martes, 4 de marzo de 2008

Simón Marchán y la metáfora del cristal



Es un libro excelente, no sólo por el tema tratado sino también, y especialmente, por el buen hacer, que puede servir de modelo. Es una potente reflexión estética en la que se funden (sin confundirse) la literatura y las artes, en particular la arquitectura. Pero también es un viaje y una narración del mismo, desde los textos difíciles, pero necesarios, de Kant, pasando por Schlegel y Novalis, hasta los del expresionismo visionario. Y en el camino imágenes, numerosas y pequeñas imágenes, como las de la Catedral de Cristal de Philip Johnson, hacia donde le encaminó la postal de Antoni Muntadas, a quien va dedicado el libro.Las experiencias estéticas del autor aparecen entretejidas en el texto y documentadas en el pie de las fotos, muchas de ellas debidas a su cámara. Una obra, pues, que trata de la metáfora del cristal, orgánica y geométrica, y que ella misma es el resultado de un proceso de cristalización narrativa.

He aquí el proceso:
"Desde los inicios del relato hasta el presente vengo señalando que, si bien los polos de los desdoblamientos kantianos y modernos no se excluyen, sí predominan alternativamente el principio de la idealidad o el del realismo, las finalidades formales o las objetivo-externas, la belleza o la utilidad, las facetas cubo-expresionistas del cristal o la exactitud cosal y mecánica del vidrio, la estética del doble muro de cristal o la mera piel, y hasta la membrana, la añoranza de la regeneración ética originaria o la ética de la transparencia de la razón técnica" (p.140).

Las imágenes del camino


(C.D. Friedrich. Mar de hielo. 1823-25


(Walter Gropius. A los caídos de marzo. 1922)





(Bruno Taut. La casa de cristal. 1914)


(Mies van der Rohe. La casa Farnsworth. 1947-1951)




(Mies van der Rohe. Proyecto de rascacielos para la Friedrichstrasse. 1919)


(Philip Johnson. The Crystal Cathedral. 1980)



Y en el intermedio


(Braque. El castillo en La Roche-Guyon. 1909)


Nos dice Simón que Bruno Taut se despedía de sus compañeros con un "Saludos de cristal". Lo dicho.

miércoles, 27 de febrero de 2008

Prometeo, el patrón de las nuevas tecnologías



"Mira hacia abajo, Zeus,


a mi mundo: !vive!


lo he formado a mi imagen,

una raza, que sea igual a mí,


en padecer, llorar, gozar y alegrarse,


y en no honrarte


!como yo!".

(Goethe. Prometheus. Fragmento dramático)



Pandora, abriendo la caja de las metáforas digitales. En el fondo queda revoloteando la esperanza. Es su regalo. ¿Será también digitalizada?.

lunes, 25 de febrero de 2008

Flaubert, siempre Flaubert

"La palabra humana es como un caldero cascado en el que tocamos melodías para hacer bailar a los osos, cuando quisiéramos conmover a las estrellas".

domingo, 17 de febrero de 2008

Las náuseas de Murakami

Estaba leyendo la colección de relatos de Murakami Sauce ciego, mujer dormida y, de pronto, me sobrevinieron las náuseas. Así, sin venir a cuento, y no creo que fuera por la lectura del relato “Náusea, 1979”, ni por la abundancia de vómitos que le provoca a uno de los personajes de “Cangrejo” la sobredosis de la mencionada carne. Aunque sí que “empezó a darme la impresión de que tenía algo invisible plantado a mis espaldas que espiaba todos mis movimientos y que aguardaba el momento propicio para telefonearme y meterme el dedo hasta la boca del estómago”. Y que ese individuo se parecía a Murakami. De pronto empecé a tener náuseas de la Náusea. Así, de buenas a primeras, como un Antoine Roquentin cualquiera, sólo que en vez del castaño sartreano ahora se trataba de un libro.

La cosa fue a peor con “Los gatos antropófagos”: “¿Y dónde está mi auténtico yo?, pensé. “Tu yo real ha sido devorado por los gatos”, me susurró la voz de Izumi desde alguna parte”. Y nuevamente la imagen promocional de Murakami se transformaba en la de un gato jovial y sonriente, pero no por ello menos inquietante.

En esto volví sobre mis primeros post dedicados a sus novelas. Y cavilando sobre ello, me pareció que la clave del atractivo de Murakami para los occidentales, y especialmente para los europeos, estaba en otro cuento, "El hombrecillo jorobado", de Benjamin.

Es la figura de una presencia que provoca ausencias, ausencias del yo. Y todo un síntoma: a los occidentales, desde el romanticismo, les encanta que les roben el yo, sienten náuseas de él, como animales bien cebados de cultura. Por eso he sentido náuseas de la Náusea, náuseas del culto al vacío, náuseas de la autoflagelación sin fin de ése Yo europeo que no encuentra su identidad , y tampoco sabe cómo demonios va ser capaz de construir algo sin ella.

viernes, 15 de febrero de 2008

El arte de ARCO no es el arco del Arte

Hace tiempo que no me indigno al visitar ARCO, ni tampoco voy a ARCO para indignarme.

Se nos ha advertido que es sólo una feria, un mercado de arte, y que no se debe esperar otra cosa.

Ya, pero, al menos, deberían vender arte, se replica.

Cierto, pero es que hoy día, como todo, el mercado del Arte no es sino el arte del mercado.

Que consiste en asociar un valor añadido al producto. En este caso, que se vende algo más que arte.

Lo decía ayer el nuevo director del Reina Sofía: nos abre un mundo, nos ayuda a ver con otros ojos el mundo...

- Metafísico estáis - Es que no como.
Diálogo entre Babieca y Rocinante (El Quijote)

Nuestro problema es que - parafraseando a Paul Valéry- no logramos calmar la sed leyendo la etiqueta de una botella.

jueves, 14 de febrero de 2008

Las casas del arte









La imagen digital es el ADN de las cosas, nos muestra su DNI, tiene el aura de los últimos readymades (Para amantes de Benjamin).

sábado, 9 de febrero de 2008

Yo adoro al absoluto, y el absoluto (no) me adora a mí.



El límite de la razón es lo infinito, lo absoluto. Pero la estética es capaz de presentar lo impresentable, de hacer visible la totalidad en una parte. Y lo hace tomando de la religión el modelo: la encarnación del dios, el Verbo que se hace carne, se hace visible en todos y para todos. La publicidad es la nueva religión laica asociada a momentos especiales para los que hay siempre un producto especial, la presencia tangible de lo intangible. La globalización económica de los productos es la versión romántica del Uno y Todo: uno encuentra lo mismo en todas partes ofertado como producto único para los seres únicos que somos todos. Uno no es nadie si no lo compra, pero el producto no es nada si no es comprado.


El reto estético es mayor cuando se intenta presentar mediante imágenes visuales y sonoras aquello que sólo es accesible a través de imágenes olfativas. Ya no se trata, como en el resto de los anuncios, de mostrar algo sino de sugerirlo, por lo que tiene especial importancia el envoltorio. Lo llamativo es que en estos anuncios el protagonista no es el perfume, sino lo asociado al perfume: lo que no se huele. Y aquí se encuentran sinestesias, correspondencias insospechadas, donde se revela que el romanticismo es a la vez el lado luminoso y oscuro del alma. El anuncio es una sinestesia, pues se trata de suscitar a través de una imagen visual y sonora lo que sólo es objeto (¿o no?) de una imagen olfativa. Pero lo común de todas estas imágenes es que se trata de imágenes simbólicas: remiten a otra cosa. El perfume es la venta de un cuerpo, de un envoltorio, ya sea natural o artificial. Es la belleza de la piel, del envoltorio, que sugiere la pasión y todo tipo de armonías.


Es el caso del anuncio de Dior con el título de j´adore l´absolu y con Charlize Theron de modelo. Ha sido distribuido en varios soportes, de papel, televisión, video, internet….el mensaje es el mismo, pero los medios utilizados llevan a variantes significativas e incluso a la posibilidad de llegar a su lado oscuro. La palabra “adoro” establece el puente entre lo sagrado y el objeto de consumo. Funda una relación mística de tintes eróticos con el absoluto basada en la promesa de posesión, en el doble sentido de poseer siendo poseído. Conviene atender a ello. La posesión del objeto se mezcla (más bien, es a través de…) con la posesión de la intermediaria. En el vídeo todavía resulta más claro cuando la actriz a paso rápido de modelo atraviesa las puertas abiertas de unas salas escuetamente decoradas, despojándose de las joyas, desnudándose, para ir al encuentro de la redoma de perfume que se yergue, cual símbolo fálico, al final del vídeo en un plano único y solitario. Es el vídeo del despojamiento: una ascesis sensual invertida. Lo llamativo es que en otros anuncios aparece la leyenda de “El absoluto femenino”. Una idea abstracta, un ideal, la posesión del absoluto, tiene como protagonista a una mujer, irresistible para los hombres, aunque el perfume sea para ellas. Es el absoluto femenino para lo masculino, como la literatura romántica era consumida especialmente por mujeres, ocasionalmente protagonistas, pero no finalistas, destinatarias últimas.


El anuncio lo es de una “buena nueva”, de la encarnación del absoluto: “la nueva agua de perfume absoluta”, el absoluto se hace carne. El anuncio en papel es el tiempo detenido del vídeo, el acto de desprenderse de una joya y despojarse del vestido. Quien lo hace es un ángel femenino presentado con el glamour de la época dorada de Hollywood. A quien se ofrece es a un espectador consumido ofreciendo el producto de consumo: labios entreabiertos, ojos semicerrados, cabeza ladeada. Belleza carnal en tono rojizo de tentación y seducción, con una estética vieja para un producto nuevo con una actriz joven.




El éxtasis visual se alcanza en el segundo vídeo. La modelo aparece ataviada con un vestido (más bien una sábana) dorado hecho para la ocasión por John Galliano. En este caso las imágenes sonoras son decisivas: se trata de la canción "Don't let me be misunderstood" cantada por Nina Simone para quien fuera escrita en 1964. El conjunto visual y sonoro es la oración new age de un alma bella. Es un remedo de lo que Schiller entendía por “gracia”, es decir, la “belleza en movimiento”, en este caso de los miembros del cuerpo acostado de Charlize Theron: armonía en los pliegues del vestido, cabellera, una visión de ensueño. La letra es la propia de un alma bella que pide a dios que la gente no le malinterprete pues sólo es un ser humano, con oscilaciones sí, con buenos y malos días, pero sobre todo, y es lo que cuenta, un “alma con buenas intenciones”. La plegaria al Señor de que no la malinterpreten es toda una petición roussoaniana de benevolencia ante quien se confiesa tal como es. La intérprete subraya muy bien esos momentos ascendentes de alegría despreocupada y los bajos de tristeza con motivo.




Pero la sinestesia se amplía con la imagen sonora, y nos lleva al lado oscuro. Pues la misma canción, en versión de Santa Esmeralda (1977), es una de las partes de la banda sonora de la película de Quentin Tarantino Kill Bill (2003). Se trata de una versión de rock aflamencado, a ratos pachanguera en el rasgueo de las guitarras, y con un punto de kitsch en el vídeo que muestra el look macarra, habitual en los 70., del intérprete Leroy Gomez y los movimientos desangelados de las inefables bailarinas. Magnífico contrapunto humorístico de una película de violencia estetizada, con asesinas de nombre de serpiente y que trata de la venganza de la más letal de todas ellas, impregnada de no se sabe qué buenas intenciones.

domingo, 3 de febrero de 2008

Cambios en la cultura de las nuevas tecnologías

Ha comenzado la zona de debate en el CITA.

Con el siguiente texto:

Cambios en la cultura de las nuevas tecnologías

La cultura de las nuevas tecnologías está cambiando. En varios sentidos. Están primero, y como es natural, los cambios que vienen dados por la rapidez con que aparecen nuevos aparatos en el mercado, y que obligan a un reciclaje continuo y acelerado de los simples usuarios y también de los expertos. Hasta cierto punto, somos un tanto pasivos y nos sobrepasa este avance sin parar de las tecnologías. El aprendizaje no acaba nunca. Se trata de los cambios referidos al uso de las tecnologías.

En segundo lugar, parece que está cambiando la mentalidad respecto a ellas. En concreto, respecto a toda una serie de tópicos, que se han venido repitiendo desde finales del siglo pasado. Por ejemplo, el situarlas en una dimensión virtual distinta de la real, que sería la de la vida diaria. Ya se están dejando de usar categorías de ciencia ficción como la de “ciberespacio”, no se toma muy en serio el que seamos “ciborgs”, y el fracaso económico de Second Life permite dudar de que haya otra “segunda vida” distinta de esta. Si hablamos todavía de lo virtual es ya en la idea de que potencia lo real y no lo sustituye ni lo aniquila. En definitiva, que estamos empezando a pensar ya en tecnologías para gente corriente y formando parte de su vida cotidiana.

En tercer lugar, y como consecuencia de lo anterior, ya no nos basta con ser usuarios, más o menos pasivos, de las tecnologías, sino que como ciudadanos queremos reflexionar sobre cómo se usan y para qué se usan. Más aún, queremos decidir sobre el diseño social de las mismas. De esta forma las TIC (tecnologías de la información y de la comunicación) han ido evolucionado hacia la SIC (sociedad de la información y el conocimiento). En la que es decisivo el conocimiento libre logrado a través de la participación ciudadana que lo genera y difunde.

No es cierto, pues, que la cultura de las nuevas tecnologías esté en manos de la llamada “Generación YO”, narcisista e individualista. Los que antes se consideraban como espacios del “autismo interactivo” son ahora espléndidas redes sociales. Este es, quizá, un aspecto que debería tener en cuenta la educación para la ciudadanía en la sociedad de las nuevas tecnologías. Porque las nuevas tecnologías no son ya el ciberespacio donde huir ensayando alternativas virtuales a la sociedad, sino el lugar
en que plantear nuevas alternativas sociales de participación ciudadana.

lunes, 28 de enero de 2008

La tarea del artista contemporáneo




"La tarea a la que se enfrenta el artista contemporáneo ya no es el rechazo del presente sino la afirmación del futuro"
(Sean Cubitt en el prólogo al libro, titulado "El color del tiempo").

sábado, 19 de enero de 2008

Heidegger y la "Generación YO"



Leo con retraso (y gracias al aviso de Eloy Fernández Porta) un buen reportaje publicado en diciembre pasado en EP3 sobre la "Generación YO". En este contexto es obligada la referencia al libro pionero de Jean Twenge que lleva el mismo título.

Una de las característcas que se destacan repetidamente en los análisis es el individualismo narcisista de los sujetos, encantados de conocerse a sí mismos y, sobre todo, de que les conozcan los demás. Lo único que les importa es su propia imagen, que cuelgan de manera compulsiva en cuantos dispositivos electrónicos se ponen a tiro.

Al leer todo esto, me vino a la mente el análisis realizado por Heidegger en "La época de la imagen del mundo". Sostiene ahí que la Edad Moderna, que llega hasta hoy, es la época del mundo reducido a imagen de un sujeto. En este caso sería el de la "Generación YO".

La tesis y sus derivaciones son atractivas como marca publicitaria, pero me temo que un tanto simplificadoras a nivel teórico. Ya hemos tenido el ejemplo de autores como Debord y Baudrillard convertidos en espectáculo de sí mismos. Por otra parte, el método de las generaciones, si es que útil, debe ser matizado en la sociedad de las nuevas tecnologías, como se puso de manifiesto no hace mucho a propósito de la "generación nocilla".

Me pregunto si el tiempo no acabará colocando también las cosas en su sitio, como lo está haciendo ahora con tópicos de hace diez años. Los espacios de la red que antes parecían coto del "autismo interactivo" son ahora territorio de usos sociales. Y el imaginario tecnorromántico(!qué mal suena con dos erres!)no es exclusivo ni excluyente. Máxime si se tiene en cuenta que fueron ellos, los románticos, quienes también afirmaron que no hay un "yo" sin un "tú".

Y, puestos a hablar de generaciones, ¿no habría que hablar también de la "Generación TÚ?

martes, 15 de enero de 2008

Arte, ciencia y tecnología.



Pau Alsina ha publicado una excelente introducción histórica (con una escueta bibliografía)al tema que da título al libro: arte, ciencia y tecnología. De manera equilibrada, y con buena información, trata la relación del arte con las telecomunicaciones, la informática, la robótica, la biología y las TIC.

No sólo esto, sino que, como señala en el primer capítulo, el libro forma parte de un proyecto más amplio y ambicioso:la configuración de un nuevo humanismo. Así, "el destacado papel de las artes como vehiculadoras de este espacio de comunicación e integración entre la cultura humanística y la cultura científico-tecnológica es la razón por la que, enfrascados en esta tarea de actualizar el ideal de humanismo renacentista, en los próximos capítulos estudiaremos diferentes estudios de caso. Un humanismo que incorpore tanto la cultura artístico-humanista como la cultura científico tecnológica...."(p.21).

Todas mis simpatías respecto a la demanda de un nuevo humanismo, tema en el que yo mismo llevo trabajando durante varios años con el nombre de "humanismo tecnológico". Ahora bien, otro de los méritos del libro es que permite dialogar sobre la orientación del mismo. No veo claro que el nuevo humanismo deba situarse entre dos culturas, incorporarlas, o configurar una nueva. La apelación al humanismo renacentista indica, más bien, que ellos no hacían una distinción entre una cultura de letras y otra de ciencias. No había dos culturas (las divisiones académicas son otra cosa) y la tarea del arte no consistía en mediar entre ellas. Como tampoco ahora. Un nuevo humanismo debe operar sin tener en cuenta ya esas dicotomías obsoletas.

Lo que nos lleva a la perspectiva del nuevo humanismo. Me pregunto si debe ser en la línea de los siguientes capítulos en los que se relata lo que ha sido, y que por ello he calificado de "histórica". Actualmente hay otros enfoques.

¿No habría que revisar, por ejemplo, la decepcionante, por irreal, propuesta de la interactividad, tan publicitada a finales del siglo pasado? E,igualmente, ¿no convendría sustituir el mito tecnorromántico de la creación colectiva por la tarea más modesta y responsable del diseño ciudadano de las tecnologías?

Son sólo algunas de las cuestiones que me suscita la lectura de este libro, tan oportuno como estimulante.

viernes, 4 de enero de 2008

Tecnoromanticismo



“El arte tecnoromántico es un acercamiento crítico al universo tecnológico [...] Mi propósito no consiste en situarme en oposición a la sociedad tecnológica, o a las tecnologías en general sino, más bien, en intentar desarrollar mi calidad humana, en compartir las emociones, dentro del paisaje actual de nuestra sociedad que es informática, virtual, técnica, pero que tiene también otras dimensiones...El arte está basado en un proyecto emocional y filosófico. Este proyecto artístico puede elegir expresarse con útiles tecnológicos o con útiles tradicionales. Pero es cuando se parte de un proyecto artístico, cuando se está en el ámbito del arte y no en el ambito de la ilustración del universo tecnológico”.
(“Sur les ruines de la technologie, en avant pour le Technoromantisme")

Stéphan Barron


domingo, 30 de diciembre de 2007

La capacidad de resistencia del Individuo en la belleza de lo fugaz



"Sin embargo, para mí lo importante sigue siendo el Individuo, el gran Solitario, capaz de resistir en las situaciones difíciles para el espíritu, como la que está llegando y que será una nueva edad de hierro [....] Pero ahora que he superado los cien años no sé si con el tiempo que me queda emprenderé una vez más esa clase de aventuras. De todas maneras sigo viajando por el mundo de la literatura y por ese pequeño cosmos que es mi jardín. A veces, en los días soleados, me entretengo haciendo pompas de jabón que el viento lleva entre las plantas y las flores. Son para mí una imagen simbólica de la fugacidad, de su inasible belleza".

viernes, 28 de diciembre de 2007

De lo mejor sobre cibercultura


He recibido el libro esta mañana (gracias Edgar) y lo he leído de un tirón. No ha contribuido a ello sólo la brevedad (en este caso una virtud) del texto, sino en especial el interés creciente por la narración y la sintonía con los análisis. Conocía su existencia por la excelente reseña de Tíscar (Badeker infalible) en su blog. Está bien escrito y, junto a la información lúcidamente articulada, destacan la claridad y el sentido común de los planteamientos, unos bienes escasos en el ámbito de la cibercultura.
Comparto la valentía en reclamar, junto a otros, un enfoque “académico” del tema. Tu madera de investigador, pero también la sensibilidad, se demuestran cuando vas a la genealogía de los conceptos clave teniendo en cuenta la construcción de los imaginarios tejidos en torno a ellos; al hacernos bajar al suelo de las metáforas cuando algunas veces nos hacen perder el norte, especialmente en los “mercados de futuro”. Lo has realizado de manera ejemplar con las de ciberespacio, comunidad virtual e identidad virtual. Concluyes entreabriendo la tapa de la cuarta “caja negra”, la de la Web 2.0, la caja de los truenos. Sabe a poco, pero lo insinuado promete.

lunes, 24 de diciembre de 2007

¿A quién pertenece la belleza?



“Aquí está tu premio Labiche…algunas de las mejores pinturas del mundo…¿No te excita eso Labiche? Una pintura significa para ti lo mismo que un collar de perlas en un mono…Has ganado por pura suerte. No eres nada, Labiche…un simple pedazo de carne…las pinturas son mías…la belleza pertenece al hombre que la aprecia (pausa) Ahora, en este momento, no puedes decirme por qué has hecho lo que has hecho…”
John Frankenheimer. The train. 1964.

sábado, 22 de diciembre de 2007

La falta de una educación en la imagen

(Para Fram Ramírez,y ya que en tu post citas a Heidegger, que sea el inicio de "un diálogo pensante entre pensadores". Dos imágenes estéticamente muy potentes, y quizá bellas, de dos películas (a mi juicio) inmorales y reaccionarias, fáciles de localizar. La falta de criterio estético, de una educación en la imagen, hace que hasta los filósofos las pongan en las clases como ejemplo de educación ética (¿para la ciudadanía?), con la inestimable ayuda de la apelación a Kant. Sólo oyen los diálogos y no ven las imágenes. He aquí un ejemplo de confusión entre la belleza admirable y la belleza amable).



“Ahora bien, digo: lo bello es el símbolo del bien moral […] Pero como el gusto, en el fondo, es una facultad de juzgar la sensibilización de ideas morales[…] resulta que se ve claramente que la verdadera propedéutica para fundar el gusto es el desarrollo de ideas morales…” (Kant. Crítica del juicio, & 59 y 60).


miércoles, 19 de diciembre de 2007

La cultura visual


“La cultura visual no depende de las imágenes en sí mismas, sino de la tendencia moderna a plasmar en imágenes o visualizar la existencia” (p.23)
“La cultura visual es fruto del encuentro de la modernidad con la vida cotidiana” (p.102).

EL OBJETO QUE MIRA PARA SER MIRADO


August Macke. El negocio de modas. 1913.

EL ENCUENTRO ENTRE DOS MIRADAS



INSTRUCCIONES PARA PINTAR LA GRAN CIUDAD (L. Meidner, 1914)
“Debemos comenzar, finalmente, a pintar el lugar donde hemos nacido, la gran ciudad, a la que amamos con amor infinito. Nuestras manos febriles deberían trazar sobre telas innumerables, grandes como frescos, toda la magnificencia y la extrañeza, toda la monstruosidad y lo dramático de las avenidas, estaciones, fábricas y torres” [...]
Pintemos lo que está cerca de nosotros, nuestro mundo urbano...., las calles tumultuosas, la elegancia de los puentes colgantes de hierro, los gasómetros, que cuelgan entre blancas montañas de nubes, el colorido excitante de los autobuses y de las locomotoras de trenes rápidos, los hilos ondeantes de los teléfonos (¿no son como un canto?), las arlequinadas de las columnas publicitarias y por último la noche..., la noche de la gran ciudad”.


Georg Grosz. Metrópolis, 1916-17

domingo, 16 de diciembre de 2007

Los otros avatares



“Mi propio yo era objeto cruel de un destino caprichoso [...] ¡Yo mismo me desconocía! [...] Soy lo que parezco, y no parezco lo que soy: ¡Para mí mismo soy un enigma indescifrable, y mi yo está escindido!”. E.T.A. Hoffmann. Los elixires del diablo. Trad., de Carmen Bravo-Villasante. José J. De Olañeta, Editor, Palma de Mallorca, 1995, p. 69.

viernes, 14 de diciembre de 2007

jueves, 13 de diciembre de 2007

La casa, el camino, la flor azul



“Amanecía cuando los viajeros traspusieron la puerta de Eisenach, y aquella media luz favorecía el estado en que se encontraba Enrique. Conforme se iba haciendo de día el viajero iba viendo mejor las tierras, nuevas para él, que estaban atravesando; y cuando al llegar a una altura divisó, iluminado por la luz del sol naciente, el paisaje que abandonaba, el joven sintió que entre el turbio remolino de sus pensamientos brotaban, desde lo más íntimo de su ser, antiguas melodías. Se sentía en el umbral de aquellas tierras lejanas que tantas veces, inútilmente, había querido ver, desde las montañas cercanas y de las que él se había hecho un cuadro de extraños colores: estaba a punto de sumergirse en aquel mar azul. Tenía ante él la Flor maravillosa. Miraba hacia Turingia, el país que estaban dejando atrás, con una extraña impresión: le parecía como si, después de largos viajes por los países a los que ahora se dirigía, volviera a su patria; como si su viaje fuera un viaje de regreso”



[…] “-¿Adónde vamos?
-A casa, siempre a casa”.
(Novalis. Enrique de Ofterdingen).


(Jerry Uelsmann)

domingo, 9 de diciembre de 2007

La belleza interior


“- Sí. Es fantástico.-
-Nunca nadie me había dicho eso del interior de mi cuerpo hasta este momento.
-Debería haber concursos de belleza para el interior de los cuerpos. El mejor bazo, los riñones más perfectamente desarrollados. ¿Por qué no tenemos patrones de belleza para todo el cuerpo, por dentro y por fuera?
- Creo que usted los tiene."

Este es un fragmento del diálogo que mantiene uno de los dos ginecólogos (personajes gemelos) con su paciente en la película de Cronenberg, Inseparables. Una rara malformación interna despierta su entusiasmo y, en consonancia, la admirada respuesta de la mujer que, como en Las afinidades electivas de Goethe, acabará interponiéndose fatalmente entre ambos. En la retina quedan las escenas finales en que el fotograma pictórico evoca la composición y la belleza trágica de la Pietà de Miguel Ángel.



En la mitología se habla de los "dioses gemelos", que no podían existir el uno sin el otro. En la película, los gemelos entran en un proceso de autodestrucción al separarse. En el romanticismo negro se quedan fascinados con estas figuras del yo escindido en las dos mitades de sí mismo, la luminosa y la oscura. No sólo hacen imposible la construcción idealista del yo como identidad unitaria, sino que desmienten la afirmación de Don Quijote, que hizo vibrar al primer romanticismo (y también a Unamuno): "yo sé quién soy".

La mirada del médico descubre una belleza interna diferente de la expuesta en el post sobre el libro de Wagensberg. Es la belleza de la anomalía, próxima a la enfermedad, bien distinta del orden y armonía interior, propia de la tradición occidental, y orientada hacia el ideal de la salud. Aquí la apariencia bella no es sino el símbolo o trasunto de la belleza espiritual, de la hermosura del alma, lo verdaderamente real.

Y, sin embargo

Al tomar a lo bello, físico, como símbolo de lo moral, estamos ante una de las mayores falsificaciones de la cultura occidental. La historia de la idea de belleza (pues de idea se trata) es el índice de la hipocresía idealista que subyace a ella. En épocas recientes sirvió para la propaganda política de los totalitarismos y sigue siendo la piedra básica de la publicidad de mercado. La belleza sirve para vender ideas y productos éticos, políticos, religiosos, económicos…

Sabemos todo esto y, sin embargo, como decía Schiller, los ojos reclaman belleza ¿Por qué será?. Quizá porque se ha escrito la historia de la belleza admirable, pero falta todavía la de la belleza amable.

Todo se queda en la superficie, pero hipócritamente no quiere pasar por superficial. Aceptamos la belleza física exterior del cuerpo, pero su belleza interior tiene que ser espiritual, no física. La tradición platónico-cristiana ha privilegiado la palabra sobre la imagen y despreciado el cuerpo, a menos que su envoltura sirva para negar su contenido. Aunque lo apreciemos por fuera, sentimos vergüenza de él por dentro. Máxime cuando llama inoportunamente a la puerta con ruidos involuntarios.

La auténtica desnudez, la que nos averguenza, no parece estar tanto en la exhibición de lo que llamaban las partes pudendas, no en la piel, sino en la carne. La gente abre su interior, pero no abre su cuerpo. Es el miedo más recóndito a nosotros mismos, a las zonas oscuras del yo.

Hay un territorio al que no llegan los ojos, al menos los ojos de la mayoría, y es el del interior del cuerpo. Allí parece reinar otro orden y otra lógica. No lo conocemos y, cuando aparece, lo hace como disfunción y enfermedad que nos la tratan otros.

Algunos avispados se ofrecen a mostrarnos sus secretos y a eso le llaman arte.

martes, 4 de diciembre de 2007

Arquitectura de la soledad luminosa


Lo más noble de la arquitectura, aquello que la entronca con sus orígenes semánticos, es su capacidad para diseñar los espacios habitables de lo humano. Louis Kahn la ha definido como la "meditada creación de espacios", la expresión de lo que el espacio quiere ser como lugar. Es fruto de un pacto entre el arquitecto, las instituciones y los materiales. En eso consiste su "función ética". Los edificios resultan así de la adecuada administración de espacios que expresa la vida de la materia como "luz consumida".

La "nueva arquitectura" de Kahn traduce una Voluntad de Ser que llega a realizarse a través de "tecnologías inspiradas". Y, sin embargo, el hombre sólo parece conseguir habitar los lugares dejando solos a los edificios. Observa Kahn: “Cuando está completo y en funcionamiento, el edificio parece decir: “Escuchad, quiero hablaros de cómo estoy hecho”. Nadie lo oye. Todos están atareados pasando de una estancia a otra” .

Son edificios de tránsito, pero no habitados. Ellos quieren hablar, decir quiénes son y lo que han querido ser. Sólo -concluye Kahn- cuando son una ruina, y no sujetos a servidumbre, nos pueden contar lo que son. Pero entonces ya es demasiado tarde. De momento, siempre queda su luminosa soledad en los lugares perdidos del recuerdo.

sábado, 1 de diciembre de 2007

El gozo intelectual



Suena a chiste, pero es la pura verdad: la lectura de este libro es una verdadera gozada. Si lo hubiera escrito un filósofo quizá fuera más profundo, pero también seguramente más triste. Porque, ¡qué “palizas” son los filósofos!, ¡siempre con su yo a cuestas! Han dejado sin trabajo a Sísifo.

Se ha dicho que la filosofía es una “ciencia triste”. Este libro lo ha escrito un científico alegre, buen conversador, amigo de sus amigos, que derrocha inteligencia por los cuatro costados, con una prosa brillante y ágil, y que –se nota- ha sentido ampliamente aquello de lo que habla. De hecho la mayor parte de los textos son historias y sólo una pequeña está dedicada a la teoría. Y es que, aunque parezca mentira, lo universal sale de lo particular y no al revés.

El gozo intelectual nace del comprender en la reflexión, en la investigación, en la conversación, pero sobre todo, en la belleza. Sospecho que en el caso de Wagensberg tiene su raíz en un sentido estético de la vida, que empieza por la alegría ante lo real, la naturaleza, porque sea así y no de otra manera. Algo muy distinto del estereotipo del científico manipulador. Más que en preguntar, da la impresión de que es un maestro en encontrar.

En la ecuación Ciencia, Arte y Naturaleza el autor parece seguir todo un programa que ya pudimos admirar en su magnífico libro La rebelión de la formas. De alguna manera completa la reflexión de Novalis: “el arte es el cumplido de la naturaleza” (a través de la ciencia). Y es un buen ejemplo de aquello a lo que aspiraba Schiller: que la cultura nos vuelva a reconciliar con la naturaleza a través del arte. Pero, mejor no dar nombres.

Sólo un pequeño reparo de erudito algo picajoso. Al término de la historia que más me ha gustado, “Sobre la conmovedora belleza de los pelos de bruja”, Wagensberg dice: “Creo que Kant estaría de acuerdo en esto: lo bello, cuando además se hace inteligible, se convierte en sublime”. Pues va a ser que no. Dice todo lo contrario. Pero, ¿qué más da? Es lo que debería haber dicho: la belleza es un sentimiento causado por la representación de los objetos que sí nos da un conocimiento de ellos.

La prueba es este libro. No hecho sólo para ser leído sino para mirarlo despacio. Encontramos toda una serie de magníficas fotografías, obra del autor, auténticos pensamientos de los objetos, de ellos, es decir, pensamiento en imágenes. Me quedo con un encabezamiento (c. III, de la segunda parte): “Inteligibilidad y belleza. La inteligibilidad es la belleza externa de las cosas, la belleza es la inteligibilidad interna de las cosas y, ambas, cosa de armonía y ritmo”. Puro Platón en vena.

La fotografía viene a continuación y se titula “Danza”. Sólo por ella merece la pena el libro. No la he escaneado, ni tampoco la comento, adrede, para que salgan corriendo, los que aún no lo han hecho, a comprar el libro.

miércoles, 28 de noviembre de 2007

Algo está cambiando en la sociedad de las nuevas tecnologías


El cambio más importante, y tomo la idea de Rafael Casado, se refiere a que la sociedad civil está empezando a liderar el nuevo diseño social. Lo que contrasta con el pesimismo del siglo anterior, en que se veía como inevitable que el determinismo tecnológico, unido al poder de las Grandes Corporaciones, nos conduciría a una sociedad administrada, es decir, totalitaria.

El actual debate en torno a la blogosfera (Tíscar, Estalella) evidencia unas tensiones muy fructíferas entre los procesos identitarios de individualización y de socialización en la Web 2.0.

Escribe Vicente Luis Mora: “lo que me interesa de estas visiones es que las de los escritores son tan sensatas y profundas como las de los filósofos, lo que implica que algo ha cambiado...”.

La tarea: configurar una sociedad de la información y adquisición de conocimientos, no sólo a través de los datos, sino de la retórica de la imagen y la formación de sentimientos. Las necesidades de lo virtual son las viejas aspiraciones de lo real: salvar las apariencias y dar aliento a los objetos.

sábado, 24 de noviembre de 2007

Doña Soledad Ortega Spottorno


En la retina el poso de unas imágenes propias de La España negra, vistas hace tiempo en un documental. Son de una modesta comitiva despidiendo el féretro en un pequeño pueblo castellano. Alguien pregunta: ¿quién es? Una respuesta: “nadie”. Una apostilla: “Pues eso soy yo: nadie”. Lo dice una mujer menuda, muy bien arreglada, de gesto vivaz, que transmite una energía serena, más allá de la queja amarga. Es doña Soledad Ortega Spottorno, hija de Ortega y Gasset. Son las imágenes de su vida, bien distintas, pero entrelazadas, con las que dedicó a su padre en una publicación memorable.

Doña Soledad no habla sólo de si misma, sino que, explica, en ese “nadie” se encierra lo que han sido las mujeres españolas: sufrieron tanto o más que los hombres, pero sin tener sus derechos. Paradójicamente en el “no era nadie” se encerraba el mejor elogio que se podía hacer de una mujer. Como si la visibilidad póstuma se lograra a costa de una invisibilidad vital. Una mujer, ella, que sólo pudo salir a la palestra cuando, decía, se habían retirado los hombres.

Nació en 1914 y guardaba como un tesoro el recuerdo de una mirada que le transmite su madre, doña Rosa: la de dos personas muy especiales inclinadas sobre su cuna. Acaban de llegar de un acto apoteósico: el discurso sobre “Vieja y nueva política”. Son Pérez de Ayala, el amigo, y su padre, el orador.

El resto no es silencio. Perteneció a una generación, ya casi ida, que representaba a la perfección lo que Ortega denominó como la persona “elegante”, que se elige y se exige, en una especial mezcla de cortesía y generosidad. Continuadora de las “empresas” de su padre, puso en pie la Fundación José Ortega y Gasset. En el despacho de la primera planta, como presidenta y, luego, habiéndose sabido retirar a tiempo, en el más pequeño de la segunda. De ambos salieron los impulsos de las Obras Completas, el día a día de la Revista de Occidente y la atención exquisita a quienes se interesaban por el legado de su padre. Que ya le quiso corresponder en vida con la dedicatoria del que iba a ser su principal libro, el Epílogo, grávida ella de su primer hijo. Escrito ahora el epílogo de su vida, descanse en paz.

sábado, 17 de noviembre de 2007

De las utopías digitales a las utopías limitadas

Adjunto en MATERIALES el guión en PDF de la Conferencia “De las utopías digitales a las utopías limitadas”. Para la I Conferencia Internacional “Ciberciudanía y Derechos digitales. Gobierno Electrónico y Nuevos Derechos Humanos”, organizada por fiap .

jueves, 15 de noviembre de 2007

5. La extranjería. Houellebecq y el nihilismo tecnológico.


¿Quién es Houellebecq?
Responde uno de sus personajes: “una especie de Zaratustra de las clases medias”.
¿Qué es toda su obra?
Un inmenso bostezo seguido de una observación cínica.
De Schopenhauer ha sacado la convicción de que el hombre no merece la pena vivir.
Del romanticismo negro el aburrimiento del propio yo: tener que vivir con un fantasma que se me parece.
¿Qué es lo único que queda?
El paréntesis estético.
La primera fase del mismo es el humor y la ironía.Respondes a la brutalidad del mundo agrediéndole, ganas mucha pasta y encima te llaman humanista. Pero “nunca te devuelve la alegría”.
La segunda fase es la solución biotecnológica.Llegar a ser poshumanos mediante técnicas transhumanistas. De momento, neohumanos y más allá, los Futuros, los seres de silicio.
¿Existe la posibilidad de una isla?
Es la extranjería biotecnológica del neohumano Daniel 25, que ha alcanzado la “inocencia”, la indiferencia perfecta hacia la individualidad, el automatismo feliz de la marioneta de Kleist.
Pero que a la postre se rev(b)ela como una versión avanzada del extranjero de Camus, un producto averiado de la ingeniería genética de Sloterdijk,(son los mejores) con la que cierro este ciclo de entradas.
“Me bañaba durante mucho tiempo, al sol y a la luz de las estrellas, y no notaba nada más que una leve sensación oscura y nutritiva. La felicidad no era un horizonte posible. El mundo nos había traicionado. Mi cuerpo me pertenecía por un breve lapso de tiempo; yo jamás alcanzaría el objetivo asignado. El futuro estaba vacío; era la montaña. Mis sueños estaban poblados de presencias emotivas. Yo era, ya no era. La vida era real”.
Son algunos de los problemas de la vida en tiempo real.

miércoles, 7 de noviembre de 2007

Humanismo tecnológico

Rafael Casado, presidente de fiap, me propone la siguiente "minientrevista" con ocasión del evento "Ciberciudadanía y Derechos humanos. I Conferencia Internacional. Gobierno Electrónico y Nuevos Derechos Humanos".

1.- Vd. sostiene que los hombres “somos seres tecnológicos”. ¿Quiere esto decir que es necesario redefinir el concepto que hasta ahora teníamos del ser humano?

Sí. El hombre occidental ha tenido el aciago destino (fruto de su tradición platónico-cristiana) de verse a sí mismo desde fuera (lo que le gustaría o debería ser) olvidando lo que es. A ello ha contribuido decisivamente la cultura idealista (basada en dualismos como mente-cuerpo, verdad-ficción, real-virtual), que se prolonga en los idealismos digitales. No somos seres digitales, ni transhumanos, ni poshumanos, escasamente cyborgs, sino seres tecnológicos, es decir, humanos, o en camino de serlo.
Las NT son hoy día una oportunidad única, un factor decisivo de humanización, si somos capaces de pasar del “autismo interactivo” a la participación ciudadana.

2.- Habida cuenta de que los avances tecnológicos están diseñados y controlados, al final, por muy pocas manos, y que en su desarrollo priman los intereses económicos, ¿hasta qué punto es viable alguna suerte de humanismo tecnológico?

Todo depende de nosotros. El sujeto no son las tecnologías, sino nosotros mismos. Así que menos discursos sobre “el poder”, “el impacto”, “la democratización”....de las tecnologías, incluso con buenas intenciones, pero que, al fin y al cabo, son discursos de la exterioridad. A diferencia del siglo pasado estamos convencidos de que las tecnologías no cambiarán nuestras vidas, pero sí de que con ellas podemos cambiar nuestras vidas. El humanismo tecnológico sólo es posible si técnicos y pensadores trabajan juntos; si, a pesar de todos los controles, no sólo somos capaces de dar un uso distinto de las tecnologías, sino que creamos tecnologías distintas para los nuevos fines.

3.- “Las nuevas tecnologías están llenas de viejas metáforas”, dice. ¿Se trata de una treta del mercado que recurre a la fascinación de las palabras para evocar imaginarios ancestrales, y con ello hacer valer más sus productos, o de una seria incapacidad del hombre tecnológico para aprehender de verdad la nueva realidad?

Las dos cosas. De alguna manera, vivimos de vendernos y de vender a los demás. En sentido real y metafórico. Las metáforas son extensiones del conocimiento que revelan nuestro poder y nuestra impotencia. Creo que sigue siendo acertado el diagnóstico de que nuestra época se caracteriza por un “arcaísmo cultural y modernismo tecnológico”. No tenemos todavía una cultura de las nuevas tecnologías. Las metáforas son un instrumento de doble filo: podemos ampliar con ellas el conocimiento o pueden inducirnos a llevar una existencia metafórica. Creo que nuestro reto ahora es el de realizar lo virtual y no el de virtualizar lo real.

viernes, 2 de noviembre de 2007

EL GRAN HERMANO POSMODERNO


Las distopías del pasado siglo nos advirtieron sobre las formas modernas del poder ejercido de modo totalitario. Pero también lo hicieron, y suele pasarse por alto, sobre sus manifestaciones posmodernas. Las primeras se referían a su presente inmediato, las segundas al futuro que ya estamos viviendo. Ambas conviven ahora sin demasiados problemas.
Antes era más fácil reconocerlo en la palabra y los símbolos: su fuerza y agresividad invadían la existencia y nada escapaba a la atenta mirada que nos protegía de nosotros mismos. El Estado, ese gran Leviatán, empezó a mostrarse con rostro humano, un rostro hecho de todos, de los políticos, de los filósofos, una cabeza que reunía todas las cabezas, como la dibujara premonitoriamente Kubin. El poder iba de frente y la resistencia también.

Pero las estrategias del poder cambian, no así la finalidad de su ejercicio, y el GRAN HERMANO no quiere ya ser temido, sino amado. Lo sublime posmoderno ha mutado el antiguo terror en algo atractivo y delicioso. La grosera propaganda es ahora amable publicidad que lo invade todo, sin necesidad de guerras coloniales al viejo estilo. El poder es dialogante, se muestra cercano, hasta un poco débil y se deja querer. Está un poco apesadumbrado por la creciente desafección del ciudadano respecto a lo político, pero eso es un acicate más en el desempeño de su sacrificada misión.
Hay más libertad de expresión que nunca, y reconoce hasta los derechos humanos de cuarta generación, promueve las nuevas tecnologías para que todos digan algo y así pocos tengan algo que decir. Apoya al arte contemporáneo, que no molesta a casi nadie, y es un buen ejemplo de la clonación cultural de las diferencias. Y entonces, se pregunta el GRAN HERMANO, ¿para qué la clonación física, si ya tenemos la clonación cultural?