miércoles, 27 de noviembre de 2024

domingo, 17 de noviembre de 2024

martes, 12 de noviembre de 2024

un yo menos trascendental

 

"Así pues, yo debería atenerme a la experiencia y decir provisionalmente: donde yo siento, allí estoy. Estoy justamente tanto en la punta del dedo como en la cabeza. Soy el mismo que se duele de los talones y al que el corazón palpita en los afectos. Si me atormenta mi callo, experimento la impresión dolorosa no en un nervio del cerebro, sino al final de mi dedo." (Kant. Sueños de un visionario)

domingo, 10 de noviembre de 2024

viernes, 8 de noviembre de 2024

martes, 5 de noviembre de 2024

domingo, 3 de noviembre de 2024

El juicio de Eichmann 7

 



Dice el fiscal que todos se preguntan cómo el hombre que estaba ahí sentado pudo hacer esas cosas. En los dos primeros documentales la cámara enfoca una y otra vez a Eichmann como si en esa imagen estuviera la respuesta. Crasa equivocación. Testigos e invitados destacan su frialdad. Pero hay también alguna ocasión en la que aparece brevemente una media sonrisa de Eichmann: la anécdota infeliz de una testigo escondida en un carro de patatas o los esfuerzos baldíos del fiscal por encontrar entre los papeles la prueba de la que está hablando. Con aquellos repetidos grises primeros y medios planos de un acusado siempre contenido los directores están haciendo el juego a Eichmann, a la imagen que él pretende trasladar, de que era imposible que perpetrara los crímenes de los que se le acusa. Muy distinta de la real que aparece en los audios de las cintas. Por el contrario, menudean las imágenes del fiscal sobreactuando, siendo criticado por el tribunal y los comentaristas por la excesiva prolongación de un interrogatorio farragoso y de escasos resultados.

Faltan imágenes. No las consabidas sino las sugeridas, no menos terribles: un invitado explica que esparcieron las cenizas de los crematorios para que no resbalaran los soldados en el fango al entrar en los campos.

 


viernes, 1 de noviembre de 2024

El juicio de Eichmann 6

 

 Frente al “Imágenes pese a todo” de Didi – Huberman, refiriéndose al Holocausto, Farocki pedía un respeto a las víctimas y no hacerlas pasar una segunda humillación reviviendo lo padecido a los vivos o las imágenes de los campos con los cadáveres apilados por excavadoras en el caso de los muertos.  La crítica al uso en estos documentales no tiene por objeto los testimonios y las imágenes en sí mismas, sino su manipulación y uso mediático que podía desembocar en un macabro esteticismo, de efecto contrario a la cabal compresión de los hechos objeto del juicio. Hubo antecedentes. Es conocido el estupor de los militares norteamericanos cuando, en una labor de reeducación, obligaban a los alemanes a contemplar esas imágenes de exterminio en el cine: algunos jóvenes salían riendo y los adultos mostraban su indiferencia diciendo que no tenía nada que ver con ellos.

No me voy a ocupar aquí tanto de los testimonios de las imágenes (escasos) como de las imágenes de los testimonios de las víctimas en los que según los documentales se apoya el fiscal general. También de las opiniones sobre el tema vertidas por los invitados.  Y aquí es preciso acudir al elemento contextual que proporcionan.  Con verdadera estupefacción para el oyente se explica cómo en Israel había un clima de sospecha, rencillas e, incluso, desprecio respecto a las víctimas del Holocausto culpables, en cierto modo, de haber sobrevivido. Además, respecto a la fiabilidad de sus testimonios, pensaban algunos que, al haber sufrido tanto, ya no eran capaces de distinguir, que a veces confundían la verdad con la fantasía. Esto, según el testimonio de una de las víctimas, fue el golpe 81 de los 80 que había recibido en el campo de concentración. Los llamaban ahora “jabones”, seres defectuosos destinados a ser convertido en tales en los campos y, a pesar de ello, habían sobrevivido. Con amargura, uno de los que había protagonizado una rebelión en el gueto relata la traición de judíos contra judíos, de cómo entregan al líder, tal como había exigido la Gestapo, para salvarse. Pero, la imagen más patética del juicio es la del escritor De-Nur, presionado por el fiscal para que aportara su testimonio: lo hace sufriendo al revivir todo, de modo entrecortado, incoherente y, sin poder aguantar más, colapsando en el suelo, teniendo que ser sacado de la sala entre varios. Imágenes presentes en los tres documentales que no deberían haber sido reproducidas por respeto a la víctima. Lejos del heroísmo muestran a una persona rota, que ha sobrevivido pero que no se ha sobrepuesto. Las imágenes le despojan de su dignidad.

¿Y las otras imágenes?