La cantera de Carrara tiene entonces su contrapunto en el monumento para la comunidad en Filadelfia hecho con los recuerdos de su experiencia en Buchenwald. Este campo estaba al lado de Weimar y se ha especulado mucho, se han hecho documentales, sobre la cercanía de la Weimar de Goethe, del clasicismo y romanticismo con la barbarie. Sin embargo, esos vacíos de luz, esos pasadizos en la penumbra son también la posibilidad de escapar a la aniquilación. Pero no bastan. La frase final de la película pone entre paréntesis toda la mística en torno al viaje romántico cuando se trata de la emigración: importa el destino no el viaje.
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