jueves, 17 de mayo de 2012

pornografía emocional en tesis doctorales

Confieso que de un tiempo a esta parte abro con una cierta prevención las voluminosas tesis doctorales. Ya su peso, lo esquinado de su encuadernación en tapa dura, me hace todavía más incomprensible la erótica del papel que dicen experimentar algunos, por no hablar de esos subsiguientes tocamientos y caricias a las que por lo visto se dedican los degenerados, entre los que se encuentran ilustres poetas. En todo caso, más parece cosa de sadismo, ya que el precio de los ejemplares acaba de arruinar a cualquier economía. ¿No han oído hablar de las NT? Me refiero a las nuevas tecnologías, no a los nuevos tocamientos.
Pero no quería hablar de esto. Llama la atención el contraste entre lo sesudo de los índices y el infantilismo de las dedicatorias. Menos mal que no se suelen repetir en la exposición, aunque no todos se contienen. Mi condición de castellano hace imposible entender tales alardes de impudicia.

Dedico esta tesis a mi madre que me amamantó, a mi padre que puso la semilla, a mi tía Enedina por lo que ella sabe, no me olvido de mis abuelos gagás pero entrañables, menos todavía de mi novi@ que tan buenos ratos me ha hecho pasar, a mi mujer y a Luisito, a los que tantos ratos les he robado mientras pergeñaba estas páginas, a Julio el carnicero siempre interesado por mis cosas, al perro del vecino que meneaba cariñosamente la cola cuando me veía atascado...la lista sigue interminable, como en los viejos programas radiofónicos y televisivos de dedicatorias.
Mención aparte cuando se trata de becari@s refiriéndose a sus compañeros de pupitre: los gorgoritos sobrepasan  los que Fidel Castro dedicaba a Eliansito, el niño balsero.

El tribunal se pregunta, con perdón, ¿y a mí qué coño me importa todo esto? Menos todavía a los escasos espectadores, aunque quizá sí a los endomingados familiares que aterrizan en la sala confundiendo el acto con una boda o un bautizo. !Hay que ver lo que sufren!.

11 comentarios:

  1. ¡¡¡Buenísimo!!!!, ciertamente, a veces debe ser un acto de esos que acaban sonrojando al personal...en eso también es mejor la austeridad.

    ResponderEliminar
  2. Vamos a intentar cambiar esto.

    ResponderEliminar
  3. Paradójicamente es un ejemplo de la simbiosis entre alta y baja cultura.

    ResponderEliminar
  4. Permítanme discrepar, caballeros. No creo que hubiese que cambiar esto, es más, debería fomentarse:

    He de comentar que de este post me llama más la atención la repulsión hacia el acto que el acto en sí. Es decir, creo que hay problemas más importantes en la vida a los que humillar y tildar de grotescos y portográficos. Los protocolos y ritos emocionales están innundando el pacato y rígido mundo académico, ¿y?

    Como ya he dicho en multitud de ocasiones, veo mucho odio y reticencia hacia lo emocional. La distinción entre alta y baja cultura cada vez está más en entre dicho. Me huelen a residuos de distinción intelectual clasista moribundas y agónicas en una época donde cada vez somos más los que vamos a la universidad, y no sólo unos pocos (para odio de muchos). Cabría preguntarnos si esa simbiosis que usted muy bien ha mencionado es tan negativa como muchos la pintan en sus opiniones.

    Debe de haber algún problema en el sistema cuando las masas descerebradas y los pobres estamos llevando nuestros ritos ridículos a la academia.

    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  5. Pues sí, Iván, tenemos un problema.
    Saludos

    ResponderEliminar
  6. Pues profesor, tendría usted que echarle un vistazo a las aulas de filosofía alemanas. Suelo y ventanas abarrotados por ver a un profesor que tiene un osito de peluche en su llavero. Otras vacías como un callejón sin salida con un par de vagabundos durmiendo con un profesor anciano leyendo un libro. Los tiempos están cambiando y es algo que va más allá de la distinción entre alta y baja cultura. Entre viejos y jóvenes. La gente está anhelando algo muy profundo en sus corazones. Supongo que siempre será la misma canción de hielo y fuego.

    Siempre hay problemas. Si no sería un aburrimiento y, ¿Qué hay peor que el aburrimiento? Del choque de dos cosas contrarias surge una tercera mucho más rica. Es algo que está por encima de nosotros. Entre tanto, siempre es divertido leer los insultos de los unos y de otros. Siempre es un placer leerle, profesor.

    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  7. Bueno, Iván, ya sabes que yo no he pasado de moderno y no llego (de momento) a posmoderno. Por eso, el "de nobis ipsis silemus" de Bacon-Kant me condiciona mucho en lo académico.
    Es interesante lo que cuentas de Alemania. Recuerdo una clase también abarrotada en Bonn, enla que el profesor nos entusiasmaba con el concepto de la cosa en sí en la Kr.V de Kant.
    Dices:"Supongo que siempre será la misma canción de hielo y fuego".
    Efectivamente, pero "Winter is coming", aunque la filosofía de momento no desaparece en Salamanca, pasamos de 45

    ResponderEliminar
  8. Ni viajes por el desierto, ni viajes astrales puesto de hachís, ni ayahuasca en el Grand Canyon. Ha sido aquí, en pleno corazón industrial y comercial, donde he tenido una iluminación. Será que lo primero lo he tenido siempre tan cerca que nunca lo he querido. Aquí, en el seno cómodo de un país desarrollado. Elitismo ambiental o elitismo natural, tema harto apasionante que no cabe en comentarios de blogs.

    G.R.R.Martin es mucho más que un nerd gordo. Winter is coming y no hay tiempo para terminar los libros. La clave está en los dragones. Quien siga pensando que los dragones son el Führer es porque no entiende el sur/fuego o no se ha leído el 5º libro.

    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  9. En fin... creo que la pregunta más interesante sería ¿realmente van a leer las tesis las madres, novias, amiguetes, etc, etc? Si alguna de estas criaturas cercanas que animan al arrebato emocional y a tanta pasión desatada se anima a leerla enterita me inclino más ante el lector/lectora que ante el escritor de la tesis...

    ResponderEliminar
  10. Me meo.
    Es una de las cosas más divertidas que he leído.

    ResponderEliminar