sábado, 31 de agosto de 2019
sábado, 17 de agosto de 2019
domingo, 4 de agosto de 2019
No habrá otra guerra civil
Ha muerto Roberto Bodegas el
inventor, según José Sacristán, de la llamada “tercera vía” del cine español. Esa
que Wikipedia describe como la que “hace un cine socialmente comprometido pero
que fuera comercial” y que tiene como uno de sus temas recurrentes la
indagación sobre la naturaleza y el porvenir de los llamados “nuevos españoles”.
Estos responden al diagnóstico que hace el psiquiatra en Vida conyugal sana: “una neurosis con cambio alternante de la
personalidad”. Este tipo de cine, entre el de “caspa y ensayo” y el político, aporta una información que no ha sido tenida suficientemente en
cuenta a la hora de estudiar el fenómeno denominado la Transición.
La épica de la Transición es
una épica de anuncio de reconciliación, encuentro, acuerdo, en la que se ahorra
la violencia del día a día pero que es el fondo mate inexcusable sobre el que
resalta el colorido de lo otro. La clase media, en torno a la treintena, de lo
que se denominó “los nuevos españoles” es una generación que ha trabajado mucho
antes y que, por primera vez, se aburre, el cambio no llega, no llegará, no era
eso, entra en crisis, necesita emociones para sobrevivir. Será la generación en
los ochenta de las segundas aventuras, segundo coche, segunda residencia,
segunda mujer, segundo trabajo, segunda opción política…y siempre sintiendo, al
menos de cara a fuera, lástima de sí mismos. Son, ante todo, víctimas, un tanto
aprovechadas, todo hay que decirlo. Lo importante es si cuela o no el relato. Con un certero título Fernando Colomo
describió en 1982 esta situación permanente: Estoy en crisis.
Lo que define a una clase
social en la época del desarrollismo franquista y los populismos post 15M es la
secuencia de la preocupación por el dinero: si le preocupa día a día es de
clase baja, si no le preocupa a fin de mes es de clase media, y si no sabe de
qué estamos hablando es de clase alta. Las clases medias son “los nuevos
españoles” de la Transición y quienes la revisan (re) estableciendo los
imaginarios estéticos de la transición, del “relato”, es la izquierda
sentimental. Ahora, como entonces, hay momentos de crispación máxima en que amenaza
romperse todo. Pero no contaban con la sabia previsión de Su Excelencia:
“Él me dijo:
― “Lo que realmente interesa a su presidente es lo que
acontecerá en España después de mi muerte, ¿no?”. Le contesté:
― “Mi general. Sí”
― “Siéntese, se lo voy a decir: yo he creado ciertas
instituciones, nadie piensa que funcionarán. Están equivocados: el
Príncipe será Rey, porque no hay alternativa. España irá lejos en el camino que
desean ustedes, los ingleses, y los franceses: democracia, pornografía, droga y
qué sé yo. Habrá grandes locuras, pero ninguna de ellas será fatal para España”
Yo le dije:
― “Pero mi general, ¿cómo puede usted estar seguro?”
― “Porque yo voy a dejar algo que no encontré al asumir
el gobierno de este país hace cuarenta años” Yo pensé que iba a decir “las
Fuerzas Armadas”, pero él dijo:
― “La clase media española.
Diga a su presidente que confíe en el buen sentido del pueblo español. No habrá
otra guerra civil.”
Dicho esto, se levantó, me dio la mano y ya había
terminado la entrevista”.
(Vernon Walters. “Nixon me envió a
hablar con Franco sobre su muerte”. ABC,
Martes, 15-08-2000)
sábado, 3 de agosto de 2019
miércoles, 31 de julio de 2019
el ocaso de los abajo firmantes
Los
abajo firmantes son un meme que se replica desde la resistencia al franquismo,
los avatares de la Transición, la azarosa democracia hasta el sindiós actual.
Los abajo firmantes conminan al presidente del gobierno a que ni se le ocurra
pactar con Podemos mientras que otros abajo firmantes le apremian para que se
deje de mandangas y lo haga, pero ya. Unos y otros argumentan con ideas y
principios sin desdeñar la oportunidad del momento histórico. Lo cierto es que
la cosa es mucho más seria: se trata lisa y llanamente de poder, antes llamado
servicio público y ahora sillones. El posfascismo posmoderno en el que estamos
instalados muestra sus dientes y se deja de remilgos cuando se llega al límite de
conquistarlo o defenderlo tal como lo hacía el fascismo clásico. Las llamadas
gentes de la cultura y el espectáculo (¿No son lo mismo?) habituales abajo
firmantes se sienten todavía obligados a ejercer ese papel de mediadores
ilustrados que les atribuía Kant en supuesta representación de un pueblo sin
voz. Claro que antes no había redes sociales gritonas ni se podía montar una consulta a
las bases en unas horas para que avalaran lo decidido por el líder único. Son
los beneficios telemáticos de la democracia directa. Con ella no hacen falta
los intermediarios y certifica el ocaso de los abajo firmantes que solo se
representan a sí mismos y, a veces, ni eso.
Las NNTT
han acabado con el intelectual clásico y dado paso al influencer; la tribuna de
papel a la tertulia audiovisual; la idea a la ocurrencia; los hechos al relato.
Lo importante es ganar el relato, es decir, presentarse como víctima de la
maldad del otro, de su ansia de poder y de sillones. A Pablo Iglesias se le ha
debido quedar cara de Urdangarin cuando este recriminado por su augusto suegro
(él por Sánchez) debido a su falta de ejemplaridad contestaba que es lo que
hacen todos. Eso es ejemplaridad, seguir y dar ejemplo. Un español bien nacido
es un español ontológicamente indignado al que la vida, la administración, los
vecinos y el Estado en cualquiera de sus manifestaciones hará una o muchas
faenas a lo largo de su vida, especialmente a través de la agencia tributaria y
que, en cuanto puede, se lo cobra. Sin remordimientos, porque se le debe todo,
sin matices. La herencia del fascismo en el posfascismo posmoderno de la
democracia española es la ausencia del sentido de lo público, no la confusión
de lo privado y lo público, como se dice. Desde esta ausencia del sentido de lo
público se explica mejor el caos político en el que todos los partidos se
apresuran a construir el relato de que ellos no han sido, pero todos quieren su
parte. Todos son las víctimas de un combate de egos. Pobres…de nosotros.
jueves, 25 de julio de 2019
Hauer
Se le recuerda por la originalidad del monólogo imitado sin pausa y se olvida el humilde carraspeo antes del like que marca la cesura entre la intensidad del corto tiempo vivido y lo breve de la muerte prevista. El carraspeo es el ritmo de la imagen que se escapa a la cita.
martes, 23 de julio de 2019
sábado, 20 de julio de 2019
jueves, 18 de julio de 2019
martes, 16 de julio de 2019
miércoles, 10 de julio de 2019
sábado, 29 de junio de 2019
martes, 25 de junio de 2019
domingo, 23 de junio de 2019
jueves, 20 de junio de 2019
viernes, 14 de junio de 2019
¿Es la filosofía el alzheimer del pensamiento? 2
El esquema se repite: la filosofía hace su oferta de salvación demonizando el presente, predicando el Apocalipsis si no se acepta. Todo de manera desinteresada. De ahí la belleza de su mensaje. Si no se mirara la fecha de esas declaraciones al periódico más carca en materia de nuevas tecnologías uno podría estar pensando en un texto de los años ochenta, de cuando el joven catedrático de filosofía de la Universidad de Bonn, Markus Gabriel, era todavía un tierno infante. Destilan el rancio aroma de la distopía para gente acomodada, situada, las añejas provocaciones de Burroughs asimilando drogas y tecnologías, con mejor provecho, los ambiguos universos Matrix que tanto le ponen a Zizek, la desesperación benjaminiana de Finkielkraut pidiendo "hacer descarrilar internet". Da un paso más en el terrorismo intelectual de Baudillard y Virilio criminalizando a las redes sociales y sus proveedores. Sin matices, para que cale el mensaje, para eso está la jerga de la autenticidad. Al menos ya no utiliza las antiguas palabras en desuso de ciberespacio y cyborg.
No estamos ante la justa denuncia informada de un ataque al pensamiento sino de la oportunista confesión involuntaria de la impotencia de la filosofía para pensar el mundo en que viven el resto de los seres humanos. Sus conceptos ya no valen para pensar un mundo del que no salieron. Tan solo para realizar parches (neos) de mantenimiento. El neocon llamado "nuevo realismo" no es sino la crítica a El show de Truman en el mismo plató en que se filma, el sueño de verano de un posmodernismo reconvertido por exigencias generacionales y de negocio. Primero se pagan los duros y costosos peajes académicos a los pares para llegar y situarse y luego uno se puede permitir el "odio a la profesión" para destacar mediáticamente en una crítica a aquello de lo que se sirve también ahora para medrar impunemente: internet, las redes sociales. Una falta de ética, de responsabilidad, que permite hacer lo que se prohibe al resto de los mortales: acusar a los demás de graves delitos sin consecuencias legales. Viven en una realidad paralela, enfrascados en la crisis de (su) la representación, y hasta es posible que sus alumnos puedan disfrutar de su presencia virtual entre congreso y congreso.
A este paso, con estos irresponsables, nos van a tener que enseñar ética nuestras madres robot
Seguirá
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