sábado, 30 de junio de 2012
jueves, 28 de junio de 2012
proyectos
"¿Para qué llevar a cabo los proyectos, si el proyecto ya es en sí mismo un goce suficiente?" (Baudelaire).
viernes, 22 de junio de 2012
domingo, 17 de junio de 2012
Hopper
Estaba viendo Hatufim, y saltaba de esas imágenes a las de Homeland, sin lograr establecer ninguna relación icónica. Entendí que el prerrafaelita Damian volviera loca a Carrie, pero ¿cómo relacionar sus imágenes de Cristo torturado al gusto americano por Al Qaeda con los pobres soldados israelíes degradados hasta extremos inconcebibles? Y entonces surgió la imagen de Yael en la cama, incapaz de superar el no regreso de su hermano. Y funcionó el principio de asociación con la de Hopper. La puse. No debí hacerlo.
He recordado que durante años he tenido en el salvapantallas del ordenador en la Facultad la imagen de Hopper Camino del Maine. ¿Por soledad, incomunicación? Menos lobos.Estoy como un rey, maldiciendo los recortes. He mirado abajo en el blog y he visto que tengo un recopilatorio de Hopper con música de Tom Waits. La gloria.
¿Entonces?
Antonioni, Tarkovsky y tantos otros insistieron en sus entrevistas que si quieres sentir una imagen tienes que dejar toda esperanza, mística, simbólica, metafísica, para sentirlas directamente, sin la mediación conceptual. En vano. La gente no renuncia a ponerse existencialmente estupenda. Yo, al menos, lo intento. Cuando veo las figuras de Hopper no pienso en la soledad, incomunicación y todas esas zarandajas existencialistas, sino que siento a unas personas ensimismadas, en compañía de la mejor de las soledades, que poca veces se nos permite: estar simplemente a gusto con uno mismo. No sufren, están disfrutando de sí mismas, y eso me hace buscar también su compañía.
viernes, 15 de junio de 2012
el triunfo de la voluntad
Durante años he seguido en silencio los artículos de Enrique Rojas Marcos, psiquiatra residente en Nueva York sin salir de España. Eclipsado momentáneamente por los pensadores de El País, ha publicado hoy en El Mundo un suelto con el título "La importancia de la voluntad", del que no me resisto a citar alguna de sus perlas, dignas de figurar en el manual de El pequeño saltamontes:
"5. Toda educación de la voluntad tiene un fondo austero, sobrio y costoso especialmente cuando se está comenzando. Los ríos desbordados y caudalosos de la juventud deben ser conducidos por un cauce que disciplina los impulsos y agavilla su volumen. Ahí tienen su puesto los padres por un lado y los educadores, por otro. Las grandes ambiciones, las mejores aventuras brotan de un pequeño riachuelo que crece poco a poco descendiendo la montaña y que se hace ancho y crecido en el valle."
De lectura imprescindible para el ministro Wert y el responsable de los anuncios del Banco Sabadell.
"5. Toda educación de la voluntad tiene un fondo austero, sobrio y costoso especialmente cuando se está comenzando. Los ríos desbordados y caudalosos de la juventud deben ser conducidos por un cauce que disciplina los impulsos y agavilla su volumen. Ahí tienen su puesto los padres por un lado y los educadores, por otro. Las grandes ambiciones, las mejores aventuras brotan de un pequeño riachuelo que crece poco a poco descendiendo la montaña y que se hace ancho y crecido en el valle."
De lectura imprescindible para el ministro Wert y el responsable de los anuncios del Banco Sabadell.
lunes, 11 de junio de 2012
miércoles, 6 de junio de 2012
el olor a tiempo
“Esta noche había en el aire un olor a tiempo. Tomás sonrió. ¿Qué olor tenía el tiempo? El olor del polvo, los relojes, la gente. ¿Y qué sonido tenía el tiempo? Un sonido de agua en una cueva, y una voz muy triste, y unas gotas sucias que caen sobre cajas vacías, y un sonido de lluvia. Y aún más, ¿a qué se parecía el tiempo? A la nieve que cae calladamente en una habitación oscura, a una película muda en un cine muy viejo, a cien millones de rostros que descienden y descienden en la nada. Eso era el tiempo, su sonido, su olor. Y esta noche ( Y Tomás sacó una mano fuera de la camioneta), esta noche casi se podía tocar el tiempo”. Bradbury, Ray. Crónicas marcianas. Minotauro, Buenos Aires, 1976, p. 110-111.
¿A quién le interesa preguntar qué es el tiempo, si se puede oler, oír ? Si sabemos a lo que sabe el tiempo.
Como decía Obélix: están locos estos filósofos.
Era el poeta de la ciencia ficción. Descanse en paz.
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