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Es un libro excelente, no sólo por el tema tratado sino también, y especialmente, por el buen hacer, que puede servir de modelo. Es una potente reflexión estética en la que se funden (sin confundirse) la literatura y las artes, en particular la arquitectura. Pero también es un viaje y una narración del mismo, desde los textos difíciles, pero necesarios, de Kant, pasando por Schlegel y Novalis, hasta los del expresionismo visionario. Y en el camino imágenes, numerosas y pequeñas imágenes, como las de la Catedral de Cristal de Philip Johnson, hacia donde le encaminó la postal de Antoni Muntadas, a quien va dedicado el libro.Las experiencias estéticas del autor aparecen entretejidas en el texto y documentadas en el pie de las fotos, muchas de ellas debidas a su cámara. Una obra, pues, que trata de la metáfora del cristal, orgánica y geométrica, y que ella misma es el resultado de un proceso de cristalización narrativa.
He aquí el proceso:
"Desde los inicios del relato hasta el presente vengo señalando que, si bien los polos de los desdoblamientos kantianos y modernos no se excluyen, sí predominan alternativamente el principio de la idealidad o el del realismo, las finalidades formales o las objetivo-externas, la belleza o la utilidad, las facetas cubo-expresionistas del cristal o la exactitud cosal y mecánica del vidrio, la estética del doble muro de cristal o la mera piel, y hasta la membrana, la añoranza de la regeneración ética originaria o la ética de la transparencia de la razón técnica" (p.140).
Las imágenes del camino
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(C.D. Friedrich. Mar de hielo. 1823-25
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(Walter Gropius. A los caídos de marzo. 1922)
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(Bruno Taut. La casa de cristal. 1914)
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(Mies van der Rohe. La casa Farnsworth. 1947-1951)
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(Mies van der Rohe. Proyecto de rascacielos para la Friedrichstrasse. 1919)
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(Philip Johnson. The Crystal Cathedral. 1980)
Y en el intermedio
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(Braque. El castillo en La Roche-Guyon. 1909)
Nos dice Simón que Bruno Taut se despedía de sus compañeros con un "Saludos de cristal". Lo dicho.
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