martes, 7 de diciembre de 2010

humanismo de la (in)dignidad humana





En el propio vómito, en el amor terminal, en la enfermedad profetizada, hunde sus raíces esta propuesta de nuevo humanismo cósmico.

sábado, 4 de diciembre de 2010

Sublime NH

A pocos les es dado ahora caminar en un mar de niebla y menos ser vistos de espaldas tan peripuestos.Tan solo cuando ponen el cuadro de referencia en el blog primerizo como signo de un alma delicada. Pero no es infrecuente sentir lo sublime, no la primera vez, cuando se acarrea la maleta buscando desorientado por las flechas la habitación reservada. Si ha conseguido abrir en el primer intento con la tarjeta la puerta, quizá su ojo verde le anuncie con un guiño una sorpresa tardía. Por la noche, al regresar con el cuerpo indolente y ya vencido por el pasillo, tendrá una experiencia impagable: al fondo del cul de sac brilla, débilmente iluminado, un infame cuadro alpino, su cerebro se entontece dulcemente con el mal de altura del aire enrarecido por la deficiente ventilación, y un olor intenso a moqueta salvaje bloquea sus sentidos. Es la hora de lo sublime NH, de la trascendencia low cost.

miércoles, 1 de diciembre de 2010

Reflexiones sobre "nueva" literatura

En la ficción se nos muestra a un Andrei Rublev mudo, ya estancado en plena crisis existencial y creativa. Ha decidido no volver a pintar hasta que no sea capaz de enraizar su arte en la vida del pueblo. Su obra tiene que reflejar la vida, nacer de ella. Lo que ve es la mezquina rutina de los monjes, la pobre existencia de la gente, la codicia fratricida de los poderosos y también la alegría espiritual pura de los cuerpos desnudos, aunque él no se desnuda, sigue con su ropaje. Encuentra su camino abrazado al muchacho impostor, capaz de crear una grandiosa campana que satiface la piedad del pueblo y la vanidad de los príncipes. Y entonces vuelve a pintar...iconos. Porque él es, ante todo, un pintor de iconos, quizá el más grande todos.

lunes, 29 de noviembre de 2010

domingo, 21 de noviembre de 2010

copia y original











El viaje a Italia ha sido siempre, al menos desde los románticos alemanes, el punto de inflexión de una vida. Goethe dice que le cambió para siempre. Naturalmente, Italia era lo de menos, de hecho casi ni la veían. Lo que buscaban, en realidad, era a ellos mismos en la pintura, los restos del pasado y, sobre todo, el paisaje a pleno sol. Allí creían recobrar su ser original perdido en las copias grises de la vida rutinaria y burguesa. Algunos se quedaban para siempre, otros se volvían para escribir su Viaje a Italia, el testimonio de la crisis, de la crisálida.

Rosellini, también desde un coche, escribió otra crónica de desamor con final feliz, y ellos se volvieron a encontrar en la pareja de enamorados a los que sorprendió abrazados la lava del Vesubio en Pompeya. También Ingrid Bergman tuvo su viaje a Italia. Pero la película de Kiarostami no es una cita en forma de homenaje a Rosellini o Antonioni. Admiramos en La Noche la leve sonrisa de La Moreau, y su gesto de desprecio en la comisura de los labios ante la deriva fracasada de su marido escritor de éxito. Se recorren los exteriores de La aventura con visita incluida a iglesia en plaza de De Chirico. Las dos son, ciertamente, crónicas de un desamor, pero si algo tienen en común es que son películas de alguien muy cercano que se ha convertido ellas.

La película de Kiarostami sólo existe porque actúa Juliette Binoche, ella es la película, no los diálogos, ni las citas cinéfilas. La película se resume en una actuación, los demás son espectadores, el “resto es silencio”. Pocas veces se puede ver a una actriz en estado de gracia, como ahora: es toda una sinfonía del cuerpo llena de matices, de gestos que pasan de la sonrisa a la melancolía, de la alegría a la preocupación, del lirismo al fastidio por el incordio doméstico del hijo adolescente, de la ternura más allá de la incompresión por el ser amado devenido extraño.¿Se puede volver a empezar? La vida se le va y todavía goza de las pequeñas cosas. Es el último gesto contra el tedio instalado en un matrimonio que ha ensayado en la ficción un nuevo comienzo: volver a ser extraños que se atraen. O al revés, la protesta contra un futuro ya escrito.

Es una constante en el cine de Kiarostami la mezcla de cine y vida. Pero en esta película muestra en imágenes que, aunque en literatura se pueda frivolizar irónicamente sobre el original y la copia, hay un momento en la vida de algunas mujeres que no tolera esas bromas, y reclama su original, o al menos lo intenta. Porque el tren de ellos quizá salga a las 9, pero no antes de haberse mirado en el espejo de ellas. Es una oportunidad.