"Falta por escribir la tragedia de la banalidad
producida por circunstancias normales que la vuelven por ello todavía más
inevitable”. Así acababa Houellebecq su ensayo sobre Schopenhauer y el
resultado bien podría ser su novela Serotonina.
En ella se narra en primera persona “mi camino hacia la aniquilación”. Un
camino propio de seres intermedios, “yo no era muy útil pero tampoco era
nefasto”. Un trayecto repleto de “movimientos en falso” conducentes a una
aniquilación que todavía está por ver/leer. Al final de la novela al
protagonista todavía le quedan algo más de 200.000 euros que pulir de la herencia
familiar. Calcula que haciendo pequeñas economías para mantener sus vicios
todavía puede aguantar diez años. Con la ayuda del Captorix que le regule la serotonina,
algo que aparezca para controlar el inesperado cortisol y, sobre todo, sus
favoritos, la botella de Gran Mendoza si veranea en España y el Grand Marnier
si hiberna en París, con todo eso, aunque se sienta “una mierda a la deriva” con
sobrepeso, podrá ir tirando con tiradas de ejemplares cada vez más grandes. Y
hacer frente al problema que desencadena la depresión en los personajes de sus
novelas: cómo sobrevivir a la Nochebuena y Nochevieja sin caer en la trampa de
la familia feliz pero tampoco en el extraño complejo de culpabilidad de la
soledad no buscada precisamente en esas fechas.
jueves, 31 de enero de 2019
martes, 29 de enero de 2019
viaje al lado oscuro de dios 5
El infinito y más allá, la carretera, el océano niño, los pasadizos oníricos del cubo...son citas de cine que nos devuelven mediante el color a sus orígenes: juegos de luz.
sábado, 26 de enero de 2019
la soportable levedad de ser
Dice La Biblia que se juzgará al final por lo hecho mientras que en El libro de los muertos por lo no hecho;
a lo primero lo llaman confesión positiva, a lo segundo confesión negativa; los
cristianos posmodernos sufren por la insoportable levedad del ser mientras que
los egipcios premodernos estaban encantados con la soportable levedad de ser; a
diferencia de los otros el corazón era contrapesado con una pluma y solo
perdían el juicio los pesados. Eran otros tiempos.
jueves, 24 de enero de 2019
viaje al lado oscuro de dios 4
Es la cita del comienzo de la novela sobre la alucinación consensuada que era el ciberespacio. Y de ahí arranca buena parte de la vieja ciencia ficción empezando por la palabra misma, ahora devenida obsoleta. La nueva ya no concibe los efectos especiales sino como efectos corporales y, siguiendo la estela tecnorromántica, como afectos especiales. En la rematerialización del ciberespacio a finales de los años 90 lo natural ya no se define por lo artificial, borrando fronteras, sino que desaparece la dualidad misma, y la mente no se separa del cuerpo sino que explora con la mano el lado oscuro del color. En las novelas posmodernas, las películas de igual factura, hay toda una fascinación por el primitivismo tecnológico de las pantallas nieve, el crepitar del celuloide tembloroso, los vídeos sin fin en monitores CRT : es la necesidad del arcaísmo cultural en las nuevas tecnologías.
Esta película se hace eco, como iremos viendo, de casi todos los tópicos, mediante el sampleado de la cita icónica.
Aquí, como en Equilibrium, es la mano el auténtico intermedio, clave de lo virtual y lo real, ingreso en la alucinación y salida de ella.
lunes, 21 de enero de 2019
viaje al lado oscuro de dios 3
“Si se
limpiasen las puertas de la percepción, todas las cosas aparecerían ante el
hombre como son: infinitas”.
domingo, 20 de enero de 2019
viaje al lado oscuro de dios 2
"Como hemos dicho la imagen es droga—Cuando un paciente pierde una pierna ¿qué parte de su ser es la más perjudicada?—Evidentemente la imagen de sí mismo—Por eso necesita una inyección de imagen concentrada—Las drogas alucinógenas alteran el diseño de la «realidad» de modo tal que vemos una «realidad» diferente—No existe «realidad» verdadera o real—La «realidad» es sencillamente un diseño más o menos constante—El diseño que aceptamos como «realidad» ha sido impuesto por la fuerza que domina este planeta, una fuerza esencialmente orientada hacia el dominio absoluto—Para retener el mando han decidido monopolizar y desactivar las drogas alucinógenas produciendo alteraciones nocivas en el nivel molecular—El mecanismo esencial de nova es muy sencillo; consiste en producir tantos conflictos insolubles como sea posible y agravar incesantemente los que ya existen—[...]
Puesto que la droga es imagen, los efectos de la droga pueden producirse y concentrarse fácilmente en una banda de sonido e imagen—De este modo: tómese a un drogado en las últimas—Proyéctesele luz azul sobre la cara para llamarla de algún modo o tíñase la droga de azul da lo mismo y después dése una inyección al drogado y fotografíese el milagro azul a medida que la vida retorna a ese cadáver ambulante—Así se obtendrá la banda de imagen de la droga—El que experimenta puede proyectar después la transformación azul sobre su propia cara si quiere sentir el Gran Efecto—(Burroughs. Expreso nova)
Puesto que la droga es imagen, los efectos de la droga pueden producirse y concentrarse fácilmente en una banda de sonido e imagen—De este modo: tómese a un drogado en las últimas—Proyéctesele luz azul sobre la cara para llamarla de algún modo o tíñase la droga de azul da lo mismo y después dése una inyección al drogado y fotografíese el milagro azul a medida que la vida retorna a ese cadáver ambulante—Así se obtendrá la banda de imagen de la droga—El que experimenta puede proyectar después la transformación azul sobre su propia cara si quiere sentir el Gran Efecto—(Burroughs. Expreso nova)
viernes, 18 de enero de 2019
viaje al lado oscuro de dios 1
Masking identity
Lost in a memory
Of how it used to be Anonymous
Set in the dark of night
In the shadow of a streetlight
Uncover your role tonight
Anonymous
martes, 15 de enero de 2019
Border
"Pero cuando nada subsiste ya de un pasado antiguo, cuando han muerto los seres y se han derrumbado las cosas, solos, más frágiles, más vivos, más inmateriales, más persistentes y más fieles que nunca, el olor y el sabor perduran mucho más, y recuerdan, y aguardan, y esperan, sobre las ruinas de todo, y soportan sin doblegarse en su impalpable gotita el edificio enorme del recuerdo"(Proust).
"Esa noche había en el aire un olor a tiempo. Tomás sonrió. La idea era divertida. ¿Qué olor tenía el tiempo? El olor del polvo, los relojes, la gente. ¿Y qué sonido tenía el tiempo? Un sonido de agua en una cueva y unas voces que lloraban y una voz muy triste, y unas gotas sucias que caen sobre tapas de cajas vacías, y un sonido de lluvia. Y aún más, ¿a qué se parecía el tiempo? El tiempo se parecía a la nieve que cae calladamente en una habitación negra, a una película muda en un viejo cine, a cien millones de rostros que descienden como globos de Año Nuevo, bajando y bajando hacia la nada. Así era cómo olía el tiempo, cómo sonaba y qué parecía. Y esta noche (y Tomás sacó una mano al viento fuera de la camioneta), esta noche casi se podía tocar el tiempo" (Ray Bradbury).
En la ficción literaria de Proust la identidad (somos tiempo, somos memoria, es la creencia) se despliega en las imágenes de los sentidos más primarios, el olor, el sabor, que activan la memoria involuntaria del recuerdo. En la ciencia ficción de Ray Bradbury, en sus inolvidables Crónicas marcianas, se puede pensar en imágenes poliestéticas lo que no logró la filosofía en conceptos: el tiempo. Recordemos el tópico agustiniano: "¿Qué es, pues, el tiempo? Si nadie me lo pregunta, lo sé; pero si quiero explicárselo al que me lo pregunta, no lo sé". Hay otro tipo de saber, el del gusto, olor y sabor.
En la película Border (2018) de Ali Abbasi se plantea la pregunta: "¿Se pueden oler los sentimientos?". Interesante pregunta en una época en que todo se vuelve hablar de emociones, no tanto de sentimientos. La ayudante de policía de aduanas Tina es capaz de hacerlo, oler los sentimientos de culpa, vergüenza, rabia, que se esconden tras la aparente ausencia corporal de emociones.
Border es el regreso a lo elemental, a la tierra húmeda del bosque y al cuerpo de recuerdo mutilado; nos sitúa en la frontera como límite de la pregunta por la identidad y diferencia en formato esencialista: es una pregunta grotesca según el director. Los dos personajes centrales parecen escapados de La isla del doctor Moreau. Y la estética de las imágenes se acoge a esa categoría: parajes sublimes que albergan escena sórdida de sexo en la que se intercambian burdamente géneros como en el bioarte trans; asepsia funcionarial en las instalaciones de aduanas y vulgaridad cotidiana en la vivienda que comparte Tina con un gorrón; proteger y servir con caso de pedofilia y bebé escapado de Cabeza borradora que acabará en retoño de Shrek; gestos de extrema fisicidad revolcándose en la tierra, acariciando el musgo pero degustando los gusanos del bosque; correr, bañarse desnudos, gritar de placer por la (esa) vida, amor entre gruñidos.
Siente el amor de la madre Gea venteando los efluvios de lo elemental, pero también el rechazo de los (otros) seres humanos. Son las oscilaciones propias de los seres ENTRE que solo desean ser aceptados y no pasan de adoptados temporalmente. La identidad no es una cuestión ontológica como se ha fantaseado sino un asunto puramente social: ellos hacen sentir diferentes, con la mirada, con la exclusión, con el maltrato. La identidad no es una cuestión de ser sino de trato. ¿Somos como nos (bien)(mal) tratan? Aquí lo binario en las respuestas al uso deja paso a la complejidad de la película y sus imágenes.
"Esa noche había en el aire un olor a tiempo. Tomás sonrió. La idea era divertida. ¿Qué olor tenía el tiempo? El olor del polvo, los relojes, la gente. ¿Y qué sonido tenía el tiempo? Un sonido de agua en una cueva y unas voces que lloraban y una voz muy triste, y unas gotas sucias que caen sobre tapas de cajas vacías, y un sonido de lluvia. Y aún más, ¿a qué se parecía el tiempo? El tiempo se parecía a la nieve que cae calladamente en una habitación negra, a una película muda en un viejo cine, a cien millones de rostros que descienden como globos de Año Nuevo, bajando y bajando hacia la nada. Así era cómo olía el tiempo, cómo sonaba y qué parecía. Y esta noche (y Tomás sacó una mano al viento fuera de la camioneta), esta noche casi se podía tocar el tiempo" (Ray Bradbury).
En la ficción literaria de Proust la identidad (somos tiempo, somos memoria, es la creencia) se despliega en las imágenes de los sentidos más primarios, el olor, el sabor, que activan la memoria involuntaria del recuerdo. En la ciencia ficción de Ray Bradbury, en sus inolvidables Crónicas marcianas, se puede pensar en imágenes poliestéticas lo que no logró la filosofía en conceptos: el tiempo. Recordemos el tópico agustiniano: "¿Qué es, pues, el tiempo? Si nadie me lo pregunta, lo sé; pero si quiero explicárselo al que me lo pregunta, no lo sé". Hay otro tipo de saber, el del gusto, olor y sabor.
En la película Border (2018) de Ali Abbasi se plantea la pregunta: "¿Se pueden oler los sentimientos?". Interesante pregunta en una época en que todo se vuelve hablar de emociones, no tanto de sentimientos. La ayudante de policía de aduanas Tina es capaz de hacerlo, oler los sentimientos de culpa, vergüenza, rabia, que se esconden tras la aparente ausencia corporal de emociones.
En la ciencia ficción las películas ochenteras planteaban el problema de la identidad humana, primero en hacendosos robots y luego en atormentados replicantes que ya habían dejado atrás la inteligencia artificial y emocional. Unos querían ser humanos, como el hombre bicentenario y otros se preguntaban que para qué ser humano como la mayor Kusanagi (la de la película, no la infame serie). A caballo entre el transhumanismo y poshumanismo (a veces son lo mismo) la pregunta esencialista ombliguera, qué es un ser humano, hizo las delicias de las tecnologías del yo, ahora de capa caída. ¿Se acuerda alguien de cuando se hablaba de cyborgs? Bueno, sí, en la entrañable película de "mamá, creo que soy un cyborg".
Border es el regreso a lo elemental, a la tierra húmeda del bosque y al cuerpo de recuerdo mutilado; nos sitúa en la frontera como límite de la pregunta por la identidad y diferencia en formato esencialista: es una pregunta grotesca según el director. Los dos personajes centrales parecen escapados de La isla del doctor Moreau. Y la estética de las imágenes se acoge a esa categoría: parajes sublimes que albergan escena sórdida de sexo en la que se intercambian burdamente géneros como en el bioarte trans; asepsia funcionarial en las instalaciones de aduanas y vulgaridad cotidiana en la vivienda que comparte Tina con un gorrón; proteger y servir con caso de pedofilia y bebé escapado de Cabeza borradora que acabará en retoño de Shrek; gestos de extrema fisicidad revolcándose en la tierra, acariciando el musgo pero degustando los gusanos del bosque; correr, bañarse desnudos, gritar de placer por la (esa) vida, amor entre gruñidos.
Siente el amor de la madre Gea venteando los efluvios de lo elemental, pero también el rechazo de los (otros) seres humanos. Son las oscilaciones propias de los seres ENTRE que solo desean ser aceptados y no pasan de adoptados temporalmente. La identidad no es una cuestión ontológica como se ha fantaseado sino un asunto puramente social: ellos hacen sentir diferentes, con la mirada, con la exclusión, con el maltrato. La identidad no es una cuestión de ser sino de trato. ¿Somos como nos (bien)(mal) tratan? Aquí lo binario en las respuestas al uso deja paso a la complejidad de la película y sus imágenes.
sábado, 12 de enero de 2019
imágenes cortadas: el camino soñado 5
Es un tipo de cine con imágenes que hacen visible un presente no transitivo, en tiempos y espacios que se cruzan creando personajes en la encrucijada, sin pretensiones moralizantes. La cámara los sigue respetuosa, en secuencias de Pasolini, Antonioni retomadas por Wang Bing. Pero esta película no exhibe las interminables deposiciones de pijos existenciales ni la suciedad interesante de los marginados del sistema sino a gente corriente de la gran ciudad moviéndose en la incertidumbre de la separación. En cierto modo es ese movimiento corporal la clave, en esta como aquellas, del escondido proceso que apenas aciertan a verbalizar.
El diálogo con alguna de las creaciones de la actriz Miriam Jakob, Theres, puede facilitar la comprensión:
Friday, 1.23.15 [sic] "as usual, sorry that I do not always…"(HAU, Berlin, 2013) from Miriam Jakob on Vimeo.
Sí se puede
La imagen es solo un pretexto para desenfundar el texto.
viernes, 11 de enero de 2019
imágenes cortadas: el camino soñado 4
El cine de la
Escuela de Berlín es una antropología de lo cotidiano. Lo que desconcierta de
sus imágenes es que tratan simplemente de eso, de mostrar lo que está ahí, no
de su invención, sino de su hallazgo, de dejarlo estar, no son mías. Nunca
mejor la expresión cotidiana para caracterizar el quehacer de estas imágenes:
déjalo estar. En su insignificancia, su banalidad. Las cosas no son mías, son
de ellas. Este tipo de cine es una alternativa al “yo soy yo y mi circunstancia”, las cosas no
necesitan ser salvadas sino que las dejen en paz. Piden respeto y no achuchones
conceptuales (no desinteresados: “y si no la salvo a ella no me salvo yo”, pero
ese es tu problema, quijote conceptual). Un respeto que enfría al espectador
(emancipado pero sobón) le obliga a guardar distancias, incapaz de identificar,
de identificarse, pidiéndole también que se esté quieto, no se emocione,
observe, aprenda. Una persiana se va cerrando y lo que se muestra es el acto de
cerrar-se no tanto de cerrarla. Son los tiempos muertos de las cosas, del
estar, a diferencia de los vivos de los humanos, obsesionados con su ser, de ellos.
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