Economía del conocimiento y biologismo cultural han ido de la mano desde comienzos del siglo XX. Entonces se habló de una antinomia entre cultura y vida y de la necesidad de radicar la cultura en la vida. A comienzos del siglo XXI vemos que se referían en realidad a la vida cultural.
La necesidad primaria de situarse, de hacerse una idea, se traduce en una etiqueta a la que se denomina categoría. Las etiquetas son categorías simples para realidades complejas. La economía del conocimiento no solo se ocupa de los productos culturales que vende el autor sino del autor como producto cultural.
Ya en las sociedades complejas que alumbra el siglo XX se nota la incapacidad de la vieja cultura para hacer frente a las nuevas realidades no culturales. Un ejemplo son los dualismos (alta/baja cultura, masas/élites) y especialmente la dialéctica. Lejos de superar el idealismo es su reencarnación (sociedad emancipada /administrada).
Las sociedades complejas ya no se entienden a través de procesos dialécticos sino de metamorfosis. Kafka es el máximo pensador del siglo XX.
Una entrada admirable, a la que habrá que volver.
ResponderEliminarAcabo de regresar de un pueblecito de Alemania, mi primer viaje a este país. Vivían en la era pre-digital y desde una moral tradicionalísima: 'vidas' rurales, trabajo familiar, ausencia de escaparates e interiores terriblemente bellos... Utilizaban las nuevas tecnologías pero habían ¿optado? por un continuísmo de lo anterior... desde un comportamiento basado, yo creo, en la racionalidad instrumental:
ResponderEliminar- Pregunta: ¿Por qué aquí las cafeterías no tienen wifi?
- Respuesta: Yo no sé por qué las cafeterías no tienen wifi. Sólo vengo a trabajar aquí pero no sé por qué no tienen wifi.
Nadie se reía. Por poco me muero.