A veces, como
en este caso, la “mayoría de edad” en filosofía va acompañada de una “minoría
de edad” en imágenes. Evidentemente, estas expresiones son una paráfrasis de
Kant, uno de los referentes de Habermas que se ha citado en la polémica
generada por su artículo. Utilizo estas expresiones kantianas con un fin
distinto para señalar que quienes propugnaron en su momento la necesidad de una
ilustración en el pensamiento se han olvidado de la urgencia también ahora de
otra ilustración en imágenes, de, permítaseme seguir con la referencia, de una
“Crítica de la imagen pura”; de, siguiendo a Kant, la necesidad de “orientarse
en el pensamiento” (no dice “filosofía”) pero también en lo perentorio de
orientarse en las imágenes, de proseguir el proyecto moderno, frente al
posmoderno, en un pensamiento en imágenes. El no hacerlo significa permanecer
en una minoría de edad icónica que se podría calificar también con Kant de
“culpable”, pues existen los medios, pero falta la voluntad. Así, contentarse
con rechazar intelectual y moralmente al nazismo sin haberlo analizado y
comprendido icónicamente me parece un grave error, una de cuyas consecuencias
es, como he intentado demostrar en libros colgados en este blog, el posfascismo
posmoderno, especialmente floreciente en las democracias. Y confundir los
métodos en el uso de las imágenes, el camino para orientarse en las imágenes,
deja algunas víctimas en el camino, una de cuáles es el presidente ucraniano
por la inapropiada alusión de Habermas.
Esto no es
nuevo. A pesar de sucesivos intentos posteriores de actualización de la Escuela
de Frankfurt es conocida la alergia de Adorno al cine y a ese tipo de imágenes.
Tuvo consecuencias. Llama la atención que quien se reclama como discípulo suyo,
Alexander Kluge, (citado en este artículo por Habermas) cayera en la trampa de
la estética política nazi con las mejores intenciones de denunciarla.
Recomiendo un visionado de su Brutalität in Stein (1961), accesible
en You Tube. Cree que una labor de estética política eficaz es poner subtítulos
de racionalidad crítica a unas imágenes de arquitectura sublimes concebidas por
el dictador Hitler y el arquitecto Speer como “construir para la ruina”, es
decir, para que cuando ya no estén se maravillen otros pensando qué grandes
tenían que haber sido quienes hicieron cosas de las que quedan ruinas tan sublimes. Es
un hecho elemental, señalado por el moderno Schiller, que en estética las
imágenes de fuerza triunfan sobre las ideas de moralidad y que no tiene sentido
para condenar algo, poner una imagen fuerte acompañada de una reflexión
edificante. Estamos programados biológica y neuroestéticamente para
identificarnos emocionalmente con la primera y desatender a la segunda. El
cerebro tiene que reproducirla para comprenderla.
Para decirlo en términos de la tradición moderna de Habermas, la educación, formación, Bildung, exige una formación también en imágenes, Bilder, para poder orientarse en el mundo en el que vivimos. No basta con mirar para otro lado y condenar “el poder de las imágenes”. El resultado, nuevamente Kant, es una “ignorancia culpable”. Las alusiones generacionales de Habermas al final del párrafo no alcanzan solo a las desiguales destrezas icónicas de unos y otros por razones de edad, a que unos sean más o menos impresionables por su "impacto". Implica algo más y explica, en parte, la indignación que siente por las reacciones aparentemente contradictorias ahora de los más jóvenes. En Alemania llevan décadas los jóvenes creadores reescribiendo su historia en imágenes tanto en películas como en series con resultados sorprendentes y al margen de la “disputa de los historiadores”. Basta con visionar películas del llamado “nuevo cine alemán”, de Petzold y Farocki, series como Babylon Berlin o Deutschland 83,86,89 y otras más para darse cuenta de que el pasado alemán se vuelve más complejo e impide ver el presente solo bajo el prisma filosófico de lo binario y los dilemas.
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