El título intriga y el contenido
sorprende.
En principio resulta extraño,
teniendo en cuenta el pasado y los intereses de la Teoría Crítica tradicional,
asociarla a una investigación sobre la inteligencia artificial que vaya más
allá de la negación de lo existente. Pero también es cierto que Adorno en Dialéctica
negativa afirma, desde la “autorreflexión” de esta, que un pensamiento no
es verdadero si no va contra sí mismo. Una confesión sobre la honestidad del
procedimiento que, sin embargo, provocó dudas sobre la posible parálisis a la
que conducía el método, es el caso de la crítica de Habermas. En la entradilla
del libro se pregunta Innerarity: “En el que fue el despacho de Adorno he
pensado muchas veces qué teoría crítica habría escrito él de haber conocido el
actual despliegue de la inteligencia artificial”. Y, efectivamente, en estilo
adorniano, se puede leer el título de la Introducción “Crítica de la razón
algorítmica”. Pero, detalle significativo, el libro está dedicado a Habermas.
La bibliografía del libro es apabullante, pero la mención explícita a estos dos
filósofos debería bastar como marco de la investigación. Debería. Pero lo
cierto es que se sale del marco.
En varios sentidos. Hay un aire
adorniano en el punto de partida, la negatividad de lo existente. Innerarity ha
recordado en sus intervenciones, y se percibe en este libro, la paradoja del individuo
escindido entre lo que le conviene como filósofo y lo que prefería como
ciudadano. La filosofía solo es necesaria cuando las cosas van mal y, a la
vista de la realidad en las diferentes épocas, parece que no le va a faltar
nunca trabajo. El mismo Adorno recordaba que el destino último deseable de la
Teoría Crítica sería desaparecer…porque ya no habría nada que criticar. El
problema es que en sus análisis la sociedad era ontológicamente enferma
y, por ello, lo estaba también sociológicamente. Ese pesimismo
metafísico teórico, que compartía Horkheimer, le ataba las manos a pesar de su
pretendido optimismo práctico.
En el caso de Innerarity hay una
modulación interesante ya que, en lugar de elevar esa negatividad a nivel
metafísico, la reconduce a su dimensión social. Y es entonces cuando la
expresión “teoría crítica” adquiere su sentido originario de análisis,
reflexión, de permitir formar criterio, saber distinguir en la complejidad,
para poder argumentar, deliberar y tomar decisiones, en las que no solo entra
el individuo sino también las instituciones. Por el contrario, advierte
Innerarity, enfoques como el tecnodeterminismo de Adorno (128 formato epub),
compartido por Heidegger y Habermas, “son claramente insuficientes para hacerse
cargo de la complejidad de nuestra interacción con el entorno digital” (132). Cabe destacar y dejar solo apuntado el comentario que hace a la portada de su libro en el que la distinción entre apariencia y realidad tiene una deriva platónica (115).
Con todo ello, el trasfondo de esos
autores, en especial de Habermas, es innegable en las tres palabras en las que
me ha parecido se puede resumir la propuesta de una teoría crítica de la
inteligencia artificial según Innerarity: Reflexión, Conversación y
Equilibrio.
Lo iremos viendo en las próximas
entradas del blog.
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