores de cine de películas tan diferentes de esta (pero ojo a las apariencias) como La forma del agua (en realidad el color del agua) de Gregorio del Toro para traer de vuelta al pasado que somos, no ir a él: es la estética Nighthawks. Es la estética de los verdes claros en fuga a los oscuros, de ese color mestizo, entre el amarillo y el azul, puros. Mixto, ambiguo, evocador, metálico pero enamorado, violencia tecnorromántica.


La fotografía en la que ella está apoyada en las taquillas es todo un compendio de la gama de verdes hasta casi el amarillo de fuga y el oscuro azul del techo. Es el color de los monstruos amables como Gereon en Babylon Berlin o el hombre pez, naturalezas híbridas en lo físico y o moral, es el color del enigma, de El enigma de una tarde de otoño de De Chirico, amarillo a la izquierda, verde de fondo y oscuro a la derecha. La mezcla o su contigüidad dan como resultado la ambigüedad que así, sí, puede llamarse metafísica.













To be continued

sábado, 10 de marzo de 2018

ojos de cordillera

















"La vida no me aporta gran cosa. Lo conozco todo y lo he visto todo. Y además detesto el mundo en el que vivimos. Todo es mentira y falso. Ya no hay respeto. No se cumple la palabra dada. Solo cuenta el dinero",

Leer más:  Alain Delon: «La vida ya no me aporta gran cosa»  https://www.larazon.es/cultura/cine/alain-delon-la-vida-ya-no-me-aporta-gran-cosa-ID174131


Queda el cine, todavía...


 




domingo, 4 de marzo de 2018

jueves, 1 de marzo de 2018

Kino Delirio


La esencia de un blog (y mucho más) guardada en un libro. No se lo pierdan