viernes, 1 de noviembre de 2024

El juicio de Eichmann 6

 

 Frente al “Imágenes pese a todo” de Didi – Huberman, refiriéndose al Holocausto, Farocki pedía un respeto a las víctimas y no hacerlas pasar una segunda humillación reviviendo lo padecido a los vivos o las imágenes de los campos con los cadáveres apilados por excavadoras en el caso de los muertos.  La crítica al uso en estos documentales no tiene por objeto los testimonios y las imágenes en sí mismas, sino su manipulación y uso mediático que podía desembocar en un macabro esteticismo, de efecto contrario a la cabal compresión de los hechos objeto del juicio. Hubo antecedentes. Es conocido el estupor de los militares norteamericanos cuando, en una labor de reeducación, obligaban a los alemanes a contemplar esas imágenes de exterminio en el cine: algunos jóvenes salían riendo y los adultos mostraban su indiferencia diciendo que no tenía nada que ver con ellos.

No me voy a ocupar aquí tanto de los testimonios de las imágenes (escasos) como de las imágenes de los testimonios de las víctimas en los que según los documentales se apoya el fiscal general. También de las opiniones sobre el tema vertidas por los invitados.  Y aquí es preciso acudir al elemento contextual que proporcionan.  Con verdadera estupefacción para el oyente se explica cómo en Israel había un clima de sospecha, rencillas e, incluso, desprecio respecto a las víctimas del Holocausto culpables, en cierto modo, de haber sobrevivido. Además, respecto a la fiabilidad de sus testimonios, pensaban algunos que, al haber sufrido tanto, ya no eran capaces de distinguir, que a veces confundían la verdad con la fantasía. Esto, según el testimonio de una de las víctimas, fue el golpe 81 de los 80 que había recibido en el campo de concentración. Los llamaban ahora “jabones”, seres defectuosos destinados a ser convertido en tales en los campos y, a pesar de ello, habían sobrevivido. Con amargura, uno de los que había protagonizado una rebelión en el gueto relata la traición de judíos contra judíos, de cómo entregan al líder, tal como había exigido la Gestapo, para salvarse. Pero, la imagen más patética del juicio es la del escritor De-Nur, presionado por el fiscal para que aportara su testimonio: lo hace sufriendo al revivir todo, de modo entrecortado, incoherente y, sin poder aguantar más, colapsando en el suelo, teniendo que ser sacado de la sala entre varios. Imágenes presentes en los tres documentales que no deberían haber sido reproducidas por respeto a la víctima. Lejos del heroísmo muestran a una persona rota, que ha sobrevivido pero que no se ha sobrepuesto. Las imágenes le despojan de su dignidad.

¿Y las otras imágenes?