lunes, 23 de junio de 2014

Assange

"Si uno quiere saber qué es lo que piensa en realidad, si uno quiere ir más allá de eso para crecer y compartir los pensamientos de otros (una forma dulce del olvido de uno mismo), lo que debe hacer es colocar una parte muy importante de la propia mente en el espacio de su ordenador. No pretendo ponerme solemne, pero me atrevería a decir que esto suponía no sólo una nueva forma de ser y estar en el mundo, sino también una nueva forma de poseer la propia piel. A la gente siempre le incomodó todo este fenómeno, e incluso hoy en día muchos desean que cumplamos con la dictadura de las formas antiguas del yo. Pero nosotros aprendimos desde muy jóvenes de qué manera funciona el compromiso en la era de los ordenadores: funciona a base de hacer una transfusión de tu propia sangre a un sistema de inteligencia que depende de ti, y del que tú, a su vez, dependes. Eso era antes ciencia ficción, pero ahora forma parte de la realidad de todos los días. Supongo que para mucha gente yo seré siempre un bicho raro porque pertenezco a una generación que se metió a fondo en las profundidades de nuestras máquinas, y les pidió que nos ayudaran a luchar en pro de la justicia mediante métodos nuevos capaces de burlar con astucia a la vieja guardia, incluso aquellas formas de protesta que adoptaron nuestros padres, los cuales, por el hecho de pertenecer a esa vieja guardia, fueron incapaces de romper las estructuras de poder y corrupción que hacían que el mundo fuese un lugar injusto.

  Los ordenadores nos proporcionaron un espacio positivo en un campo negativo: nos mostraron que podíamos empezar de cero, trabajar contra el «yo», contra la «sociedad», que podíamos construir, en los pastos nuevos de lo digital, algo que no funcionara tan mal y que no estuviera tan corrompido. Un día supimos que podíamos cambiar el mundo, y ellos lo supieron también. La vieja guardia contraatacó lanzando contra nosotros sus antiguas etiquetas a través de los medios de comunicación convencionales, tan imbuidos de su vieja conciencia de los «intereses nacionales» y del patriotismo, sus acusaciones de traición, pero nosotros siempre supimos que el mundo era mucho más moderno de lo que ellos imaginaban. El Cairo estaba aguardando. Túnez estaba aguardando. Todos esperábamos la llegada de un día en que nuestra tecnología haría posible una universalización cada vez mayor de la libertad. En el futuro, el poder no lo darían las armas sino las comunicaciones, y la gente no se reconocería a sí misma a través de un imprimátur otorgado por una pequeña camarilla de gente poderosa, sino por el modo en que las personas desaparecerían en unas redes sociales dotadas de un enorme potencial político". (Julián Assange. Biografía no autorizada)

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