lunes, 22 de septiembre de 2025

Innerarity. Una teoría crítica de la inteligencia artificial (3)

 


Con toda razón apunta Innerarity a la raíz de ese planteamiento ético, al “enfoque externalista” de la tecnología que “impacta” en la sociedad y, por eso, debe ser “controlada” (138). En esas tres palabras resume perfectamente buena parte de los errores asociados al enfoque de las tecnologías heredados del siglo XX. Primero el “externalismo”, que las tecnologías son algo exterior a nosotros, ya sea considerándolas como meras herramientas o como entidades complejas emancipadas, que amenazan a sus creadores. Los imaginarios de rebelión, sustitución o destrucción están gravitando en la metáfora del “impacto” tan popularizada que todavía se sigue utilizando. Esta mentalidad de amenaza se traduce, o bien en el rechazo de ellas o, más matizado en la necesidad de “controlarlas”, desde los orígenes de la palabra “cibernética” (pilotar las tecnologías) a la exigencia ética de “controlarlas” mediante una apelación a un humanismo difuso.

Innerarity se opone al dualismo que subyace a ese planteamiento de la externalización de las tecnologías e insiste en la necesidad de precisar y reforzar el “vínculo”, la “articulación”, con ellas. Este es el elemento “positivo” de la teoría crítica de Innerarity y que le alejaría de la negatividad de los frankfurtianos. Pues, “el problema es la falta de reflexividad a la hora de articular tecnología y sociedad” (141). Reflexión y propuestas de articulación son dos elementos clave en el libro. De la naturaleza ambivalente de la primera dependen las propuestas equilibradas de la segunda. Y digo “ambivalente” porque, siguiendo la propuesta adorniana de con el concepto contra el concepto, una de las singularidades más valiosas del libro es la constante matización de los conceptos, no solo de los ajenos sino también una cierta autocrítica respecto a los empleados por el autor. Ya hemos visto su observación de que estaban “sobrevalorados” los de reflexión y control, el primero decisivo en su planteamiento.

Ya las mismas palabras “vínculo” y “articulación” denotan el trasfondo de un dualismo hombre (sociedad) y tecnologías que no existe en la realidad si se acepta que somos seres tecnológicos, más allá de si tenemos a las tecnologías o ellas nos tienen.  Este problema conceptual heredado de los planteamientos dualistas de la tradición del pensamiento occidental ha sido abordado especialmente desde comienzos del siglo XX sin que haya sido posible resolverlo a pesar de los varios intentos de “superación” del idealismo. El problema del pensamiento está en el lenguaje: no hablamos el lenguaje de las tecnologías por lo que el intento de un pensamiento desde ellas acaba siendo sobre ellas, objetivándolas, externalizándolas. El pensamiento queda preso en la prisión del lenguaje.

Es difícil abordar con un lenguaje filosófico pretecnológico o, en el mejor de los casos analógico, los procesos digitales que están teniendo lugar a gran velocidad en la sociedad de las nuevas tecnologías, como es la inteligencia artificial. Esto se percibe también en el libro en ciertos rastros de planteamientos esencialistas, algunos de los cuales mencionaré más adelante. De todas formas, y más allá de los reparos que se puedan hacer a ciertas formulaciones deudoras del lenguaje tradicional, casi inevitables, Innerarity ha detectado perfectamente el problema y señalado la dirección adecuada cuando apunta que es imposible el planteamiento dualista ya que humanos y máquinas “se relacionan a través de una frontera borrosa” (132). Y, más adelante, la palabra “ambigüedad” tendrá una importancia decisiva a la hora de concretar esas relaciones. No la necesidad de una síntesis dialéctica sino la gestión de esa ambigüedad es lo que guiará los diferentes análisis y propuestas de vínculo y articulación.

Pero, avancemos, vayamos ahora al núcleo de lo que entiende por reflexión….

 

 

 

 


No hay comentarios:

Publicar un comentario