domingo, 3 de julio de 2011

una desilusión compartida


Ahora sí, definitivamente, el barco se hunde. No había esta certeza absoluta al oír los interesados vaticinios de la oposición, los frenopáticos pronósticos del gobierno, ni siquiera la amarga constatación de la pobreza que crece día a día, y el pitorreo con que son recibidas las recetas cósmicas de nuestros próceres en el extranjero.

Ha sobrevenido al leer los nombres de algunos de los “abajo firmantes” del manifiesto Una ilusión compartida. El texto es de una indigencia intelectual que sonroja, un ejercicio de retórica vacua en la línea trasnochada de la “jerga de la autenticidad”. Sorprende ahora el cinismo de quienes dejaron en carne viva las posaderas del Presidente con los desaforados lametones propinados en reportajes de seguimiento lanar, columnas de opinión subvencionadas y ridículos espectáculos de la “zeja”; autodenominados representantes de la izquierda no han hecho asco a esos poderes que ahora conjuran, y frente a los cuales no hacen una sola propuesta concreta eficaz. Dicen que a ellos no les corresponde, solo se manifiestan apelando a la movilización total.

Señores míos, tengan “un poquito de por favor”, de dignidad, no huyan para adelante, húndanse con el barco, no se pongan a la cabeza de manifestaciones de indignados para llevarles a un callejón sin salida, dejen paso a otros, que lo que hace falta ahora mismo no es ilusión y perroflautas de Hamelin reconvertidos, sino sentido común multilateral. Y de ello tienen mucho los ciudadanos realmente afectados.

7 comentarios:

  1. He leído el manifiesto y..., suscribo tu "desilusión compartida", palabra a palabra.

    Que el barco se hunde, no hay duda,y que una tremenda desilusión nos invade a muchos, creo que tampoco.
    Que las "democracias occidentales" son lo que son, ya lo sabíamos, que vivimos en un sistema económico que nos lleva a estas "catástrofes", también.
    Que es lamentable, provoca indignación y rechazo, este tipo de discursos "frívolos", generados por el sistema con careta antisistema, no tengo duda.
    Pero, lo que realmente temo es que surjan (o se generalicen) discursos populistas que nos lleven a totalitarismos indeseados y... a enarbolar banderas contra "el otro".

    En tu libro "Magnífica miseria", leía:
    "...nihilista es aquél que no acepta la realidad, o bien porque piensa que no existe o porque no le gusta tal y como es." (pág.111)
    Cuando leí este párrafo, pensé que la realidad no me gusta tal y como es...me da lo mismo colgarme o no la "etiqueta".

    Un abrazo.

    Mara.

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  2. Fenómeno curioso el de la proliferación de "manifestoes" como consecuencia del chaparrón. Igual que setas en otoño.

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  3. Eso es cierto. Curioso fenómeno.
    No lo es menos el que sólo pueda desilusionar alguien (algunos) en el (los)que tienes puestas tus ilusiones.

    Afortunadamente de los firmantes ninguno me ha desilusionado (he repasado la lista concienzudamente y jamás ninguno de ellos me produjo ilusión alguna).

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  4. Nada: el barco no se hunde, se hunde la ilusión compartida. Compartida por la pandilla de los abajo firmantes que siempre confundieron la realidad con su ilusión de. Pensaron ser la vanguardia y estaban solamente corriendo delante a ver si llegaban antes a ligar cacho.
    Se les ha convertido en costumbre. Es la costumbre del país. De El País. Cuando miren para atrás comprobarán las multitudes que les siguen.
    Un abrazo. José Luis.

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  5. Los abajo firmantes son de izquierdas porque eso parece ser de vanguardia y siempre toca trozo de tarta (que se lo digan a los de la SGAE a ver si les toca trozo por no dar ni palo al agua).
    No suelen destacar por ser unos lumbreras, tener un pensamiento crítico/analítico capaz y desbordante.

    Estas cosas sólo las firman los ilusos.

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  6. Bueno, ahora tampoco los hagamos culpables a ellos. No han hecho más que lo que todos quieren hacer, capitalizar la atención y sacar algún beneficio, ya puestos ¿Criticable? Por supuesto. Como tantas y tantas cosas.

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  7. En efecto, un ejercicio de retórica vacua, típico de aquellos que no hacen sino enorgullecerse diariamente de su facilidad para arrimarse al sol que más calienta, de vestirse de antisistema mientras se alimentan de él, como autoproclamados representantes de una suerte de izquierdismo couché marquetiniano.

    Aún así, no perdamos de vista que, afortunadamente, detrás de todos estos pancartistas de última hora hubo decenas de miles de esos ciudadanos...

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