domingo, 20 de abril de 2014
lunes, 14 de abril de 2014
domingo, 13 de abril de 2014
miércoles, 9 de abril de 2014
domingo, 6 de abril de 2014
martes, 1 de abril de 2014
buen actor y mejor cabeza
"Yo soy todo lo feliz que puedo ser en una sociedad como esta sin mirar para otro lado"
viernes, 28 de marzo de 2014
sábado, 22 de marzo de 2014
Santiago Mitre
Unas notas para el diálogo sobre la película de Santiago Mitre El estudiante que tendrá lugar el 25 de marzo a las 17h. en el FES se pueden descargar aquí.
domingo, 16 de marzo de 2014
miércoles, 5 de marzo de 2014
domingo, 2 de marzo de 2014
sábado, 1 de marzo de 2014
domingo, 23 de febrero de 2014
jueves, 20 de febrero de 2014
nenúfar posmoderno en ciénaga nazi
“¿Cómo volveremos con nuestras familias después de esto?” No
solo por lo que hemos hecho, por lo que nos han hecho, sino por lo que hemos
visto, se lamentan el mayor Martin Bora y sus amigos. La sombra de la
catástrofe de Stalingrado es alargada. Martin Bora (Freiherr Martin von Bora)
es un junker hijo de aristócratas, de músicos refinados, de militares que han
alcanzado los más altos grados, en una indefinición entre pianista y sacerdote
decidido, al fin, por la carrera militar, no puede evitar un malestar estético
cada vez que se cruza con la patulea de las SA o, lo que es peor, los
carniceros de las SS. Víctimas de su ironía intentan vengarse pero Martin Bora,
como buen posmoderno, sabe comer de todos los platos y tiene amigos que lo
protegen. Todo lo más un traslado en el que suele caer de pie.
Cuando se comparan estas novelas con las de Philip Kerr, de
aparente afinidad temática, la diferencia es abismal en el diseño de los protagonistas y tratamiento del contexto. El personaje de Ben
Pastor no es creíble y sus vicisitudes como investigador de un nazismo en
tiempos revueltos tienen más de zascandil que de oficio. Las novelas están
escritas desde la información, con abundantes datos y citas, pero no desde el conocimiento de la época por lo que no
es infrecuente el pastiche histórico. Menos creíble todavía es un
comportamiento errático lleno de calenturas, las producidas por la fiebre de
las heridas y las suscitadas por el recuerdo erótico y la ausencia contumaz de
su atlética esposa. Todo ello le lleva al personaje a frecuentes episodios de desdoblamiento
en los que ya parece preludiarse a un futuro firmante del manifiesto por el
nuevo realismo y lector aprovechado de Vila Matas.
De los detectives de serie negra tiene el cinismo con moral
propia, del posmodernismo de serie gris, la cargante introspección psicológica,
el no parar de pensar y hablar de sí mismo, destinado a presentar la
autoficción del sufriente, con ribetes cómicos de héroe trágico. Él no se ha roto como los otros, pero tiene una gran
inestabilidad emocional disfrazada de férreo autocontrol y presencia impecable
que explota en actos de inusitada crueldad. Pertenece al Servicio de
inteligencia del Ejército pero, lejos de apoltronarse en los despachos, es un voluntario
reincidente desde la Guerra Civil española al frente ruso, que todos quieren
evitar. Lo que no le impide soltar tiradas contra el sinsentido de la guerra
que él contribuye a acortar masacrando partisanos e incendiando alguna granja. Es un soldado, pero también,
dicen en la novela, “un licenciado en
filosofía con interés en la ética” [sic]. Una combinación explosiva que debería merecer la atención de Wert. Un verdadero pájaro de cuidado producto
de la nutritiva escritura del posfascismo posmoderno.
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