miércoles, 28 de mayo de 2025

domingo, 18 de mayo de 2025

El eternauta

 


Espléndida serie argentina. Y, lo más importante, una distopía latina sin tecnorromanticismo, de carácter ciudadano, que la diferencia de las posfascistas posmodernas con "elegidos" tipo Matrix. No hacen falta efectos especiales, basta con el gran acierto del ritmo, de guión y corporal. Trata, cómo no, de supervivencia y de las reacciones de la gente corriente ante una situación extrema sobrevenida, como La Peste de Camus, el Ensayo sobre la ceguera de Saramago o La razón del mal de Rafael Argullol.

viernes, 16 de mayo de 2025

domingo, 4 de mayo de 2025

martes, 22 de abril de 2025

miércoles, 16 de abril de 2025

miércoles, 9 de abril de 2025

Lo que dice de la estética un neurocientífico

 "La estética es el tema y área de investigación clave para comprender mejor las sociedades contemporáneas".

Vittorio Gallese en : "The Aesthetic World in the Digital Era. A Call to Arms for Experimental Aesthetics".

jueves, 3 de abril de 2025

La metamorfosis de los pájaros

 













Bodegones del recuerdo, imágenes de paso, árbol de la madre, plantón que hace de vela firme en el mar de la memoria poética, las metamorfosis de la mirada a vista de pájaro, micrologías icónicas.

lunes, 31 de marzo de 2025

Un Herzog menos conocido

 









Siempre a la búsqueda de personajes poco comunes le interesa llegar al quién a través de lo que ha hecho. Le interesa comprender más que juzgar, y en este caso se advierte la fascinación distante por un telepredicador que es un fraude auténtico, no al revés. Suele haber un elemento común cuando se trata de casos de creación de imagen: dicen querer todo lo contrario de lo que son. Más aún, como buenas víctimas que ansían hacerse perdonar el éxito que buscan por todos los medios repiten una y otra vez que necesitan un descanso de sí mismos. Más todavía, oficiando como filósofo posmoderno y precartesiano, ni siquiera puede demostrar que existe: la insoportable levedad de ser de un estajanovista de la telepredicación lucrativa. El propio Herzog, con su cálida voz, hace de intérprete mientras el sujeto va contando el dinero que llega. Mira y escucha su arranque de cólera porque no acaban de llegar los mil dólares que faltan para completar la recaudación prevista.

Los documentales de Herzog son una mezcla de curiosidad, respeto e ironía. Esto último lo pone siempre la imagen discordante que rebaja la sublimación: el pingüino suicida, la gallina bailadora, el caimán albino después de la excusión metafísica en las cuevas, las bandadas de monos en la balsa y ahora esa imagen del mono chocando los platillos y enseñando el trasero. Dialoga con la gestualidad simiesca del cantante que advierte del final que les espera a los que no comparten su dinero. Ya lo dice el título: Fe y moneda



miércoles, 26 de marzo de 2025

sábado, 22 de marzo de 2025

Manuel Vilas. Dos tardes con Franz Kafka


 



Pocas veces un libro tan breve dice tanto. Vilas en dos tardes ha logrado, no condensar los tópicos sobre Kafka, sino demolerlos: “A mí me deprimen los lectores de Kafka que solo han leído La metamorfosis. Lo único que pido es no tener que hablar con ellos. Que se vayan. Que no me hablen. Que mucho mejor hablen con otros que hayan hecho lo mismo: leer y alabar y deslumbrarse ante La metamorfosis. Qué dolor de cabeza”. Y ofrece una guía de lectura alternativa. No es una exégesis sino un “canto de amor”; no ofrece un Kafka alegórico y simbólico (totalitarismos, burocracias) sino “realista”, que escribe sobre lo que ve, no sobre lo que hay debajo de lo que ve, no es surrealista, es realista y, por ello, “inoxidable”. Este elemento de visualidad sobre la ficción sería decisivo para calibrar su vigencia, frente a otros autores consagrados, no ya ahora, asegura Vilas, sino para los siglos venideros.

Y, ¿qué ve Kafka?: “Kafka piensa que somos expedientes acumulados en algún sótano de la Administración. Las democracias actuales te dicen que no, que en absoluto eres un expediente, eres un ser humano libre y con cincuenta millones de derechos. En tu mano está a quién creer”. Él, por eso, no a pesar de ello, presenta un Kafka “humorista”. Más aún, el texto de Vilas destila “alegría” por el encuentro con ese “Demonio” que ha descrito una realidad maligna sin intenciones moralizantes: “Kafka no cree en la labor social de la literatura” ¿Solo él? ¿De quién está hablando, en realidad, Vilas? Más escándalo. Cita a Brod, quien asegura que Kafka tenía que interrumpir por la risa su lectura a los amigos de El proceso. No me extraña. Me recuerda la desconcertante confesión de Thomas Bernhardt que afirmaba, literalmente, partirse de risa escribiendo sus novelas de trastorno, para desesperación de sus enemigos que insistían en que se suicidara de una vez por todas y dejara de amargar la vida a la gente. Se oye la risa de Cervantes y Kundera al fondo.

Bajo la forma de entradas de un particular diccionario kafkiano Vilas hace aquí (también en su libro anterior) una literatura de ardilla, saltando de idea en idea, de imagen en imagen, de paradoja en paradoja, siempre excesivo a fuerza de contenerse. Pero no puede evitar emparejar a Kafka con Elvis. Una literatura intensamente corporal, deslumbrante, asombra la cantidad de energía que consume en cada movimiento llamado palabra. En esa secuencia corporal confiesa que Kafka es para él una “droga” que le impide situarse como admirador de feria de libro que “disfruta” su obra, reconociéndose, más bien como “enamorado”, es decir, de una fidelidad incondicional que solo entienden los kafkianos, no los kafkólogos. Y ahí, en esa devoción, es donde Vilas a veces se desborda, no haciendo literatura política, pero mandando recados: “El filósofo nazi Heidegger odiaba a Kafka, porque Kafka fue bondad y él, Heidegger, un tipo que aplaudía a los asesinos. Ya ves tú de qué sirve la cultura en manos de los cobardes”. Un Kafka no apto para Facultades de Filosofía.

Y, sin embargo, Vilas ofrece la clave de Kafka en términos de trascendencia, con lo “sobrenatural”  empapando su obra, por muy vago que resulte el término. La ardilla parece un poco más cansada en las últimas entradas del diccionario y vuelve al árbol, siempre al mismo árbol, a ese “milímetro prodigioso” que se llama Vilas. Han sido “dos tardes” inolvidables con Kafka. Un gran acierto de Alianza Editorial esta colección cuyo título, dicen, viene inspirado por un antiguo presidente del gobierno español, un auténtico zascandil de la política, esto lo añado yo, que al menos ha servido para algo útil. La brevedad del texto, el corto espacio de tiempo apuntado en el título no debe confundir con lanzamientos editoriales del estilo “todo lo que usted debería saber en…” sino como sugerencias de lecturas “Para leer a…”. Y, en cuanto al “exceso” Vilas, me permito la pedantería sacada de un proverbio de un infierno que no desmerece del kafkiano, del de Blake: “El camino del exceso conduce al palacio de la sabiduría”.



jueves, 20 de marzo de 2025

El romántico 2

 



“Como Paolo y Francesca, los amantes del poema de Dante, se dijo. Se habían amado con pasión, pero habían sido condenados a no volver a ser amantes nunca más, dando vueltas para toda la eternidad en los vientos del averno, cerca pero nunca juntos de nuevo, atrapados en su círculo del infierno romántico…”

Cierto, pero también que se trata de los amores imposibles (no exactamente) de un pícaro y de una pragmática, de Cashel y Raphaella. El uno convierte a su amor verdadero en algo inalcanzable, que da sentido a una vida de tumbos por Londres, Paris o Boston. Se queja de no haberlo conseguido, pero, al mismo tiempo, le entra la duda de qué hubiera pasado de haberlo logrado, el temible día después en La educación sentimental de Flaubert, cuando ella viene finalmente a ofrecerse a Federico. Baudelaire le decía al lector: “Tú conoces, lector, a ese monstruo delicado, ¡hipócrita lector -mi semejante- mi hermano!” […] ¡es el Aburrimiento!”. Cashel reflexiona: “…y se le ocurrió que, tal vez, para una persona como él, una persona de su carácter, sus sentimientos por alguien inalcanzable eran más poderosos que sus sentimientos por alguien a su disposición”. La, no menos apasionada, pero juiciosa Raphaella se lo explica: “Tal vez, si te hubieras quedado en Rávena, no habrías tenido una vida tan plena, tan intensa. —¿A qué te refieres? —Me refiero a que debemos aceptar las vidas que nos ha tocado vivir, no imaginar las que podríamos haber vivido.”


Lo llamativo de esta novela es que se mueve entre los puntos de vista de ambos personajes, no exclusivamente del “héroe” masculino como en las tradicionales. Es ella la que posibilita el título de la novela. Y pone en valor la contraposición entre el impulso y las circunstancias como ingredientes de una vida plena que el protagonista acaba reconociendo al final. No una vida al límite, como en el tópico romántico, sino en el límite, lo que ha sido posible, pero sobre todo, lo que puede ser. Las circunstancias no son simplemente un impedimento sino aquello que le ha permitido realizarse, los enemigos, pero también la amistad; sufriendo cárcel, pero también disfrutando de rentas que le han permitido flotar en esos vaivenes, a medias entre el destino y la propia ineptitud. Como un globo que se eleva y es arrastrado por el viento a no se sabe dónde, diluyéndose en la circunstancia, en su tiempo. De este modo, llega a la reconciliación consigo mismo y, sobre todo, con su siglo, el nuevo tipo de romanticismo que se abre, más allá de la nostalgia y el anhelo, el de lo por venir, más que del porvenir. Ya no es solo el romanticismo de los sujetos sino de los objetos: “Estaba entrando en un mundo nuevo, en una nueva fase de su vida. Se alegraba de haber vivido lo suficiente para haber llegado a conocer los ascensores, el telégrafo, la calefacción por agua caliente y el retrete que se llevaba la porquería a alcantarillas lejanas. Lamentaría habérselo perdido”.

 


lunes, 17 de marzo de 2025

Un buen consejo


 


Es lo único bueno de esta insufrible macedonia de actores consagrados con pretensiones de nouvelle vague surrealista. 

sábado, 15 de marzo de 2025

El romántico 1


 



En las novelas de William Boyd encontramos un esquema repetido: individuo se enamora de una mujer, es correspondido, la pifia a medias como obra del destino y su propia necedad, y se pasa la novela intentando enmendar el entuerto. Acción, muchos viajes, conocemos, no solo las reacciones del individuo, sino el carácter de las gentes y el variopinto mundo alrededor. No en vano cita al comienzo esta frase de Stendahl: “Una novela es un espejo que se pasea a lo largo de un camino”. No sucede así en las novelas románticas que son herederas de una tradición idealista: el mundo es el pretexto para escribir el texto del yo. Sabemos de sus emociones, pero escasamente de aquello que las provoca. El “héroe” suele ser un personaje tan bienintencionado como atolondrado y, al final, esa mano oculta benefactora que ha planeado durante toda la novela le saca las castañas del fuego y le integra en la sociedad, ennoblecido, si es posible en todos los sentidos. Novalis caracterizó despectivamente el Meister de Goethe como “la peregrinación a un título nobiliario”. No se privó de ironizar sobre el tardío y postizo “von” que se había adosado al Goethe, por contraste con él, un auténtico noble de cuna. La anécdota tiene su miga. Uno acaba teniendo la impresión de que el romanticismo es la carta de amor (no correspondida) de la clase media emergente a la clase aristocrática en retirada. De todas las épocas. Todo lo más se llega a arreglos de gatopardos.

Cashel (es uno de sus nombres), el protagonista de esta novela, logrará introducirse en los círculos sociales como el héroe, herido ocasional más bien, de Waterloo pero, sobre todo, por haber conocido a Byron, perdón, Lord Byron. Shelley le puso sobre aviso de que el noble no toleraba, bajo ninguna circunstancia, que le apeara nadie el tratamiento. A los letraheridos de Villa Diodati se nos ofrece la inesperada ocasión de fisgar en los entresijos de las sórdidas relaciones que regían la conducta de Byron, Shelley, Clara y Mary. Es una novela a la búsqueda del amor verdadero pero no se ahorran detalles sobre la higiene íntima en los encuentros sexuales. Decididamente, El romántico no es una novela al uso de ese nombre. Veremos.