domingo, 10 de febrero de 2013
Eugenio Trías
jueves, 7 de febrero de 2013
lunes, 4 de febrero de 2013
posfascismo desencadenado
Ha pasado mucho tiempo desde Malditos bastardos pero nos es grato comprobar que el camarada actor Christoph Waltz no ha perdido un ápice de esa grasia irónica posmoderna que el Führer le dio. Todavía resuenan en la memoria aquellos brillantes monólogos al términos de los cuales, y fumando aquella disparatada pipa (no puedo contener la risa), mandaba acribillar con mucho arte a los judíos escondidos a sus pies. Y es que, señores míos, los posfascistas somos así...divertidos. Y hasta equilibrados en nuestras travesuras críticas, como en la desternillante escena de las inútiles capuchas del KKK.
Ahora nadie podrá llamarnos racistas ya que en esta versión de The walking dead no se hacen excepciones. Incluso ironizamos sobre el racismo con tiradas antropológicas. Los agudos monólogos del camarada actor se renuevan para deleite del público antes de cada disparo sobre un delincuente o corrupto, eso sí, en nombre de la legalidad. Una idea digna de Goebbels: !posfascistas cazarrecompensas!.
A los queridos pensadores buenistas degustadores de conceptos en imágenes no se les ha pasado por alto la profundidad del sermón de la montaña impartido por el camarada actor. Todo un ejercicio de Bildung de indudable interés para una educación ciudadana. Es admirable la pedagogía con la que vence los escrúpulos morales del negro tío Tom moderno para convertirle en un afroamericano killer Django (la "D" es muda) posmoderno. A partir de esa secuencia Django ya está emancipado y puede permitirse la autoficción.
Con efectos terroríficos. La algo cansina espera por el excesivo metraje bien merece la pena ante el final wagneriano neobarroco de violencia estetizada marca de la casa. Unos cadáveres más, para redondear, no habrían venido mal para mi gusto, aunque compensa sobradamente el gesto de arrobo con el que la recuperada esposa admira la obra destructora del macho. Una frankensteiniana "espantosa progenie" se adivina en el horizonte. La saludamos.
¿Exagero? !Son las imágenes, estúpido!.
Ahora nadie podrá llamarnos racistas ya que en esta versión de The walking dead no se hacen excepciones. Incluso ironizamos sobre el racismo con tiradas antropológicas. Los agudos monólogos del camarada actor se renuevan para deleite del público antes de cada disparo sobre un delincuente o corrupto, eso sí, en nombre de la legalidad. Una idea digna de Goebbels: !posfascistas cazarrecompensas!.
A los queridos pensadores buenistas degustadores de conceptos en imágenes no se les ha pasado por alto la profundidad del sermón de la montaña impartido por el camarada actor. Todo un ejercicio de Bildung de indudable interés para una educación ciudadana. Es admirable la pedagogía con la que vence los escrúpulos morales del negro tío Tom moderno para convertirle en un afroamericano killer Django (la "D" es muda) posmoderno. A partir de esa secuencia Django ya está emancipado y puede permitirse la autoficción.
Con efectos terroríficos. La algo cansina espera por el excesivo metraje bien merece la pena ante el final wagneriano neobarroco de violencia estetizada marca de la casa. Unos cadáveres más, para redondear, no habrían venido mal para mi gusto, aunque compensa sobradamente el gesto de arrobo con el que la recuperada esposa admira la obra destructora del macho. Una frankensteiniana "espantosa progenie" se adivina en el horizonte. La saludamos.
¿Exagero? !Son las imágenes, estúpido!.
domingo, 3 de febrero de 2013
¿qué fue de la ironía?
Irony’s gone from liberating to enslaving. There’s some great essay somewhere that has a line about irony being the song of the prisoner who’s come to love his cage.
(David Foster Wallace)
viernes, 1 de febrero de 2013
biologismo cultural
Economía del conocimiento y biologismo cultural han ido de la mano desde comienzos del siglo XX. Entonces se habló de una antinomia entre cultura y vida y de la necesidad de radicar la cultura en la vida. A comienzos del siglo XXI vemos que se referían en realidad a la vida cultural.
La necesidad primaria de situarse, de hacerse una idea, se traduce en una etiqueta a la que se denomina categoría. Las etiquetas son categorías simples para realidades complejas. La economía del conocimiento no solo se ocupa de los productos culturales que vende el autor sino del autor como producto cultural.
Ya en las sociedades complejas que alumbra el siglo XX se nota la incapacidad de la vieja cultura para hacer frente a las nuevas realidades no culturales. Un ejemplo son los dualismos (alta/baja cultura, masas/élites) y especialmente la dialéctica. Lejos de superar el idealismo es su reencarnación (sociedad emancipada /administrada).
Las sociedades complejas ya no se entienden a través de procesos dialécticos sino de metamorfosis. Kafka es el máximo pensador del siglo XX.
La necesidad primaria de situarse, de hacerse una idea, se traduce en una etiqueta a la que se denomina categoría. Las etiquetas son categorías simples para realidades complejas. La economía del conocimiento no solo se ocupa de los productos culturales que vende el autor sino del autor como producto cultural.
Ya en las sociedades complejas que alumbra el siglo XX se nota la incapacidad de la vieja cultura para hacer frente a las nuevas realidades no culturales. Un ejemplo son los dualismos (alta/baja cultura, masas/élites) y especialmente la dialéctica. Lejos de superar el idealismo es su reencarnación (sociedad emancipada /administrada).
Las sociedades complejas ya no se entienden a través de procesos dialécticos sino de metamorfosis. Kafka es el máximo pensador del siglo XX.
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