Este otro, Nathan, tiene la textura de esa clase de "héroes" cuyo prototipo es el Wilhelm de Goethe: unos atontados con apariencia de pescado hervido que van dando tumbos por la vida y de los que se enamoran de manera incomprensible unas mujeres más valiosas que ellos. Es tan cute, exclama Nora, derritiéndose ante la simpleza del peluche Nathan. La serie tiene algo de novela de formación de un pequeño chorizo en una vida que se redime en otra Afterlife generando buenos y difusos sentimientos. No se trata de una rebelión sino de reajustar el sistema para hacerlo más humano.