sábado, 26 de mayo de 2012
eufemismos
En este país se suele acudir a la ética para no cumplir las leyes. Lo que redunda en perjuicio de ambas. El resultado son toda una serie de conceptos vaporosos, mezcla de santurronería laica y buenismo a las finas hierbas. Uno de ellos es el de ejemplaridad. Tertulianos y pensadores lo han dejado prácticamente exprimido, por lo que me excuso de volver sobre ello.
Unos y otros han aprovechado la ocasión para moralizar a costa del Rey, y en un grado tal, que habrá que sumarlo a los servicios prestados durante la Transición. En mala hora los servicios de la Zarzuela calificaron la conducta del Duque de Palma como "poco ejemplar", inmediatamente después del accidente/incidente de la caza del elefante le leyeron la cartilla al Rey, conminándole a que se aplique sus propias palabras, a que sea él también, "ejemplar". Es verdad que los ánimos ya venían caldeados desde el atropello al pobre oso Mitrofán, más drogado que los salmones que le ponían a Franco.
¿Tienen alguna relación los dos hechos?. Ninguna. En el primer caso, si los jueces lo determinan, no estaríamos ante una conducta "poco ejemplar", sino punible; no ante un desliz ético, sino ante un delito. Robar fondos públicos no es una cuestión de ejemplaridad. En el segundo, si la caza del elefante es legal, es un asunto privado del Rey. Y las consideraciones deberían ser otras. Como, por ejemplo, Majestad, que ya no está usted para esos trotes, dedíquese a cazar a las visitas, si se dejan. Pero, al parecer, el problema es que desde un tiempo ya no hace caso a nadie.
¿Cuántos miles de cazadores de bichos de distintos tamaños hay en España? ¿Son más o menos "ejemplares" los que en un tendido jalean la muerte de un toro? Se puede compartir o no, pero merecen un respeto legal. ¿Protestan los "indignados" por la falta de "ejemplaridad" de los banqueros y políticos, o utilizan otros nombres de más grueso calibre?
Ejemplaridad no es responsabilidad. Son dos conceptos diferentes. En este caso, y en virtud de la Constitución, el Rey no es responsable ante nada ni ante nadie. Por lo que los anteriores reclamos de ejemplaridad son un brindis al sol. A menos que, de manera indirecta, deterioren la imagen y pongan en peligro la estabilidad de la monarquía. Otro es el caso de quien, por razón de contrato o cargo, está obligado a responder legalmente de sus acciones, sea o no ejemplar.A un profesor que cumple sus horarios y se prepara las clases, no cabe calificarle a estas alturas de ejemplar, sino de responsable. Por desgracia, las demandas de ejemplaridad suelen eximir de pedir responsabilidades. Quizá por la confusión de las dos cosas hay tan pocos expedientes por vagos e incompetentes. Quizá por la falta de cuantificación de la ejemplaridad, uno escucha atónito a quienes no han dado un palo al agua en su vida, despedirse afirmando que se van con "la satisfacción del deber cumplido". En esto son ejemplares.
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