Miedos que nos colocan al borde de profundos abismos. Miedos que ocasionan nuestro personal e íntimo caos. Innatos y perturbadores miedos que nos aniquilan.
Desde la totalmente frenopática comparación de Porta con Ovidio sólo entro a este blog por los comentarios de MARA, que son lo más "destroyer" del blog con anchurosa diferencia, por mucho que Molinuevo siga con este rollito de pasar por "antifilósofo".
No hay que olvidar que Heidegger era un pensador que quería "superar" la filosofía, la de la tradición y la académica, y la de autoayuda en EL PAIS, si hubiera tenido tiempo. No es mal motivo para entrar en el blog bélic@ "Paz".
Bien visto, profe. La paz que mola tiene un poco de belicosa.
El problema de echarse unas risas a costa de Heidegger es que puede llegar el maula de turno y hacer lo mismo sin haber pasado de la lectura de 10 minutos vía fotocopias, y de ahí a las Críticas Comparadas de bibliografías oceánicas hay un paso. El que desmitifica tiene esa "potestad", claro, porque primero ha mitificado ilusionadamente. En mi caso, la ironía (la postmoderna no, mejor otra) sobreviene siempre precediéndose de la ilusión. Y la ironía no allana mi ilusión sino que la ennoblece. Habría que dejar claro que la superación de Heidegger -la suya propia y la nuestra de él- es sólo posible desde una muy enamorada inmersión en la filosofía. O más llanamente expresado: para mofarse de Heidegger te tienes que haber abrasado los codos primero estudiándolo. ¡Molinuevo babeaba tanto como nosotros leyendo cosas aburridísimas! ¡Que lo sepan todos!
Dicho lo cual tengo a huevo un comentario al post de los "filósofos del pasado". No es más actual hacer "semiótica de las cajas de cereales", como dice Don Delillo, que leer a San Agustín... La actualidad de las fuentes la decides tú en tus maniobras con ellas. Y si actuales son los cuatro libros inanes, manidos hasta el vaciamiento, de "teoría cultural"... yo prefiero volverme a mi casa a leer "autores dinosaurios". Ya que hablábamos de Heidegger, y se me dirá retrógrado, conservador, "bloomeano", no vendría mal contrapesar tanta actualidad con algo de "autenticidad". Un poco menos de "actualidad irónica" y un poco más de ilusión auténtica, dinosauria.
PS: ¿Son sustituibles individuos como J.L. Fuertes? Jajaja. Se entiende el mensaje.
Totalmente de acuerdo, cuando leo en el anterior comentario: "El que desmitifica tiene esa "potestad", claro, porque primero ha mitificado ilusionadamente. (...). Y la ironía no allana mi ilusión sino que la ennoblece."
Y cuando dice: "¡Molinuevo babeaba tanto como nosotros leyendo cosas aburridísimas! ¡Que lo sepan todos!". Apostillar que, creo que los que nos asomamos a este blog y no hemos sido sus alumnos/as...Esa afirmación ni la dudamos.
Creo que te confundes en eso del "rollito de pasar por antifilósofo" que atribuyes a Molinuevo. Oyes campanas pero no sabes muy bien dónde. Desde mi punto de vista la clave es que José Luis es un hombre atento a su tiempo, que piensa desde el año en que estamos, 2010.
Aún diré más: el otro José Luis, de apellido Fuertes, también piensa desde el 2010. No hay por tanto una dicotomía. Y ahí está la clave.
El historiador no es un cangrejo. El verdadero historiador toma el martillo, y su obsesión es el presente.
Yo, por comentar la película, diré que no sabía si apreciarla o detestarla con toda mi alma (aparte del mal rato que se pasa viéndola, etc.). Hay películas de Trier que detesto sin ninguna clase de dudas, pero con ésta en concreto no supe qué. Me entraban ganas de "matarlo" en algunos momentos (muchos), y en otros me quitaba el sombrero: los apuntes grotescos –particularmente los animales hablantes–, las imágenes finales, fantasmales, con el desfile de "mujeres sacrificadas"... Supongo que era un poco el acto de contricción de Trier por tanta misoginia acumulada.
La dedicatoria final a Tarkovski se entendía en clave de algunas imágenes (las del bosque, la cabaña), pero no el resto, claro, no el conjunto, porque el espíritu no puede ser menos Tarkovski. Bueno, Trier no puede ser más contrario que Tarkovski, en general.
No sé que le ha hecho Heidegger.
ResponderEliminarMuchas cosas buenas, y con él algunas cosas malas. La película y sus imágenes son de "Anticristo" de Lars von Trier. ¿Le recuerda anónimo su cabaña?
ResponderEliminarMiedos que nos colocan al borde de profundos abismos.
ResponderEliminarMiedos que ocasionan nuestro personal e íntimo caos.
Innatos y perturbadores miedos que nos aniquilan.
Un abrazo.
Sí, sr. Molinuevo.
ResponderEliminara mí que más bien me da la sensación de vivir otro caos...
ResponderEliminary por vez primera esta sangre de mujer se hace de un hombre.
http://www.youtube.com/watch?v=fOqAmc24Ums&feature=related
Desde la totalmente frenopática comparación de Porta con Ovidio sólo entro a este blog por los comentarios de MARA, que son lo más "destroyer" del blog con anchurosa diferencia, por mucho que Molinuevo siga con este rollito de pasar por "antifilósofo".
ResponderEliminarPaz
No hay que olvidar que Heidegger era un pensador que quería "superar" la filosofía, la de la tradición y la académica, y la de autoayuda en EL PAIS, si hubiera tenido tiempo.
ResponderEliminarNo es mal motivo para entrar en el blog bélic@ "Paz".
Bien visto, profe. La paz que mola tiene un poco de belicosa.
ResponderEliminarEl problema de echarse unas risas a costa de Heidegger es que puede llegar el maula de turno y hacer lo mismo sin haber pasado de la lectura de 10 minutos vía fotocopias, y de ahí a las Críticas Comparadas de bibliografías oceánicas hay un paso.
El que desmitifica tiene esa "potestad", claro, porque primero ha mitificado ilusionadamente. En mi caso, la ironía (la postmoderna no, mejor otra) sobreviene siempre precediéndose de la ilusión. Y la ironía no allana mi ilusión sino que la ennoblece. Habría que dejar claro que la superación de Heidegger -la suya propia y la nuestra de él- es sólo posible desde una muy enamorada inmersión en la filosofía. O más llanamente expresado: para mofarse de Heidegger te tienes que haber abrasado los codos primero estudiándolo.
¡Molinuevo babeaba tanto como nosotros leyendo cosas aburridísimas! ¡Que lo sepan todos!
Dicho lo cual tengo a huevo un comentario al post de los "filósofos del pasado".
No es más actual hacer "semiótica de las cajas de cereales", como dice Don Delillo, que leer a San Agustín... La actualidad de las fuentes la decides tú en tus maniobras con ellas. Y si actuales son los cuatro libros inanes, manidos hasta el vaciamiento, de "teoría cultural"... yo prefiero volverme a mi casa a leer "autores dinosaurios".
Ya que hablábamos de Heidegger, y se me dirá retrógrado, conservador, "bloomeano", no vendría mal contrapesar tanta actualidad con algo de "autenticidad". Un poco menos de "actualidad irónica" y un poco más de ilusión auténtica, dinosauria.
PS: ¿Son sustituibles individuos como J.L. Fuertes? Jajaja.
Se entiende el mensaje.
Con el más reverencial de los respetos,
Paz.
Totalmente de acuerdo, cuando leo en el anterior comentario:
ResponderEliminar"El que desmitifica tiene esa "potestad", claro, porque primero ha mitificado ilusionadamente. (...). Y la ironía no allana mi ilusión sino que la ennoblece."
Y cuando dice:
"¡Molinuevo babeaba tanto como nosotros leyendo cosas aburridísimas! ¡Que lo sepan todos!".
Apostillar que, creo que los que nos asomamos a este blog y no hemos sido sus alumnos/as...Esa afirmación ni la dudamos.
Saludos.
En respuesta a los comentarios firmados por Paz:
ResponderEliminarCreo que te confundes en eso del "rollito de pasar por antifilósofo" que atribuyes a Molinuevo. Oyes campanas pero no sabes muy bien dónde. Desde mi punto de vista la clave es que José Luis es un hombre atento a su tiempo, que piensa desde el año en que estamos, 2010.
Aún diré más: el otro José Luis, de apellido Fuertes, también piensa desde el 2010. No hay por tanto una dicotomía. Y ahí está la clave.
El historiador no es un cangrejo. El verdadero historiador toma el martillo, y su obsesión es el presente.
Un cordial saludo,
Marco
Yo, por comentar la película, diré que no sabía si apreciarla o detestarla con toda mi alma (aparte del mal rato que se pasa viéndola, etc.). Hay películas de Trier que detesto sin ninguna clase de dudas, pero con ésta en concreto no supe qué. Me entraban ganas de "matarlo" en algunos momentos (muchos), y en otros me quitaba el sombrero: los apuntes grotescos –particularmente los animales hablantes–, las imágenes finales, fantasmales, con el desfile de "mujeres sacrificadas"... Supongo que era un poco el acto de contricción de Trier por tanta misoginia acumulada.
ResponderEliminarLa dedicatoria final a Tarkovski se entendía en clave de algunas imágenes (las del bosque, la cabaña), pero no el resto, claro, no el conjunto, porque el espíritu no puede ser menos Tarkovski. Bueno, Trier no puede ser más contrario que Tarkovski, en general.
Un abrazo.