Imágenes que no son
tiempo ni movimiento; no, al menos, el tiempo aristotélico como medida del
movimiento según el antes y el después. Estas son imágenes cortadas, de
cuerpos, de calles, más que caminos en el bosque que no llevan a ninguna parte,
urbanas, donde los cruces desgarran cuando piensan unirse atravesando, obligan
a parar pero apremian a no demorarse; son espacios pero no lugares. La maestra
se detiene y sigue, el sin techo no deja nada, solo la concha antes de los raíles.
Lo que va sobre ellos es lo que realmente se mueve, las personas también se desplazan pero
casi no actúan.
Sueños y despertar
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