jueves, 27 de abril de 2017

una nueva plaga


Que la Momia está recuperando sus poderes se hace patente en la aparición masiva de una nueva plaga: las encuestas de satisfacción. Una de las cosas más insatisfactorias de la vida. Una nueva forma de vampirismo. Nosferatu ya no se corta un pelo: "solo te quitaremos unos minutos" (de vida).


lunes, 10 de abril de 2017

lunes, 27 de febrero de 2017

Pobre Filosofía, la que tiene que servir....



No por cada vez más angustiosas son menos rancias algunas de las defensas que se hacen de la Filosofía. Ante un presente inquieto por la amenaza de un futuro precario, entiéndase "institucional", se recuerdan los méritos de filósofos pasados (también de alguna filósofa, como María Zambrano)  como garantía de que la capacidad de reflexión y de crítica es algo (contra Sócrates) que heredan estos hijos funcionarios de aquellos padres que mayoritariamente no alcanzaron tan bienaventurada condición.

Sin embargo a una sociedad, como la española, que tradicionalmente le ha importado poco la educación y a unos políticos pendientes solo del GRAN PACTO que ellos mismos hacen imposible, semejantes argumentos de autoridad acaban dejándoles fríos, cuando no irritados, aunque nunca indiferentes, siempre que vayan acompañados de una capacidad de hacer ruido que es, a la postre, lo único que no entendiendo al menos atienden.

En décadas pasadas (las agresiones no son de ahora) el método ha funcionado y una tercera de los periódicos en que se amenazaba con el Apocalipsis por parte de filósofos mediáticos de los de entonces lograba  frenar momentáneamente la entusiasta poda de la Filosofía en los planes de estudios en la Secundaria. Eran otros tiempos y los años no pasan en balde.

Ahora, la evidencia personal de las firmas ha dejado paso al viejo argumentario ontológico de para qué sirve la Filosofía: reflexión y crítica. El problema estriba en la exclusividad de la oferta, toda vez que el papel del filósofo ocasionalmente tertuliano es desempeñado por el tertuliano devenido filósofo a tiempo completo: reflexiona (es un decir) y, sobre todo, critica todo lo que le echen según los colores de quien le pague. Nada humano le es ajeno. Su función, asumida, no es la de ayudar a formar criterio sino a entretener, pequeños gladiadores que buscan inmovilizar al contrario interrumpiéndole constantemente. No necesitan justificarse cada día, simplemente hacen su trabajo. Tienen el valor añadido de la credibilidad ya que ofrecen respuestas, se les pregunte o no, mientras que los filósofos insisten en que ellos no ofrecen soluciones sino que solo plantean preguntas (las preguntas de la vida) reclamando cobrar por ello. No se entiende muy bien su pretensión de que, a pesar de todo, tiene que haber gente para todo.

¿Por qué la Filosofía se cree en la obligación de tener que presentar periódicamente pruebas de sangre de esta naturaleza para legitimar su trabajo en las instituciones? Su papel zarzuelero no es envidiable ya que ni siquiera le queda el consuelo de la picaresca: "pobre chica, la que tiene que servir..."

No se trata de frivolizar pero sí de recapitular. Resulta una obviedad, pero no hay Filosofía sino filosofías y estas últimas han experimentado un desarrollo tal en direcciones de la Lógica, la Ética y la Estética aplicadas (por citar solo algunas) que difícilmente se pueden encuadrar ni administrativa ni temáticamente en los marcos de la Metafísica y la Historia de la Filosofía, más aún, les cuesta seguir bajo el paraguas de la filosofía en singular. No es que haya que abrir la Filosofía sino que ya está abierta en carne viva hace mucho tiempo aunque no lo aparente por sus cerradas argumentaciones cuando intenta definir cuál es su servicio y la índole  de su presencia institucional. Se oye su voz pero no se percibe su latido. Las filosofías tienen mucho que ofrecer pero la Filosofía ofrece muy poco en su nombre.

A ello se añade otro elemento de desencanto. La gente parece cansada de la autoficción, la clónica diferencia repetitiva de los hijos de Deleuze, el incesante guiño cultural sin consecuencias, la sustitución del moderno de nobis ipsis silemus (sobre nosotros mismos callamos) con el posmoderno de nobis ipsis loquemur (sobre nosotros mismos hablamos). La gente disculpa que en la refriega dialéctica se atribuya la Ética de la razón pura a Kant, quizá sabedores (¡Ah, la sabiduría popular!) que es la obra que el célibe Kant presentó (sugerente anacronismo) bajo seudónimo al premio de La sonrisa vertical.

Por si acaso, no se ha mencionado en todos estas reivindicaciones de la filosofía el escrito de Schopenhauer Sobre la filosofía en la Universidad. No salimos bien parados. Ahí contrapone la filosofía como profesión a la filosofía como búsqueda de la verdad. No es solo que no busque la verdad es que tampoco se la deja buscar a otros, cegando el paso a las fuentes de la filosofía en los charcos de la (su) bibliografía.

La mediática antinomia schopenhaueriana entre la filosofía como profesión y vocación no siempre resulta tan clara. Más bien todo lo contrario. El prestigio de la filosofía en España se ha mantenido durante años gracias a excelentes profesores de Secundaria que se dejaban la piel en los Institutos, entusiasmaban a los alumnos y ahora, además, lo siguen haciendo en la web. Si tiene que haber una renovación de la filosofía en España debe partir de, en sentido orteguiano, una nueva sensibilidad social para ella y esa la tienen los profesores de Secundaria en su trato diario con los alumnos. La enseñanza de la filosofía en la Universidad se ha convertido en una sucursal de  UNED donde no se goza de sus privilegios y se padecen sus inconvenientes.

viernes, 17 de febrero de 2017

miércoles, 15 de febrero de 2017

domingo, 12 de febrero de 2017

viernes, 3 de febrero de 2017

martes, 31 de enero de 2017

el tiempo del informático


Pobres Frodos ¿Está indexado el libro? ¿Cómo anda de cuartiles? y ¿Sale mucho en el Book Citation Index? ¿Qué puesto ocupa la Comarca en el Índice Shanghai de Universidades? Sin ello ni con la ayuda de El Rey de los Muertos lograréis cumplir los nuevos requisitos de acreditación en Mordor.

 "El poder de los Tres Anillos ha terminado, llegó el tiempo de la hegemonía del Informático"(Galadriel) 





domingo, 29 de enero de 2017

viernes, 20 de enero de 2017

martes, 17 de enero de 2017

En presencia de Schopenhauer


"Falta por escribir la tragedia de la banalidad producida por circunstancias normales que la vuelven por ello todavía más inevitable"

Así acaba el ensayo de Houellebecq, así comienza su obra y ese es el trasfondo de la de Schopenhauer. No hace falta circunstancias excepcionales ni tampoco seres monstruosos para explicar las enormes desgracias que unos seres humanos preparan a otros. Va en su carácter; como dijera el escorpión de la fábula, es mi naturalezza.

Debe contenerse la rata hermenéutica que ya tenía preparada en su hocico la cita de Hanna Arendt. No, aquí no se trata de la banalidad de la tragedia sino de la tragedia de la banalidad. Lo que en el fondo escuece en el Schopenhauer de Houellebecq es tener que vivir en un mundo de mediocres y no poder hacer nada por evitarlo(s). Un mundo del "me gusta" sin llegar a querer realmente. Por eso le interesa en especial el Schopenhauer más popular aunque comente su obra magna: ese que da consejos para una vida feliz en la que es imposible la felicidad. Ya no es el filósofo para filósofos (si alguna vez lo fue) sino el novelista para seres humanos, el artista. Es decir, él mismo, Houellebecq. Ambos compartirían, según él, una obra cuyo núcleo es una intuición artística y un método, el de la contemplación estética.

No son desdeñables los consejos. El primero es la separación entre vida y obra. Si Schopenhauer advertía que había escrito sobre lo que era un santo pero no dicho que lo fuera, Houellebecq distingue entre el artista como hombre, al que le interesan el "dinero, la gloria y las mujeres", y el artista sumido en la contemplación estética del objeto (sujeto claro espejo del objeto), ingenua, inmerso en un mundo 3D. Ahí encuentra la belleza de la idea, el pez dorado de David Lynch, sin los molestos tirones cotidianos de atención de la Voluntad. Esa belleza ideal ganada a golpe de paréntesis estético merece la pena: todo es bello mientras no me afecta, concluye Schopenhauer. Lástima que dure tan poco.

Lo jodido es que afecta (a algunos más otros) porque no se puede estar todo el rato en el limbo estético, hay que vivir, y así comienza la filosofía, la novela y la obra de arte, mostrando que en conjunto la vida es una tragedia y en concreto una comedia sin la posibilida de mantener siquiera un pose digna. La obra de estos dos autores es un grandioso tratado de melancolía por el esfuerzo sin fin y sin sentido de la Voluntad en los individuos, ese sacrificio absurdo de una generación por la siguiente, se lamenta Houellebecq, criando niños y luego atendiendo a ancianos, poco tiempo para sí mismos.

¿Hay la posibilidad de una isla? Houellebecq la explora con la ayuda de las nuevas tecnologías, ni poshumanos ni transhumanos, sino neohumanos. En ellos parece haberse resignado la Voluntad anulándose la individualidad, conjurando aquello que más teme: los neohumanos no sienten el tedio. A pesar de todo:

“Me bañaba durante mucho tiempo, al sol y a la luz de las estrellas, y no notaba nada más que una leve sensación oscura y nutritiva. La felicidad no era un horizonte posible. El mundo nos había traicionado. Mi cuerpo me pertenecía por un breve lapso de tiempo; yo jamás alcanzaría el objetivo asignado. El futuro estaba vacío; era la montaña. Mis sueños estaban poblados de presencias emotivas. Yo era, ya no era. La vida era real”. (Daniel 25 en  La posibilidad de una isla de Houllebecq)




Die, die, die
On the Spanish Coast
Die like a clown
With no friend around
This used to be
A Spanish Town
Die, die, die
On the Spanish Coast
Die like a fly
With no lover to sigh
On a hot white box
In a pile of rocks

You'll go crazy
By the hazy sea
Die, die, die
On the Spanish Coast
Die like a love
When you kill it's dove
If you don't belive
Then your angels leave
And you loose it
You can't use it
Life





Pero siempre queda la posibilidad del mejor amigo del hombre que, naturalmente, no es humano. O más allá de lo humano, como Iggy Pop.






Love is simple to define
But it seldom happens in the series of beings
Through these dogs we pay homage to love
And to its possibility

What is a dog but a machine for loving
You introduce him to a human being giving him the mission to love
And however ugly, perverse, deformed or stupid this human being might be
The dog loves him, the dog loves him



Como Leonard Cohen antes de que se convirtiera en el hombre que susurraba a los micrófonos, inspirándose en La posibilidad de una isla.

viernes, 13 de enero de 2017

deséame suerte

DESÉAME SUERTE

una telaraña recién hecha

    ondeando

    como una vela

    en la ventana abierta

    y he aquí

    a la pequeña maestra

    deslizándose

    por un hilo lechoso

    deséame suerte

    almirante

    hace mucho tiempo

    que no consigo acabar nada



jueves, 5 de enero de 2017

Herzog se come su zapato tecnológico



Casi todo lo que filma este loco bien organizado se convierte en imagen poética. Es la belleza del exceso, de lo sublime. En esta película de 2016 mezcla el Are You Lonesome Tonight? de Presley con el preludio de El anillo del nibelungo de Wagner. Y hasta es capaz de encontrar belleza en las tripas de un protoordenador. No siempre fue así. En 1979, cumpliendo una promesa, se comió la suela de su zapato, sin dejar de lanzar denuestos contra la televisión, los anuncios, esas imágenes impuras que mataban la auténtica cinefilia, ya saben, la de Susan Sontag: "In celluloid we trust", levantaba el puño airado como su "íntimo  enemigo" Kinski. Lo que no ha impedido que a través de ese medio tan "impuro" como lo digital nos haya ofrecido las imágenes más "puras" de desiertos, volcanes, hielos, pingüinos gays, cuevas maravillosas... En esta película se ha vuelto a comer su zapato, el tecnológico.

 




Es una película actual, es decir, ochentera, en esa confusión muy de ahora que consiste en la empanada de los imaginarios de las nuevas tecnologías que recuperan los años 80 del siglo pasado tanto como son incapaces de salir de ellos. Naturalmente hay diferencias. Esta película no llega a ser Halt and Catch Fire, recomendable, pero tampoco se vacía en la diarrea mental de Westworld que ha sumido en la perplejidad al mismísimo Sir Anthony Hopkins negándose a verla en televisión por no soportar más las chorradas que le obligan a decir; ni seduce con el brillo de la alta definición a talludos adolescentes con acné metafísico en Black Mirror. Tratándose de ese remoto pasado que se funde con el remoto futuro en el presente (Smithson) hay que ver el partido que le está sacando a las intrigas de Juego de Tronos algún partido político en lo que es el culebrón de la termporada.
Dejémosles con sus puñales, vayamos a la poesía de Herzog.









Al igual que Farocki, otro "inmigrante digital" (Prensky) Herzog lleva dos cosas en ese viaje, el cuerpo, las experiencias poliestéticas y la naturaleza, la dimensión cosmológica, siendo algunas de las imágenes de síntesis un morphing de las "naturales" que hemos visto en otras películas suyas.


Siguiendo la técnica de otros "documentales" Herzog hace una ronda de entrevistas con su inglés lechoso investigando los pro y contra de las tecnologías





Lo que no impide a los azafranados monjes darle afanosamente al dedito




En esa borrosa frontera en que los robots sueñan con ser humanos y la humanidad con ser alguna vez ella misma, Herzog se pregunta:


Al fin y al cabo no hace más que seguir el imperativo categórico de Oscar Wilde: "sé tú mismo, el resto de los papeles ya están cogidos".

Ya, ¿pero qué soñaría el androide? Una vez más se conjura el espíritu Blade Runner



Para esta noche de Reyes hay mejores recomendaciones