miércoles, 5 de septiembre de 2018

ensayos de minima inmoralia



Este libro es una cosmogonía posmoderna del mito como chismorreo en la época, ya analizada en otros libros suyos, del capitalismo emocional (¿hay otro?); de Ra a Blade Runner, de las lágrimas de Isis a esas lágrimas que se deslizan en el tobogán de las temblorosas columnas digitales. El libro, una “cosmicómica" en palabras del autor, es la argumentación asociativa de la liana sobre vacíos de identidad.



El mito deviene chisme y el chisme está ya en el mito. Las Erinnias de la Orestíada persiguen al tuitero en forma de trolls más deseados que temidos. Todo el libro merece la pena por la página 70, por la revisión del mito de Narciso que lleva como conclusión a un nuevo imperativo para el narcisista self surfing: “Mírate: desconócete a ti mismo”.

Dice La Biblia que se juzgará al final por lo hecho mientras que en El libro de los muertos por lo no hecho; a lo primero lo llaman confesión positiva, a lo segundo confesión negativa; los cristianos posmodernos sufren por la insoportable levedad del ser mientras que los egipcios premodernos estaban encantados con la soportable levedad de ser; a diferencia de los otros el corazón era contrapesado con una pluma y solo perdían el juicio los pesados. Otros tiempos, ahora lo hacen perder.

Este libro es una soberbia muestra de ingenio, es decir, humor enhebrado con la inteligencia de la observación aguda y el tejido sutil de la reflexión sobre los matices del presente. Todo está en juego en esta voluntad de lucidez. Ya en obras anteriores, en el libro de ahora, Eloy Fernández Porta ha demostrado que es posible en y para el siglo XXI un tipo de ensayo diferente, entendido como ejercicios de minima inmoralia sobre las variadas producciones del homo sampler.



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