miércoles, 5 de noviembre de 2008

"Los resecos itinerarios de la memoria"




“Una sutil conciencia neoconservadora amanece sobre los espacios abandonados de la historia, con signos inequívocos de apartar el "proyecto utópico" y devolver el presente a los resecos itinerarios de la memoria, una memoria que oscurece la utopía: simular el hoy con los reductos del ayer” (Fernández Alba, Antonio: La metrópoli vacía. Aurora y crepúsculo de la arquitectura en la ciudad moderna.)

sábado, 1 de noviembre de 2008

Imágenes de palabras



“La camarera fue detrás del mostrador. Bloch puso las manos encima de la mesa. La camarera se agachó y abrió la botella. Bloch apartó el cenicero. La camarera cogió al pasar un posavasos de otra mesa. Bloch echó la silla hacia atrás. La camarera sacó el vaso del cuello de la botella, puso el posavasos sobre la mesa, colocó el vaso encima del posavasos, vació la botella en el vaso, puso la botella en la mesa y se marchó. ¡Otra vez igual! Bloch ya no sabía qué hacer”. (Peter Handke. El miedo del portero al penalty).

Al leer el texto he tenido una experiencia estética similar a la de los cuadros de Cézanne, más que en la serie sobre la montaña Saint-Victoire, en sus bodegones: una pintura del tiempo de los objetos sin sentimientos. El ideal de todo texto pictórico: un retorno a (de) las cosas, salvadas momentáneamente del narcisismo sentimental del sujeto.

Las imágenes de las palabras son aquí como instantáneas disparadas rítmicamente por una cámara emplazada en sitio fijo, en plano único. Aburren, todo parece igual, no hay (inter) acción. Suceden (las) cosas, pero no se narran historias, simplemente se cuenta lo que se ve. Lo más difícil de todo.

Ahora entiendo la definición que da el personaje de una película de Wenders, la propietaria de un cine cerrado a la espera de tiempos mejores: es el arte de ver que consiste (completa el autor) en el acto de ver.

Parece poco. No estoy tan seguro. No es un acto inocente, y de hecho, se ha vuelto bastante complicado. Pero ¿más que las retorcidas deconstrucciones al uso en filosofía, literatura y cine?.

miércoles, 29 de octubre de 2008

Cine de espíritu






(Tokio Ga. Wim Wenders. 1985)

Wenders viaja a Tokio buscando el espíritu de las películas de Ozu. Apenas lo encuentra en una ciudad caótica de modernidad americanizada y postiza en su noche heladora. Tan sólo algunos trenes recuerdan imágenes familiares de otro tiempo.

Pero todo cambia cuando logra hablar con el fiel cámara de Ozu,Yuuharu Atsuta. Es el tiempo recuperado de la película y el perdido del narrador, que oscila entre la nostalgia y el llanto. Recuerda las estrictas normas, casi atrabiliarias, por las que el genio de Ozu lograba su deslumbrante sencillez: la fijación por la vieja cámara de 50 mm, su emplazamiento a ras de suelo, a la altura de la mirada de un niño o de quien toma el té sentado.

Con apenas un año diferencia en la edad,Ozu fue su maestro: sacó lo mejor de él, y él se lo dió. Una correspondencia. No menciona lo aprendido. Diríase que Ozu no le enseñó a saber sino a ser,o ¿qué tipo de saber es ése, que no tiene contenidos, en el que lo bueno que se recibe de otros es lo mejor que sacan de uno mismo? No, no parece simple socratismo.

De repente, Yuuharu Atsuta se echa a llorar, pide que le dejen solo. El espíritu, brevemente recuperado, se ha ido y con él su ser. Está refugiado en la inscripción de la negra estela que se yergue desnuda en la tumba de Ozu: la plenitud de ser es el vacío, la Nada.

viernes, 24 de octubre de 2008

miércoles, 22 de octubre de 2008

Las ovejitas de telefónica





Jean-Luc Cornec's telephone sheep