domingo, 15 de enero de 2023

Un título esteticista para una amontonada exposición

 

Estos días puede verse una exposición de fotografía en la Fundación Juan March con el título Detente, instante y el subtítulo Una historia de la fotografía.

En la página web se lee dirigido al futuro visitante.

“Descubrirá también muchas imágenes –unas célebres, otras sorprendentemente desconocidas– ante las que correr el riesgo de detener el instante, como deseó Fausto, y dejar que la mirada se llene para siempre”.

En el folleto de mano:

“Además de la edad y de la diversidad de las obras reunidas aquí, tras todas ellas hubo artífices que lograron lo que Goethe hizo desear a su Fausto: detener un instante y preservarlo para siempre”.

Desde hace tiempo me ha sorprendido la tendencia a poner títulos esteticistas a las exposiciones de arte, lo que confunde sin aportar información sobre aquello que debería introducir. En este caso, el subtítulo, Una historia de la fotografía, lo remedia y hubiera sido suficiente con él. A la manipulación emocional del esteticismo se une, además, la inútil erudición, que suele acompañar a ese tipo de títulos en los textos explicativos. No solo confunden sino que, a veces, se confunden. La cita de Goethe a la que se acogen como criterio de autoridad recomienda todo lo contrario de lo que pretenden. Ni Fausto ni Goethe desean detener el instante.

«Fausto.– ¡Choquen nuestras manos! Si un día le digo al instante: “¡Detente!, ¡eres tan bello!”, puedes entonces cargarme de cadenas, entonces consentiré gustoso en morir. Entonces puede doblar la fúnebre campana; entonces quedas eximido de tu servicio; puede pararse el reloj, caer la manecilla y finir el tiempo para mí».

No estoy de acuerdo con que la fotografía sea tiempo detenido. Pero no voy a entrar ahora en ello. Lo relevante de la cita es la apuesta que Fausto hace con Mefistófeles en el Fausto de Goethe: si alguna vez quiere detener el instante, entonces puede quedarse con su alma y morirá. Intentar detener el instante es entregar el alma al diablo. Detener el tiempo, el instante, es morir, todo lo contrario del impulso fáustico en Goethe, dejar correr el tiempo, la sucesión, vivir.

El día de mi visita había un numeroso, animoso, contingente del IMSERSO, espero que no hicieran caso de la sugerencia de detener su instante contemplando las fotografías.

 

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