El título promete, el resultado decepciona. No por la lectura, entretenida, de una serie de cotilleos con barniz histórico, no exentos de detalles salaces, siempre eruditos, sino por el subtítulo, la metodología. Además, título y subtítulo no tienen nada que ver.
Comenzando por esto último, la autora declara en la introducción que se propone escribir una historia alternativa al tópico de la historia del Renacimiento centrada en "el genio y la gloria a costa de las atrocidades". Todos tenemos en mente a la víctima alternativa: La cultura del Renacimiento en Italia de Burckhardt. Al final, concluye que su obra es una "caja de Pandora" de la que han salido todas esas atrocidades sin que apenas nos haya dejado ver la esperanza. Su metodología es clara y confiesa que va al Renacimiento desde sus intereses del presente para comprender mejor la situación actual a la vuelta de la escritura. Es un problema, ya que cuando se moraliza al pasado desde el presente se corre el riesgo de no entender ambos.
Así, los desastres de la guerra son repetidos una y otra vez, menudean las anécdotas de los lascivos Papas más preocupados por el futuro de la prole que el bienestar espiritual de los fieles (es un decir, en la época de las puñaladas traperas), la diplomacia oscilante es una suerte de mafia tras la que están siempre los intereses económicos, territoriales, a costa de los individuos y sus terribles hambrunas. Los artistas son unos titiriteros, de corte en corte, vendiéndose al mejor postor para lavar con el lustre del arte otras fechorías señoriales. Entre ellas, la afición al porno, al natural, literario y artístico. Se salvan, entre tanta pestilencia, algunas mujeres empoderadas. El fondo de la caja de Pandora.
En esta metodología el título tiene un manifiesto carácter esteticista, de marketing editorial. Se mezclan estética e historia que no tienen nada que ver. Y tan es así que lo que no hay en el libro es justamente lo que promete con la "y" conjuntiva (el nexo entre la belleza y el terror) transformándose, más bien, en una disyuntiva. Es decir, que uno no se explica leyendo el libro cómo con tanto terror pudo haber algún tipo de belleza, en qué consistía (no se analizan las obras) y, sobre todo, de dónde salía. Esto que es un fallo en este tipo de historia es una obviedad en estética. La belleza sale del terror. Es la belleza del terror. Resultado: el terror de la belleza.
La lectura de este libro puede resultar interesante, me permito recomendar otra más provechosa.
Dos joyas
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