miércoles, 22 de octubre de 2025

Juan Antonio Madrid. El sueño del sapiens. Dormir nos hizo humanos (2)



Llego al final del libro y leo: “Quiero pensar que este libro que tienes en tus manos, un pedazo de información analógica, impresa en unas hojas de papel, sea como un pequeño acto de resistencia”. Y me quedo cortado. No sé qué decir. Estoy leyéndolo cómodamente en la edición digital que he comprado y descargado, en un Kobo Stylus de tamaño grande que me ha permitido disfrutar y trabajar sobre él subrayando, anotando, escribiendo ideas en las libretas de que dispone…Unas páginas antes ya me había sentido algo incómodo al no poder compartir su entusiasmo por las degradadas fotografías color sepia y su desesperación por los miles fotografías digitales hechas a lo largo de años y que dice no saber dónde guarda. Por el contrario, la posibilidad de guardarlas en un disco duro ha supuesto, al menos para mí, la ocasión de impedir que el difuminado en el papel por su obsolescencia no propicie también el desvanecimiento del recuerdo. Las fotografías en papel no toleran bien su exposición a la luz natural y agradecen el refugio de la cueva digital.

La predilección por el tono sepia no es casual y ya se avanza en la portada del libro como anticipo de contenidos. Por momentos estos se tiñen de un tono poético de nostalgia de niñez y vidas de ancestros junto a un anhelo esperanzado de un mundo mejor, dentro de lo que cabe. Este consiste, efectivamente, en una serie de micro actos de resistencia en forma de consejos para revertir de alguna manera todo lo que hemos perdido en calidad de sueño y de vida desde la Revolución industrial, ya sea por las jornadas laborales que no respetan el descanso y también por los dispositivos tecnológicos de todo signo que lo dificultan. O, en sus propios términos, lo que está en juego es “el conflicto entre nuestra herencia biológica y el mundo moderno” (p.51 ed. digital).

Este libro es el sueño diurno de un sueño nocturno. Así la dedicatoria: “A quienes sueñan con un mundo mejor y despiertan cada día para intentarlo, aunque sea un poco, aunque parezca imposible, aunque nadie más lo vea”. Ha sido inevitable recordar el libro de Bloch El principio esperanza, escrito frente al “principio angustia” de Heidegger. En él aprendimos algo impensable en el existencialismo de los estados límite y es la unión del sueño diurno y el deseo de una vida mejor. Observa Bloch: “Ahora bien: es que los hombres no solo sueñan durante la noche ni mucho menos. También el día tiene bordes crepusculares, también en él se satisfacen deseos […] Los sueños diurnos proceden todos de la falta de algo, quieren remediarla, son todos siempre sueños de una vida mejor”. Dice Juan Antonio Madrid, “la privación del sueño puede ser más mortal que la falta de alimento” (116) Y reflexiona Bloch: “No hay hombre que viva sin soñar despierto”.

Vamos al análisis más detallado del libro




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