martes, 4 de diciembre de 2007
Arquitectura de la soledad luminosa
Lo más noble de la arquitectura, aquello que la entronca con sus orígenes semánticos, es su capacidad para diseñar los espacios habitables de lo humano. Louis Kahn la ha definido como la "meditada creación de espacios", la expresión de lo que el espacio quiere ser como lugar. Es fruto de un pacto entre el arquitecto, las instituciones y los materiales. En eso consiste su "función ética". Los edificios resultan así de la adecuada administración de espacios que expresa la vida de la materia como "luz consumida".
La "nueva arquitectura" de Kahn traduce una Voluntad de Ser que llega a realizarse a través de "tecnologías inspiradas". Y, sin embargo, el hombre sólo parece conseguir habitar los lugares dejando solos a los edificios. Observa Kahn: “Cuando está completo y en funcionamiento, el edificio parece decir: “Escuchad, quiero hablaros de cómo estoy hecho”. Nadie lo oye. Todos están atareados pasando de una estancia a otra” .
Son edificios de tránsito, pero no habitados. Ellos quieren hablar, decir quiénes son y lo que han querido ser. Sólo -concluye Kahn- cuando son una ruina, y no sujetos a servidumbre, nos pueden contar lo que son. Pero entonces ya es demasiado tarde. De momento, siempre queda su luminosa soledad en los lugares perdidos del recuerdo.
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