Repasando los textos icónicos del post anterior. En vez de la expresión "reescritura de la realidad" habría que inventar la de "reimaginación de la realidad" para explicar el efecto de esas imágenes en acción como imágenes operativas. Son las imágenes del “como si” hubieran ocurrido por las que se comunican los cerebros. Hasta tal punto que hacen dudar al protagonista, a Shaun, que confiaba en “su” relato verbal para construir la realidad y ahora no sabe a lo que atenerse o quizá si, “la justicia me alcanzó”, reconoce al final. Están las imágenes de la cámara y sus otras imágenes, las del subconsciente. Las verdades de las imágenes por él manipuladas y las de los otros se abren paso como glitch, las del afgano suplicando piedad, las de él quizá golpeando a la abogada. Imágenes fake, como la de las manos de ella, se superponen con las del afgano, que son verdaderas, aunque él las ha reprimido contándose muchas veces la misma versión exculpatoria. Si la acción contemplada en los hechos que se narran es lineal lo notable en los capítulos de la serie para el espectador se va desarrollando en procesos paralelos de modo que ya no sabe a qué carta quedarse. La tradicional distinción entre historia y relato desaparece. La historia ya no está basada en hechos sucedidos sino en acciones para que sucedas, en relatos, que se construyen, no ya con palabras, sino con imágenes.
Estos nuevos relatos icónicos tienen un carácter lineal y secuencial en su presentación, pero no han sido construidos así. Merece la pena detenerse en esto pues estamos ante una singular labor de “apropiación”. Ya no se trata del prestigio de los orígenes ni de la mística de los “inicios” frente a los comienzos, tipo heideggeriano. No es tanto en ellos sino en las interrupciones, los intermedios, donde se construye el relato y se cambia la historia. Algo que pasa, un autobús, un camión, y tapa momentáneamente al espectador la escena que estaba viendo. Es entonces cuando entran en el juego las otras imágenes, las imágenes operativas. Pero ¿cómo entender su temporalidad, su operatividad?
La vigilante de una cámara de seguridad en Londres está viendo “en tiempo real” una secuencia de imágenes manipuladas como si estuvieran sucediendo en ese momento. La presencialidad afecta a la tradicional secuencia de tiempos, de pasado, presente y futuro. En el siglo pasado se puso en referencia ese tiempo tecnológico de final de siglo, el “tiempo real” con el otro mesiánico de sus comienzos, el “tiempo ahora” benjaminiano. La suprema ironía de la “apropiación” en esta serie es que los nuevos vencedores del siglo XXI se apropian de la forma de escribir la historia de los vencidos en el XX para conseguir sus propósitos “ciudadanos”. En otros términos: el posfascismo posmoderno hace suya la crítica al fascismo moderno para construir su nuevo relato en forma de historia “real”. Parafraseando a Benjamin: el girasol del futuro vuelve sus ojos al presente para que construya el pasado. Y todo ello en apelación al “instante del peligro” que se está viviendo y del que me ocuparé en otro post: el terrorismo. “Solo producimos imágenes que sabemos que pasaron”, dice Gemma. El relato del pasado se escribe desde el futuro como historia contemporánea del presente.
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