Como homenaje y agradecimiento a Vicente Luis Mora publico este fragmento del borrador para una conferencia en este Congreso.
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Comencemos por la ficción propiamente dicha ¿Por qué? Porque lo que se cree hoy respecto al papel que juega la Estética en España no lo hacen o hacemos los que nos dedicamos académicamente a ella sino desde un afuera que deberíamos acostumbrarnos a considerar como dentro. Por ejemplo, la Literatura que está configurando desde hace años una estética a reconsiderar también en el Área. Voy a poner un ejemplo muy significativo. Un nombre: Fred Cabeza de Vaca. Es el título de una investigación de Vicente Luis Mora publicada en formato libro en 2017 y que mereció el premio Torrente Ballester. La trayectoria ficcional de Fred Cabeza de Vaca, filósofo, especialista en estética, crítico y comisario de arte, artista él mismo, va de 1980 en que nace a 2030 año de su muerte. Un pasado futuro: abarca el período después del llamado “auge” de la estética en España y también de la autodesignada nueva crítica de arte. Sería, pues, uno de los futuros posibles.
Advierto que el contexto del autor, VLM, sus polémicas, puede llamar a engaño: no se trata aquí de lo habitual, moralizar a costa del arte contemporáneo descalificándolo como fraude con el apoyo de las anécdotas más jugosas, es decir, escandalosas. Y, conste, que en el libro las hay. El argumento de la no novela es sencillo, el desarrollo no lo es tanto sino de una complejidad en espiral, especular, realmente notable [...]
¿Quién es Fred Cabeza de Vaca? Hago con permiso del autor una paráfrasis del personaje. Un estudiante de filosofía acaba la carrera, mira alrededor y en vista del panorama se pregunta cómo puede conseguir dinero y hacerse un nombre con lo que ha estudiado ¿Encerrarse para una oposición de Enseñanza Secundaria con desempeño provinciano? ¿Aventurarse en una carrera universitaria lenta, de recorrido azaroso y con final previsible de mentalidad inestable?
La elección no parece difícil, pues lo único que está dando dinero, sale en los periódicos, en las redes, no en las revistas indexadas que nadie lee y a menudo cuesta dinero publicar, lo único que parece rentable es la Estética, pero dirigida a la institución arte. La aparente desventaja de Fred Cabeza de Vaca al provenir de la filosofía y desconocer el mundo de las artes no es tal. Como los críticos no hablan casi nunca de los artistas sino de sí mismos, el aparato filosófico del que está provisto le permite una jerga autorreferencial que impone respeto en la medida en que resulta ininteligible, pero que es de enorme eficacia mediática a través de los conceptos emocionales que maneja con soltura. La estrategia da resultado: ejercicio de la crítica en El País, comisariado de exposiciones, conferencias, obras de artistas regaladas para congraciarse, prebendas de Fundaciones, Museos, Bancos e Instituciones y, para cerrar el círculo, él mismo, transmutado en artista conceptual, la moda del momento, el traje que mejor se adapta a su formación filosófica [...]
La meditada estrategia que sigue Fred Cabeza de Vaca merece ser detallada porque esta ficción de citas que voy a leer a continuación es la que nos va salir en la memoria que los jóvenes turcos de la crítica de arte están elaborando hoy para desear ese largo adiós a la estética.
El modelo que elige Fred Cabeza de Vaca (según VLM) para crearse un estilo es Danto, el filósofo metido a crítico de arte. Por otra parte, la radiografía que hace del momento explica la facilidad con la que puede imponerse en ese mundillo:
“La inmensa mayoría de los críticos citaba a filósofos posteriores a 1950: Foucault, Barthes, Agamben, Rancière, Badiou, y luego a no-filósofos que algunos hacían pasar por tales y que eran citados de seguido porque se les entendía: Bourriaud, Augé, Baudrillard, Bauman, pensadores débiles o sencillitos al alcance de críticos de arte cuya formación se limitaba a Historia del Arte y las correspondientes asignaturas de Teoría del Arte y Estética, que aprobaban repitiendo lo que había dicho el profesor en clase, memorizando cuatro ideas circunstanciales sobre Plotino, Benjamin (su artículo sobre el aura fue una de las pestes teóricas de finales del XX y comienzos del 21), Hegel y Gadamer. Que cualquiera de esos catetos especializados se asomase a la Crítica del juicio era inimaginable. Que abriese la Crítica de la razón pura, pura ciencia-ficción”.
Dicho de otro modo: el de la crítica de arte de principios de milenio, sobre todo tras la muerte de José Luis Brea, era un ambiente donde era fácil destacar”.
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Como bien señala VLM el personaje de Fred Cabeza de Vaca solo es posible en un país como España sumamente interesante por esquizoide donde conviven la demanda de legalidad y la ética de ejemplaridad con la costumbre inmemorial de ignorarlas y simularlas cuando la ocasión se presta a ello. No defraudar a Hacienda sino ser pillado por ello es motivo de vergüenza social, y saber sortear los reglamentos administrativos mediante contactos y enchufes es signo de acusado sentido de la sociabilidad en sustitución de la palabra ciudadanía cuyo significado se desconoce.
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