Los créditos de apertura de Babylon Berlin han
recibido numerosos reconocimientos por su calidad. También los de clausura,
menos elaborados, pero más reconocibles. En realidad, solo estos últimos
responden a su nombre, cierran los capítulos, mientras que los primeros están incrustados
en la narración. Saskia Marka, la diseñadora, ha remontado su inspiración hasta
el primisecular Der absolute Film, ese movimiento alemán que aspiraba a
hacer del cine la nueva obra de arte total. Más en concreto, se ha referido a
Walter Ruttman, a su conocida obra Berlín, la sinfonía de la gran ciudad
y a las diferentes versiones de sus Juegos de luz. El resultado ha sido
(no solo para los créditos sino para los capítulos de las tres temporadas) una
singular mezcla de expresionismo abstracto y narrativa documental al estilo de
la nueva objetividad. Es bueno tenerlo en cuenta pues Babylon Berlin es
una serie de culto que va contra el culto. Este, cuando oye la palabra Weimar,
empieza a salivar una compungida nostalgia. En 2017 Der Spiegel resumía
el tono de la entrevista a sus creadores con este titular: “¡Se
acabó la retro-nostalgia
de papel maché!”.
En ese mismo año que explora la serie, 1929, Ruttman
estrena otra obra menos conocida y que lleva por título La melodía del mundo.
Era el encargo de una naviera, un trabajo publicitario, se filmó un gran
cantidad de imágenes por todas las partes del mundo y lo que hizo Ruttmann fue
montar ese material tan heterogéneo como un caleidoscopio, al igual que sucede en los créditos de Babylon Berlin. El montaje era la pieza clave para lograr ese ideal
del “filme absoluto” como música visual. En el giro icónico de aquellos años lo
icónico incluye lo sonoro y lo visual como mejor forma de expresar esa nueva
sensibilidad para el (su) tiempo en que parece estar empeñada la cultura.
Ruttmann, además de por sus obras vanguardistas, es
conocido por sus manifiestos. Tras unos iniciales intentos de asociar la
pintura con el tiempo y el movimiento a través de la música concluirá: “Ya no
tiene sentido pintar, hay que poner la imagen en movimiento”. La pintura y la
palabra detienen el tiempo, pero la vida, mientras es vida, no se detiene. El
cine es el arte de la vida real creando ritmos de tiempo a través del montaje.
Las sinfonías ópticas integran una pluralidad de imágenes diferentes y, a veces, contrapuestas, para configurar “la melodía del mundo”. Eso es justamente lo que
hace con su obra de 1929 y la cita inaugural no deja lugar a dudas sobre el
método: “El verdadero misterio del mundo está en lo visible no en lo
invisible”. No se trata solo de optar por uno de los términos de la conocida
dialéctica occidental, sino de prescindir de ella, siendo esta posiblemente la
verdadera diferencia con Klee. Las consecuencias van mucho más lejos del terreno
del arte y quizá sería oportuno reflexionar sobre ellas. Porque la apelación al
“filme absoluto” no se refiere solo a una nueva visibilidad que aspira a hacer
visible lo visible, sino a una nueva forma de hacer historia en la que, junto a la
consabida historia conceptual, se hacen valer los derechos de la nueva historia
perceptual. Y entonces la época de Weimar, este año 1929, aparece a una nueva
luz, sin los filtros culturales que la velan. Es una de las sorpresas de la
serie.
https://www.revistadecoupage.es/haneke-una-critica-al-sentimentalismo/
ResponderEliminarJ.L.