sábado, 5 de marzo de 2016

de cuando el texto es imagen







En el año 1968 se ofreció mucho cine de la revolución y algunas propuestas de cine revolucionario. Entre estas últimas se encuentra el corto de Straub- Huillet  El novio, la comedianta y el chulo. En la presentación se lee el grafiti « stupid old Germany I hate it over here I hope I can go soon Patricia 1. 3. 68 » Esta cita la situaría, en principio, en esos años de revolución. Sin embargo, cuando se la compara con otras películas de cine “comprometido” como, por ejemplo, Z (1969) de Costa Gavras se pueden apreciar mejor las singularidades y las diferencias. La cita del grafiti es una cita y su sentido y oportunidad responden a otra cita, de Brecht, en la que Straub-Huillet han fijado el sentido de los textos en el cine, pero no solo de lo escrito, sino sobre todo y especialmente de lo verbal: “En lugar de querer provocar la impresión, debe improvisar, debe más bien mostrar al espectador lo que es la verdad: cita”. Y, efectivamente, pocas cosas causan más el efecto de extrañamiento que el re-citar de los actores, su carácter de estatuas parlantes y de robots andantes. Esa cita de Brecht al comienzo de No reconciliados (1965) establece el método de producción, de montaje y también de recepción de la obra de Straub-Huillet.Las citas se recitan, casi se escupen, se ametrallan, entrecortadas y en ese momento, no solamente cuando están en la pared (que también) son imágenes. Es el movimiento contrario al empleo de las imágenes como citas, ilustraciones, el más habitual. No hay diálogo, sino interrupción, en un continuidad sin fin, como en un banner, una continuidad hecha de fragmentos de discontinuidades.
La cita ha sido tachada y debajo hay un borrón como una luna negra. Se continúa en los cinco primeros minutos del corto, una larga secuencia no habitual y que rompe la identificación con la fecha y la cita, las posibles emociones y recuerdos que pueda suscitar. Es un largo travelling lateral nocturno como los que más tarde habrá ocasión de admirar en Jarmusch. A través de la cita conocemos, de las imágenes sabemos de manera diferente. El travelling lo es primero de un vacío en el que apenas se distingue algo de la Landsbergerstrasse: una cámara que no para y una cámara que no se mueve logran los mismos efectos: la indefinición de las cosas, de los seres, de las personas. Son como fantasmas. Especialmente las figuras humanas que se adivinan con paraguas bajo la lluvia, que no sabemos quiénes son por las imágenes pero que conocemos lo que son por las citas, prostitutas. No hay sonido, hasta que se va ralentizando la marcha, aclarando las imágenes, iluminándose los letreros luminosos, antes mates. Y en 2:20 irrumpe gozoso el Oratorio de la Ascensión de Bach, estableciendo un contrapunto de lo sonoro y lo visual que el cerebro enlaza sin dificultad pero que establece un paralelismo de recursos icónicos (sonoros y visuales) que no se encuentran, imposibilitando como era la tradición, subsumir el sentimiento en el concepto, las armonías barrocas de lo bello, lux, en lo siniestro de los descampados oscuros, asfalto mojado, vallas que separan, interrumpidos a trechos, lumen, por las frías auras de las gasolineras, concesionarios de coches, grandes tiendas con parking vacío, pero que se obligan a recordar(te) que aún en la noche, cuando todos duermen, ellos vigilan con sus luces ciegas y blancas que a nadie y nadie mira ya, y te esperan. Ellos y ellas se anuncian en medio de la nada, compartiendo la esperanza sórdida de una venta de última hora. Un coche arranca presuroso cuando la cámara se acerca.Si las imágenes sonoras suscitan el sentimiento de lo bello las visuales muestran la imposibilidad de los lugares del mismo. Es “la [otra] actualidad de lo bello”.El abismo gadameriano entre lo real y lo ideal se hace cada vez más grande.

sábado, 27 de febrero de 2016

Ex machina


No pensaba escribir sobre ella pero ese plano me lo ha pedido un contraplano. Si existe el cine todavía es para que se puedan hacer películas como Spotlight. Es un cine de futuro que se lleva haciendo unos años: es el cine de la visibilidad y la descripción y no de las emociones y la identificación. Plano, normal, es decir, humano, que trata de temas demasiado humanos por conocidos pero barridos debajo de la alfombra mediática. Con la inestimable ayuda, todo hay que decirlo, de una filosofía de rebajas ontológicas que es la que más daño hace a la otra, a la que previsoramente destierran  de la Secundaria.

Aquella película es el plano humano de otro contraplano, una gilipollez (ver DRAE) poshumana llamada  Ex machina.  El supervisor de los efectos especiales Andrew Whitehurst no ha tenido empacho en declarar que “ha sido una de las experiencias filosóficas más profundas que he tenido en toda mi carrera”. Si ese es su nivel de profundidad cómo será el de superficie. Y esta lumbrera concluye en el video que se ofrece a continuación que "tal vez el futuro no es humano, es inteligencia artificial y quizá no es malo". Final feliz, Sniff !!! Rachel y Deckard son padres de familia numerosa bendecidos por la abuela de 19 años Mary Shelley: es su "monstruosa progenie".



Solo que esta película no tiene la ingenuidad de la provecta Blade Runner.Y la ideología que subyace es sencillamente repugnante. No la oculta, va soltando perlas, aunque la sirve en forma de moraleja como sorpresa final. El coitus interruptus con las nuevas tecnologías, marca Crash de Ballard, no podía faltar para deleite de Vargas Llosa y copains de El País. Google nos vuelve más estúpidos y ya verás lo que te pasa por buscar porno, pardillo protagonista. Han ido eligiendo lo peor de cada película, el malvado robot femenino de Metrópolis ¿por qué en las películas de nuevas tecnologías las mujeres suelen aparecer como tontas o fatales? La sombra machista de Dick es alargada: el mal tiene rostro de metal y es femenino. Un doctor Bacterio/Prometeo con tendencia a cocerse pone a su metabuscador corsario el nombre del Cuaderno azul de Wittgenstein que pasaba por allí, alusiones sonrojantes al test de Turing, sospechas de que una inteligencia artificial solo puede alcanzar el nivel de conciencia humana si se vuelve retorcida y fantasiosa como políticos metidos a una negociación de gobierno en España... En fin.





Visualmente el componente tecnorromántico está muy cuidado alternándose los planos de lo sublime tecnológico y lo sublime de la naturaleza  a lo largo de toda la película. Es el discurso de lo tecnoorgánico. De ahí que uno no puede por menos de preguntarse ¿por qué son tan finos en los efectos especiales y tan brutos en los afectos especiales? Tratan a los espectadores como tales, es decir, estúpidos ¿Cuesta tanto imaginar en 2015 (no en los 80 o 90 del siglo pasado) un futuro en el que el progreso tecnológico y el humano pueden ir de la mano?. Si todo depende de nosotros y en las tecnologías ciudadanas ya no se lleva lo del determinismo tecnológico. Un poco viejuno estéticamente.

Volviendo a Spotlight. Un aviso a los responsables de Ex machina: han abusado de Wittgenstein,  quiten las zarpas de Pollock.



lunes, 25 de enero de 2016

deseo de ser normal













Esta es un película singular ya que trata sobre la condición humana de una persona que escribe y tiene éxito. No sobre un escritor ¿ O quizá sí? Según DFW no hay nada más patético que ir por la vida diciendo: soy un escritor. Otra cosa es una persona que, a veces, está escribiendo. Cuando el ser y el estar se confunden (el éxito) entran en conflicto y aparece el engendro, ese monstruo de Frankenstein que quiere ser como los demás y no le dejan. Porque tampoco se deja. Necesita - reflexiona DFW-  ser ególatra y monomaníaco para hacer bien lo único que sabe y quiere hacer, y tiende a usar a la gente en la misma medida en que es usado: la quiere a su alrededor cuando la necesita, pero la aparta en cuanto se pone a escribir. Necesita ser reconocido para poder seguir creando pero hay un momento en que solo recrea para poder ser reconocido. El ser él se confunde con la inhumana necesitar de estar en todas partes. Hay quien lleva mejor, otros peor, estos demonios interiores.

La película no diserta sobre la obra del noescritor, tampoco sobre el proceso de creación (la habitación cerrada y a oscuras) sino que sigue un viaje de promo de DFW. Es el momento en que el genio  tiene que mostrarse cercano, condescendiente al dar las mismas respuestas a las mismas preguntas, ser como los demás a condición de no serlo. Y si se empeña en serlo, como parece intentarlo DFW, entonces todo se complica provocando la irritación del periodista y del respetable público fiel al como si..., a la ficción a cualquier precio. No se puede ser realmente normal haciendo algo extraordinario porque, entonces, ¿cómo es que yo no soy capaz de hacerlo? O, peor aún ¿Cómo es que no lo hago? Mientras le dan vueltas, no se la pierdan.

viernes, 22 de enero de 2016