Upload no va ni de utopías ni de distopías
sino de servicios al cliente. En el 2033 parece haber un presente tan precario
como el actual por lo que resulta aconsejable a los que puedan permitírselo ir
ahorrando para un plan de pensiones de eternidad digital, una afterlife físicamente
descabezada pero mentalmente activa.
El presente
ya no camina hacia el futuro, sino que este depende de aquel: basta un delete
caprichoso para que se acabe esa eternidad digital a crédito que también puede
ser modulada según los planes de pago, es decir, gigas de existencia. Si es
cierto que el cine es una ventana al inconsciente colectivo esta serie muestra que ha cambiado en los imaginarios de futuro: del totalitarismo ciberpunk al vintage del posfascismo
posmoderno.
Se trata, ciertamente, de sobrevivir en los dos tipos de imaginarios pero los avances tecnológicos han ido en otra dirección: nada de androides malévolos caminando disfrazados por las calles, los viajes espaciales han menguado, no ha habido una tercera guerra mundial contaminando la tierra de manera irreversible, no se avizoran naves galácticas abarrotadas en busca de un planeta menos inhóspito. Para producir grandes distopías estéticas se necesita una seguridad económica como la de los yuppies de los ochenta, encerrados en sus lujosas urbanizaciones a prueba de inmigrantes. En la "era postdigital" del capitalismo consumado lo que se pide es café, eternidad digital, para todos. El futuro está ya en un presente que no se le corresponde tecnológicamente. Mientras tanto, aguantar, con algún que otro gesto de rebelión irónica a espaldas del jefe tirano.
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