La clave del éxito de la nouvelle vague se nos revela ahora, no en los esotéricos diálogos de los personajes, sino en los humildes carteles de segundo plano.
Decía Ortega que el drama de España consistía en la falta de alternancia generacional. Probablemente se refería a la filosofía, como se comprueba hoy día por la presencia desigual en la prensa de cuatro grandes y un pedante. No sucede lo mismo en la joven literatura, donde en las carreras de relevos corren todos, incluidos los abuelos, y por toda clase de terrenos. Con resultados excelentes, por cierto.
Aprovecho la ocasión para rendir homenaje a mi abuela Juana, uno de los seres más buenos y entrañables que he conocido.
martes, 14 de junio de 2011
lunes, 13 de junio de 2011
la nueva complejidad
La nueva complejidad no es tanto la descripción de un estado actual consolidado frente a otro anterior inoperante, sino un pronóstico que se basa en tendencias actualmente existentes. La vieja complejidad hace ficción de lo real (muy bien, con frecuencia), pero se extralimita cuando afirma que la realidad es ficción. Son los efectos de un provincianismo cósmico, un mecanismo compensatorio tardorromántico del fragmento que se erige en totalidad vergonzante mediante la autoficción paródica rebajada. De esa manera acaba, por una parte, negando la teoría limitadora que parece sustentar sus prácticas y, por otra, dejando fuera grandes parcelas de la realidad que no le agradan. Es una forma de neoconservadurismo disfrazado de progresismo tecnológico. La independencia estética sólo se entiende en el correlato de la responsabilidad estética para con una obra, no de marcianos, sino de ciudadanos. La nueva complejidad empieza a dibujarse en el paso integrador de la ironía en la ciudadanía. No sobra nadie, ni el humor ni la indignación.
sábado, 11 de junio de 2011
jueves, 9 de junio de 2011
del prólogo al nuevo ebook
Nos parece normal que duden de nuestra humanidad cuando intentamos acceder a determinados contenidos web: ¡hay tanto robot suelto por ahí!. Lo curioso es que quien nos pide las señas de identidad y verifica nuestro carácter de humanos, después de haber introducido la contraseña, es una máquina. El viejo test de Turing de humanidad, ahora invertido, ya no lo conduce un ser humano sino una máquina. Resulta paradójico, pero es normal. Este ejemplo resume perfectamente lo que es la nueva complejidad: la contradicción interiorizada de teoría y práctica. Su campo de acción son los imaginarios de todo signo. En ellos está la clave, no en el análisis de las teorías, por un lado, o en la descripción de las prácticas por otro. Son ya vasos incomunicantes.
Es sabido que toda la mitología cyberpunk respondió al espíritu empresarial, conservador y libertario, de los pioneros de la Costa Oeste en USA; que los imaginarios tecnorrománticos del ciberespacio los fabricaron individuos sedentarios cuyo ideal era estar hiperconectados: a eso le llamaron sus críticos “autismo interactivo”; que ahora gustan describirse como “sin raíces” gentes de agenda férrea que se pasan la vida de “promo” en “promo” aumentando su bienes raíces; que se ven como nómadas aquellos que giran en torno al último “bolo”, no precisamente digital; que todo lógico se siente atraído por las emociones, pero nada hay menos emocionante, y que dé más corte, que leer escritos de filósofos analíticos sobre emociones, ni más aburrimiento que el onanismo de un neobarroco; que dice Fichte “qué clase de filosofía se elige depende de qué clase de hombre se es”, cierto, pero a la inversa; que si quieres saber cómo es la sociedad de las nuevas tecnologías toma nota de lo contrario a las previsiones de los gurús. Hay contradicción, pero no pasa nada, es normal. Porque no estamos hablando de una contradicción entre teoría y vida, allá cada cual, sino de aquella que permite o no entender las prácticas y la creación desde la teoría que se elabora por los interesados. En este caso, la contradicción no invalida la consecuencia si se es consecuentemente contradictorio, y es ahí, donde entra en juego para cerrar el hiato el factor emocional de los imaginarios. La nueva complejidad puede prescindir de las teorías sobre emociones, pero es imposible sin la emoción de la teoría.
Es sabido que toda la mitología cyberpunk respondió al espíritu empresarial, conservador y libertario, de los pioneros de la Costa Oeste en USA; que los imaginarios tecnorrománticos del ciberespacio los fabricaron individuos sedentarios cuyo ideal era estar hiperconectados: a eso le llamaron sus críticos “autismo interactivo”; que ahora gustan describirse como “sin raíces” gentes de agenda férrea que se pasan la vida de “promo” en “promo” aumentando su bienes raíces; que se ven como nómadas aquellos que giran en torno al último “bolo”, no precisamente digital; que todo lógico se siente atraído por las emociones, pero nada hay menos emocionante, y que dé más corte, que leer escritos de filósofos analíticos sobre emociones, ni más aburrimiento que el onanismo de un neobarroco; que dice Fichte “qué clase de filosofía se elige depende de qué clase de hombre se es”, cierto, pero a la inversa; que si quieres saber cómo es la sociedad de las nuevas tecnologías toma nota de lo contrario a las previsiones de los gurús. Hay contradicción, pero no pasa nada, es normal. Porque no estamos hablando de una contradicción entre teoría y vida, allá cada cual, sino de aquella que permite o no entender las prácticas y la creación desde la teoría que se elabora por los interesados. En este caso, la contradicción no invalida la consecuencia si se es consecuentemente contradictorio, y es ahí, donde entra en juego para cerrar el hiato el factor emocional de los imaginarios. La nueva complejidad puede prescindir de las teorías sobre emociones, pero es imposible sin la emoción de la teoría.
domingo, 5 de junio de 2011
Acceso no autorizado
“Nos hemos vuelto capaces de resistir, y no se nos puede derribar ya, no nos aferramos ya a la vida, pero tampoco la vendemos demasiado barata, quise decir, pero no lo dije. A veces levantamos la cabeza y creemos que tenemos que decir la verdad o la aparente verdad, y la volvemos a bajar. Eso es todo” (Thomas Bernhard. El sótano).
Estas palabras de Bernhard me han venido a la mente al acabar de leer la novela de Belén Gopegui. Algo tienen en común: dignidad herida. Ya no se expresa con palabras grandilocuentes, ni impartición de doctrina, sino con una suave intensidad, pausada, sin levantar mucho la voz, pero diciendo las cosas,algunas veces a piñón fijo, como en las páginas 178 y 194, recordando el tonillo doctrinal de otras épocas, pero sin desentonar en absoluto en el conjunto. Se puede estar o no de acuerdo con ellas, tal vez faltan algunas, pero ya el ritmo de la escritura es un hallazgo. Al menos para mi, que no había leído nada suyo.
Ese ritmo lo imponen los mismos diálogos sobre lo que es la inercia buena y la mala, los personajes que configuran la flecha de la autora, auténticos "indignados" que dan la réplica a los políticos profesionales, enfrascados en el mejor de los casos en cálculos sobre progresos milimétricos. Pero, sobre todo, la auténtica originalidad de la novela radica en que es de nuestro tiempo, porque ha sabido encontrar, además del mencionado tempo narrativo, el verdadero tiempo real de la vida. No me refiero tanto al juego de identificar los personajes de la vice, el ahora llámame Alfredo, el hombre de la pipa, o el tarambanas del presidente, sino a algo más inédito en la literatura española contemporánea. Desde el título mismo, hay una referencia y uso constante de las nuevas tecnologías, pero no para construir una second life como es habitual, sino para intentar potenciar y corregir esta en una mirada crítica al presente. Como, además, tiene el pudor de ahorrarnos el bochorno de los ejercicios de autoficción, que otros escritores ven la mar de ingeniosos, nuestro agradecimiento es eterno.
jueves, 2 de junio de 2011
martes, 31 de mayo de 2011
miércoles, 25 de mayo de 2011
domingo, 22 de mayo de 2011
lunes, 16 de mayo de 2011
papel contra digital
Es posible que al escribir esto haya comenzado a desarrollar unos síntomas de paranoia cercanos a los del gran Philip K. Dick...pero lo cierto es que creo advertir una conspiración en marcha. He atado cabos, hablado con algunos amigos, y me parece sospechosa la coincidencia con que algunos medios de papel (que no saben muy bien cómo reciclarse a lo digital,aunque publiquen una versión)no sólo dan frecuentes noticias, sino verdaderos reportajes-sábana en términos apocalípticos sobre la amenaza de las TIC. He aquí alguna muestra:
http://www.elpais.com/articulo/sociedad/Atentos/todo/nada/elpepusoc/20110512elpepusoc_3/Tes
Desde el punto de vista estilístico los textos conforman lo que, en términos de Adorno y la Teoría Crítica, se podría denominar como la "jerga de la autenticidad de(l) papel" frente a lo digital. Se trata efectivamennte de textos emotivos, escasamente argumentativos, adobados con algunas estadísticas para impresionar más al personal. La estructura suele ser esta:
Vivimos en la era (sustituir, a gusto, por sociedad global)de la información en la que estamos expuestos a una sobredosis de informaciónes (también vale "imágenes") que nuestro cerebro es ya incapaz de asimilar y procesar,pero que tiene graves consecuencias (Ahora sazonen a voluntad las catástrofes): nos vuelve más estúpidos, superficiales, ignorantes, aislados, con ansiedad, estrés, en definitiva, intoxicados, "infoxicados", según el feliz hallazgo. Hay que hacer algo.
Si aplicamos la técnica de Lie to me, de las microexpresiones a los microtextos, entonces encontramos patrones que nos acercan a la mentira apocalíptica:
"Cada vez pasamos más tiempo en este mundo de los unos y ceros y menos en el de la carne y los huesos"
Es la jerga Matrix que,a su vez, nos devuelve a la literatura sesentera de la información y la imagen como droga en Burroughs,generando un lenguaje muy específico,como se podrá comprobar luego en la "matriz" Neuromante. Así que "infoxicación"...Cyberpunk de Segunda B.
Hay que hacer algo, no sé, informarse con moderación, que sea información de etiqueta y no de garrafón...cosas de esas.
Para que se vea que los apocalípticos son ecuánimes,suelen acabar sus reportajes acudiendo a opiniones de diversos expertos,que parecen sacadas de los programas televisivos de El Libro Gordo de Petete. Vean lo que recomienda esta lumbrera:
"Algunos médicos han indicado las siestas como una manera de contrarrestar la neblina digital de la sobreinformación", sugiere Balaguer.
No den ideas a los hispanos,campeones del reposo activo.
Lo mejor viene al final, bajo el epígrafe "Aislarse del ordenador". Al parecer hay un nuevo software, farmacon, que resuelve todos estos problemas. Se llama Ommwriter,y por el nombre debe tener efectos budistas. Algo debe haber, pues se nos dice que...
"recrea la nada"...mmmm...con este hueso los filósofos tenemos para un mes. Luego los ánimos se rebajan pues sus prestaciones son de lactantes digitales:
"No desactiva el correo ni las redes sociales, pero, al activarlo, dejan de saltar las notificaciones"
Acaba con algo que me desconcierta:
"Además, para mejorar la concentración y la relajación, Ommwriter permite elegir un color de fondo de pantalla suave e, incluso, una música de fondo agradable que puede ir desde el sonido de los grillos hasta el de un bebé en el útero materno".
¿Grillos? Se fastidiaron incluso las siestas digitales que acaban de recomendar. Definitivamente, hay una conspiración en marcha, veo el futuro más oscuro que el c. de un grillo.
http://www.elpais.com/articulo/sociedad/Atentos/todo/nada/elpepusoc/20110512elpepusoc_3/Tes
Desde el punto de vista estilístico los textos conforman lo que, en términos de Adorno y la Teoría Crítica, se podría denominar como la "jerga de la autenticidad de(l) papel" frente a lo digital. Se trata efectivamennte de textos emotivos, escasamente argumentativos, adobados con algunas estadísticas para impresionar más al personal. La estructura suele ser esta:
Vivimos en la era (sustituir, a gusto, por sociedad global)de la información en la que estamos expuestos a una sobredosis de informaciónes (también vale "imágenes") que nuestro cerebro es ya incapaz de asimilar y procesar,pero que tiene graves consecuencias (Ahora sazonen a voluntad las catástrofes): nos vuelve más estúpidos, superficiales, ignorantes, aislados, con ansiedad, estrés, en definitiva, intoxicados, "infoxicados", según el feliz hallazgo. Hay que hacer algo.
Si aplicamos la técnica de Lie to me, de las microexpresiones a los microtextos, entonces encontramos patrones que nos acercan a la mentira apocalíptica:
"Cada vez pasamos más tiempo en este mundo de los unos y ceros y menos en el de la carne y los huesos"
Es la jerga Matrix que,a su vez, nos devuelve a la literatura sesentera de la información y la imagen como droga en Burroughs,generando un lenguaje muy específico,como se podrá comprobar luego en la "matriz" Neuromante. Así que "infoxicación"...Cyberpunk de Segunda B.
Hay que hacer algo, no sé, informarse con moderación, que sea información de etiqueta y no de garrafón...cosas de esas.
Para que se vea que los apocalípticos son ecuánimes,suelen acabar sus reportajes acudiendo a opiniones de diversos expertos,que parecen sacadas de los programas televisivos de El Libro Gordo de Petete. Vean lo que recomienda esta lumbrera:
"Algunos médicos han indicado las siestas como una manera de contrarrestar la neblina digital de la sobreinformación", sugiere Balaguer.
No den ideas a los hispanos,campeones del reposo activo.
Lo mejor viene al final, bajo el epígrafe "Aislarse del ordenador". Al parecer hay un nuevo software, farmacon, que resuelve todos estos problemas. Se llama Ommwriter,y por el nombre debe tener efectos budistas. Algo debe haber, pues se nos dice que...
"recrea la nada"...mmmm...con este hueso los filósofos tenemos para un mes. Luego los ánimos se rebajan pues sus prestaciones son de lactantes digitales:
"No desactiva el correo ni las redes sociales, pero, al activarlo, dejan de saltar las notificaciones"
Acaba con algo que me desconcierta:
"Además, para mejorar la concentración y la relajación, Ommwriter permite elegir un color de fondo de pantalla suave e, incluso, una música de fondo agradable que puede ir desde el sonido de los grillos hasta el de un bebé en el útero materno".
¿Grillos? Se fastidiaron incluso las siestas digitales que acaban de recomendar. Definitivamente, hay una conspiración en marcha, veo el futuro más oscuro que el c. de un grillo.
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