domingo, 4 de agosto de 2019

No habrá otra guerra civil



Ha muerto Roberto Bodegas el inventor, según José Sacristán, de la llamada “tercera vía” del cine español. Esa que Wikipedia describe como la que “hace un cine socialmente comprometido pero que fuera comercial” y que tiene como uno de sus temas recurrentes la indagación sobre la naturaleza y el porvenir de los llamados “nuevos españoles”. Estos responden al diagnóstico que hace el psiquiatra en Vida conyugal sana: “una neurosis con cambio alternante de la personalidad”. Este tipo de cine, entre el de “caspa y ensayo” y el político, aporta una información que no ha sido tenida suficientemente en cuenta a la hora de estudiar el fenómeno denominado la Transición.
La épica de la Transición es una épica de anuncio de reconciliación, encuentro, acuerdo, en la que se ahorra la violencia del día a día pero que es el fondo mate inexcusable sobre el que resalta el colorido de lo otro. La clase media, en torno a la treintena, de lo que se denominó “los nuevos españoles” es una generación que ha trabajado mucho antes y que, por primera vez, se aburre, el cambio no llega, no llegará, no era eso, entra en crisis, necesita emociones para sobrevivir. Será la generación en los ochenta de las segundas aventuras, segundo coche, segunda residencia, segunda mujer, segundo trabajo, segunda opción política…y siempre sintiendo, al menos de cara a fuera, lástima de sí mismos. Son, ante todo, víctimas, un tanto aprovechadas, todo hay que decirlo. Lo importante es si cuela o no el relato. Con un certero título Fernando Colomo describió en 1982 esta situación permanente: Estoy en crisis.
Lo que define a una clase social en la época del desarrollismo franquista y los populismos post 15M es la secuencia de la preocupación por el dinero: si le preocupa día a día es de clase baja, si no le preocupa a fin de mes es de clase media, y si no sabe de qué estamos hablando es de clase alta. Las clases medias son “los nuevos españoles” de la Transición y quienes la revisan (re) estableciendo los imaginarios estéticos de la transición, del “relato”, es la izquierda sentimental. Ahora, como entonces, hay momentos de crispación máxima en que amenaza romperse todo. Pero no contaban con la sabia previsión de Su Excelencia:

“Él me dijo:
 ― “Lo que realmente interesa a su presidente es lo que acontecerá en España después de mi muerte, ¿no?”. Le contesté:
― “Mi general. Sí”
― “Siéntese, se lo voy a decir: yo he creado ciertas instituciones, nadie piensa que funcionarán. Están equivocados: el Príncipe será Rey, porque no hay alternativa. España irá lejos en el camino que desean ustedes, los ingleses, y los franceses: democracia, pornografía, droga y qué sé yo. Habrá grandes locuras, pero ninguna de ellas será fatal para España” Yo le dije:
― “Pero mi general, ¿cómo puede usted estar seguro?”
― “Porque yo voy a dejar algo que no encontré al asumir el gobierno de este país hace cuarenta años” Yo pensé que iba a decir “las Fuerzas Armadas”, pero él dijo:
― “La clase media española. Diga a su presidente que confíe en el buen sentido del pueblo español. No habrá otra guerra civil.”
   Dicho esto, se levantó, me dio la mano y ya había terminado la entrevista”.  
(Vernon Walters. “Nixon me envió a hablar con Franco sobre su muerte”. ABC, Martes, 15-08-2000)



sábado, 3 de agosto de 2019

miércoles, 31 de julio de 2019

el ocaso de los abajo firmantes


Los abajo firmantes son un meme que se replica desde la resistencia al franquismo, los avatares de la Transición, la azarosa democracia hasta el sindiós actual. Los abajo firmantes conminan al presidente del gobierno a que ni se le ocurra pactar con Podemos mientras que otros abajo firmantes le apremian para que se deje de mandangas y lo haga, pero ya. Unos y otros argumentan con ideas y principios sin desdeñar la oportunidad del momento histórico. Lo cierto es que la cosa es mucho más seria: se trata lisa y llanamente de poder, antes llamado servicio público y ahora sillones. El posfascismo posmoderno en el que estamos instalados muestra sus dientes y se deja de remilgos cuando se llega al límite de conquistarlo o defenderlo tal como lo hacía el fascismo clásico. Las llamadas gentes de la cultura y el espectáculo (¿No son lo mismo?) habituales abajo firmantes se sienten todavía obligados a ejercer ese papel de mediadores ilustrados que les atribuía Kant en supuesta representación de un pueblo sin voz. Claro que antes no había redes sociales gritonas ni se podía montar una consulta a las bases en unas horas para que avalaran lo decidido por el líder único. Son los beneficios telemáticos de la democracia directa. Con ella no hacen falta los intermediarios y certifica el ocaso de los abajo firmantes que solo se representan a sí mismos y, a veces, ni eso.
Las NNTT han acabado con el intelectual clásico y dado paso al influencer; la tribuna de papel a la tertulia audiovisual; la idea a la ocurrencia; los hechos al relato. Lo importante es ganar el relato, es decir, presentarse como víctima de la maldad del otro, de su ansia de poder y de sillones. A Pablo Iglesias se le ha debido quedar cara de Urdangarin cuando este recriminado por su augusto suegro (él por Sánchez) debido a su falta de ejemplaridad contestaba que es lo que hacen todos. Eso es ejemplaridad, seguir y dar ejemplo. Un español bien nacido es un español ontológicamente indignado al que la vida, la administración, los vecinos y el Estado en cualquiera de sus manifestaciones hará una o muchas faenas a lo largo de su vida, especialmente a través de la agencia tributaria y que, en cuanto puede, se lo cobra. Sin remordimientos, porque se le debe todo, sin matices. La herencia del fascismo en el posfascismo posmoderno de la democracia española es la ausencia del sentido de lo público, no la confusión de lo privado y lo público, como se dice. Desde esta ausencia del sentido de lo público se explica mejor el caos político en el que todos los partidos se apresuran a construir el relato de que ellos no han sido, pero todos quieren su parte. Todos son las víctimas de un combate de egos. Pobres…de nosotros.



jueves, 25 de julio de 2019

Hauer


Se le recuerda por la originalidad del monólogo imitado sin pausa y se olvida el humilde carraspeo antes del like que marca la cesura entre la intensidad del corto tiempo vivido y lo breve de la muerte prevista. El carraspeo es el ritmo de la imagen que se escapa a la cita.

martes, 23 de julio de 2019

sábado, 20 de julio de 2019

jueves, 18 de julio de 2019

martes, 16 de julio de 2019

miércoles, 10 de julio de 2019

sábado, 29 de junio de 2019

martes, 25 de junio de 2019

domingo, 23 de junio de 2019